𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝒔𝒆𝒑𝒕𝒊𝒎𝒐.

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Odiaba los cólicos, odiaba tener que estar al pendiente de no manchar su ropa, odiaba su estómago hinchado, odiaba las náuseas. Detestaba todo acerca de su periodo. La peor parte era que no podía permitir faltar al trabajo durante esos cinco días.
Ahora mismo se encontraba sentado sobre su silla roja, echado en el respaldo. Tenía que terminar con unos detalles en la pintura de una Kombi, sin embargo sentía demasiado dolor. Aguantaba los calambres lo mejor que podía, el segundo día siempre era el peor para él. Era cuando más pesado se sentía su cuerpo, por lo que Dave se encargaba del trabajo pesado que tenían esa mañana mientras él sólo pintaba.

—Iré por un sándwich para el almuerzo, ¿Tú quieres algo? —preguntó el beta, acercándose aunque manteniendo cierta distancia. Había notado lo irritado que estaba y no quería que le volviera a gritar.

—Unos caramelos de miel estarían bien. —contestó Malcolm. Buscó un par de centavos en su bolsillo, sabía que con algunos pocos era suficiente para tranquilizarse.

—Bien, volveré en un rato.

Young asintió. Una vez que el otro se fue, se dirigió al pequeño baño con el que contaba en el taller. No era precisamente cómodo, sin embargo bastaba para usarlo tranquilo. Arrastró sus pies al salir otra vez, quería que las horas pasaran rápido para regresar a casa.

—¿Te encuentras bien? —la voz de Bon lo hizo saltar de su lugar. Giró su cabeza, ese hombre estaba parado a su lado. Lo observaba con cierta curiosidad. —Tu aroma se siente muy fuerte, ¿Te duele algo?

Se echó pesadamente sobre su silla otra vez. —Los ovarios. —suspiró fastidiado. —Y bastante.

—¿Qué es eso? —se sentó en el suelo a su lado sentándose con las piernas cruzadas, en el medio dejó su mochila. —¿Son como los pulmones o algo así?

—Es algo que tú no tienes y te envidio por eso. —cubrió sus ojos con su antebrazo, permitiendose estirar sus piernas también.

—Lo único que no tengo es mi apéndice. —buscó su sándwich de atún que estaba envuelto en una servilleta. Había trabajado toda la mañana, así que tenia mucha hambre. Ya le habían pagado y no tenía que trabajar por la tarde. —¿Quieres un poco? —le ofreció parte de su almuerzo, acercándoselo a la cara.

—Odio el pescado. —retuvo las pequeñas náuseas que le causó ese olor tan característico. Se puso de pie, también sentía sus tripas rugir ya. Se hizo con su tupper de pasta, Angus había cocinado salsa de tomate y albóndigas para esos fideos.  No perdió el tiempo en llevarse a la boca una  buena cantidad de su almuerzo. —Mmh —murmuró gustoso, amaba el sabor de esa salsa casera.

—Siempre traes cosas muy elaboradas.

—Mi hermanito cocina, y yo también lo hago —pinchó una de las albóndigas más grandes. Se la acercó al alfa mostrándole una sonrisa. Por su puesto que el mayor aceptó.

—Está delicioso en serio.

—Todo lo hizo Angus.

—No entiendo cómo trabaja de mesero y no en la cocina. —bebió de su botella de agua. Los pepinillos dentro de su sándwich estaban bastante salados.

—Simplemente no quiere que su pasatiempo se vuelva una obligación. —Young se tomó un momento para contestar, estaba ocupado comiendo. —Aunque no creo que a él le moleste prepararte algo esta noche.

—¿Estás invitandome a cenar? —preguntó, sonriendo coqueto.

—Si tú quieres. Pagaste por mi la otra noche y quiero disculparme por haber sido tan atrevido contigo. —le daba algo de vergüenza recordar aquella noche.

𝑳𝒊𝒗𝒆 𝑾𝒊𝒓𝒆 ~ 𝑩𝒐𝒏 𝑺𝒄𝒐𝒕𝒕 𝒙 𝑴𝒂𝒍𝒄𝒐𝒍𝒎 𝒀𝒐𝒖𝒏𝒈.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora