Las clases habían finalizado en uno de los tantos institutos educativos que había en la ciudad de Kioto, Kunugigaoka.
Los estudiantes comenzaban a salir de sus salones de clases, los maestros casi corrían a sus vehículos, y unos que otros estudiantes se escabullían a uno que otro lugar solitario en la escuela para tener privacidad para ellos solos.
No había nada fuera de lo normal.
Un adolescente en particular caminaba por el sendero en la montaña, sus puños estaban cerrados y sus pasos eran fuertes y algo erráticos. Sus dientes rechinaban por la fuerza a la que eran sometidOS unos con otros y con una mirada que podría dejarle pesadillas a cualquiera que lo vea de frente, más no había ningún suicida que quisiera eso.
Al menos eso era creía, cuando escuchó pasos apurados que se acercaban a él.
Lamentablemente, conocía a la persona que corría en su dirrección, listo para hablar hasta por los codos y repetir lo mismo.
— ¡Asano–kun! —.
— No otra vez... por favor, no... — Fueron sus pensamientos, no estaba de humor para tener el mismo sermón que recibía de su amigo desde hace unos días.
Aún no podía creer como todo había cambiado en tan sólo dos semanas, no podía creer que sólo por intentar defenderse de una acosadora perdió su reputación de estudiante estrella, su relación con su padre que estaba mejorando y que ahora se había ido nuevamente al precipicio y con su cargo de presidente estudiantil a ser echado y removido de clase, llegando a la clase "E".
Todo se había ido al caño, sólo por una estúpida mentira de una niña inmadura.
Su amigo, Ren Sakakibara y nuevo presidente estudiantil, desde que ocurrió todo, solía darle sermones interminables sobre lo que había hecho y el como había violado las normas de convivencia, y como tenía ganas de reclamarle que había sido la chica quien había violado dichas normas.
Pero claro, su acosadora era una mujer y una mujer con un golpe en la mejilla, siempre sus palabras tendrán más peso que la de un chico que no tiene ninguna herida, pero que si estaba harto de todo lo que estaba pasando.
Ella no respetó su privacidad, le robaba cosas personales, pero no recibió ninguna sanción, ni siquiera una llamada de atención, y él, que sólo dió una bofetada para que se alejara de él, perdió todo por lo que había luchado, ya sea para ganar, como su puesto en el consejo o para mejorar, como su relación con su padre.
— ¡Ya cállate! —.
Finalmente se detuvo, alzando la voz mientras veía con rabia a su amigo.
— Ey, tranquilo, sólo digo la verdad, ella sólo era una dama que estaba enamorada, no tenías porque golpearla de esa forma — Dijo alzando los brazos.
— ¿¡Una dama!?, ¡Me estuvo acosando desde hace meses y no importa que yo le gustara!, ¡Eso no es ninguna excusa para lo que hizo! —.
— Pero eso tampoco es una excusa para que la golpearas, rompiste la regla de la sección tres artículo cinco del párrafo tres, donde aclara que cualquier acto de violencia a cualquier estudiante o docente debe de ser sancionado sin importar la razón — Declaró el castaño.
— ¡Tú y tus reglas! ¡Hace semanas ni siquiera las conocías! — Gritó con rabia.
— ¿Acaso estás celoso...? —.
— ¡No! ¡No estoy celoso! — Gritó, las venas resaltaban en su frente debido a la ira que estaba a nada de desbordarse — Si, si lo estoy, conseguiste todo lo que yo en sólo días mientras que yo me esforcé por años para al menos ser notado — Apretó sus puños con fuerza — ¡Sólo que no te callas! ¡Estoy harto de que repitas lo mismo una y otra vez! —.
— ¡Es porque pareces un niño!, tu padre tuvo razón en quitarte tu puesto — Respondió, cambiando su semblante a una más seria.
El vaso se derramó cuando el cerebro de Gakushū procesó aquellas palabras, y de fondo, como un sonido inexistente pero que se podía oír a la perfección, era como un especie de tintineo que hacía una bomba a segundos de estallar, una cuenta regresiva que estaba a nada de acabar.
3...
2...
1...¿Cometía un error?, era lo más probable, pero ver como la sangre manchaba sus manos le daba una extraña sensación de calma, como sí finalmente se estuviera quitando un peso de sus hombros.
Observó el cuerpo inerte debajo de él, vió la sangre que manchaba el suelo y sus propias manos, luego, observó el rostro de su amigo, sus ojos cerrados y que nunca más se volverían a abrir, sus labios hinchados que jamás volverían a darle sermones.
Se sentía en paz.
Una mueca se formó en su rostro, su mirada seguía en el cuerpo inerte de su ex amigo, y con el pasar de los segundos aquella mueca se volvió una sonrisa, de felicidad y locura, estaba encantado.
Cuando una risa se escuchó en el lugar.
— Que bonita obra de arte creaste, el odio y los celos, la desesperación y el sentimiento de enloquecer, pero te faltó más sangre es su rostro —.
Gakushū comenzó a ver sus alrededores, algo confundido por la repentina voz que estaba escuchando, y ciertamente, algo preocupado de que alguien lo descubriera. Estaba orgulloso de lo que hizo, pero tampoco quería ir a prisión.
— Tranquilo Hisa–, digo, Gakushū–kun, no soy ningún enemigo, de hecho, admiro lo que hiciste — Rió ligeramente.
— ¿Quién eres? — Preguntó con cautela, levantándose y girando sobre sus talones de manera rápida.
— Hm, adivina adivinador, ¿cuál es una de las creencias más conocidas de la India? — Jugueteó la voz, quién parecía estar en todos lados y en ninguno, debido a que su voz se escuchaba en todos lados, desde arriba de los árboles hasta detrás de los arbustos.
— ¿El Karma? — Cuestionó.
— ¡Le atinaste, felicidades! — Respondió con una voz de emoción.
Gakushū frunció el ceño, cuando sintió como algo caía en su rostro. Llevó sus manos a ese lugar, pero antes de tocarlo, decidió mejor pasar su antebrazo, ya que sus manos estaban llenas de sangre, y lo que sea que fuera ese líquido, podría pasar desapercibido.
— Ups, lo siento —.
Observó su antebrazo, sorprendiéndose por ver unas pequeñas manchas de sangre.
— ¿¡Q–Qué quieres!? — Preguntó alarmado, viendo hacía los árboles, sin saber si considerar eso una amenaza.
— Que te unas a mi —.
Dos de los arbustos cercanos comenzaron a moverse, y de ese lugar, salió un adolescente pelirrojo. Sus manos estaban manchadas de sangre, y en su mano, se encontraba un riñón ensangrentado el cual estaba consumiendo.
Su sangre se heló al reconocerlo, era el adolescente que se le acusaba de la masacre de 20 personas en un edificio departamental.
— ¡Hola Gakushū–kun! — Saludó el pelirrojo con un movimiento de mano — ¿Quieres un poco? ¡No lo parece, pero es delicioso! — Exclamó mientras le extendía el riñón en su mano.
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Hasta regresar a mi hogar
FanficHistoria de humor negro, amor tóxico y enfermizo, violencia explícita, abuso sex, trastornos mentales, Karushuu, y Karma teniendo una "relación" con otros personajes. • Ninguna relación en esta historia será sana. • No trato de romantizar ningún tem...