ㅤAquello era un recoveco de ratas. Uno donde el alcohol, los estupefacientes y el sexo eran el pan de cada día para los supervivientes en la cúspide de las fiestas urbanas. Y donde “fiesta” sonaba como un término ajeno, que dejaba como legado el nombrar estas reuniones como “desastres”.
ㅤ O eso le había dicho TaeYong a Mark en lo alto de una azotea mientras fumaba un cigarro de marihuana.
ㅤ Sin embargo, había muchos factores. Unos visibles y otros predecibles, que hacían que él dudase de eso. Porque, aterrado por el humo blancuzco y desconocido, se había alejado del chico drogado, dejando que solo sean sus palabras y alguna que otra sonrisa socarrona las únicas quienes llegaran a él y formasen algún tipo de contacto lejano incapaz de afectarlo.
ㅤ Tampoco había logrado preguntar algo en una posición más cercana —sea desde la palabra o el contacto físico—, porque simplemente aquella hierba entre papel fue suficiente para incomodarlo.
ㅤ“Te incomoda que fume marihuana frente a ti pero luego quieres seguirme a un antro. Ni tú te entiendes, Mark.”
ㅤAhora él rascaba su cabeza nervioso, ansioso e inquieto. Porque aquella era una mansión cuya apariencia se alejaba de aquella propia de un antro. Pero que, según uno de sus huéspedes más recurrentes, era peor que eso. Era el panorama de cualquier tipo de sentido que se le pueda dar a la palabra “inconsciencia”, sin excepción. Era simplemente la cuna de los marginados. Y esto último, junto a una sonrisa torcida y ojos desbocados que hablaban sobre experiencias cercanas al ambiente, también se lo había dicho TaeYong en una de sus larguísimas charlas sobre la mansión.
ㅤ—Eh… —es lo único que salió de su boca, aún cuando se suponía que esta rezaba las palabras en las que sus ojos estaban fijos justo ahora, fuera de la mansión de escrituras en latín. ¿Pero cómo podría leer un idioma que no entendía?—Mierda… —solo él mismo reconocía el terror en sus palabras, y solo él sabía el por qué de aquello.
ㅤ Lo que la lengua del chico de cabellos pulcros y rubios soltaba comenzaba a traspasar las barreras de las palabras y se presentaba como una imagen frente a su escucha: Mark Lee. El chico cuyas acciones se veían presas de comentarios como “¡Qué desdicha!” de parte de adultos, que lo veían y se deslumbraban por encanto y asombro.
ㅤ Porque Mark era un sube y baja ante las miradas expectantes de los adultos, incluida su madre, quien, desde hace unas semanas, escuchaba la misma oración cada mañana. A veces porque él simplemente no despertaba a tiempo para asistir a clases, otras porque no dormía al intentar cumplir con los deberes de dicho establecimiento, y las más recientes: porque su apetito desaparecía.
ㅤ“¡Ya no sé qué esperar de ti, Mark! Solo espero que aquellas costumbres no se te peguen, si no, ¡Que dios me salve!”
ㅤ Lo único que él refutaba ante esto, con sus ojos muy abiertos para no caer ante el sueño de la mañana, era que no se drogaba como TaeYong, y lo refutaba con el ya típico “jamás lo haría”. Por el resto, solo tomaba su té de hierbas matutino, se preparaba para salir de casa y, por sobre todo, para volver tarde por la noche a esta.
ㅤ Mark sabía que su horario rozaba las altas horas de la madrugada cada que se reencontraba con el tipo al que ni siquiera saludaba, así que realmente no tenía expectativas con su cuerpo a la hora de soportar la fría brisa que lo golpeaba a las ocho de la mañana de un día lunes.
ㅤ No se suponía que pegase su nariz a las inscripciones sobre la piedra blanca y limpia que, suponía en su normalidad, nombraban la mansión, pero casi lo hace. Se sentía en un lugar que, además de desconocido, resultaba extraño, imaginario y terriblemente atrayente.
ㅤComo TaeYong.
ㅤ A los costados de la estructura, que se encerraba entre cuatro rejas gigantes y gruesas, las plantas predominaban. Vegetación que se infiltraba por doquier. Las que más se acercaban a las escaleras de mármol viejo resultaban ser enredaderas desviadas, sin la fortaleza o atrevimiento para tocar una sola parte de la edificación que protagoniza la escena. Y Mark lo agradece: los bichos que solían habitar sobre las ramas y hojas le resultaban terriblemente espantosos, y serían una interrupción en su visita silenciosa y curiosa al gran recoveco de ratas con apariencia de paraíso al que la influencia de TaeYong lo había atraído.
ㅤ Pronto traspasó las rejas que, según su instructor indirecto y drogado, permanecían cerradas todos los días a excepción de los que se ocupaban con una de las tantas fiestas llenas en miles de cosas ilegales, y que a Mark no le interesaban en lo más mínimo.
ㅤ“Cosas inútiles para ti, niño.”
ㅤEso escupió de entre sus labios TaeYong la tarde donde Mark le planteó su idea de infiltrarse en la mansión desconocida.
ㅤÉl jamás podría dar testigo de algún consejo, sea bueno o malo, que TaeYong podría darle, ya sea de forma directa o implícita. Porque él solo escuchaba al chico. Pocas veces era quien hablaba y casi nunca de él mismo, porque no interesaba. Él era un chico normal, en términos hegemónicos. Uno más. En cambio, TaeYong, al menos para Mark, era nuevo, desconocido y, muy en el fondo de sus propios redondos ojos desvelados, desesperante. Así sentía el rubio a TaeYong, como escalofríos que lo incitaban a alejarse y acercarse. Por si no fuera poco, el que le llevaba unos años por delante era independiente y reacio.
ㅤ Frente a él, TaeYong lo desesperaba. Mucho menos que al tenerlo lejos suyo, porque no estaba en su radar visual, así que no podría escucharlo, tampoco mirarlo a los ojos y desviar su atención al suelo cuando era correspondido, nervioso. No se condenaba por este acto. Después de todo, las pupilas dilatadas no eran un interés sano para él y junto a las carcajadas despampanantes que corrompían la azotea luego de clases, se debían a la marihuana.
ㅤ“¿Cómo llegaste aquí?”
ㅤTaeYong preguntó una tarde, con el naranja dominando el cielo sobre ambos. Tiempo después Mark se preguntaba lo mismo, y eso solo creaba mínimas inseguridades que eliminaba con la vista del apuesto chico delante suyo, con la gran mansión de fondo.
ㅤ Como si transitar el camino hacia el Infierno valiera la pena solo por encontrar esa presencia de oscuro vestir y un terrible historial con estupefacientes.
ㅤ Porque, ¿A quién no le fascinaría entrometerse a descubrir la gran mansión con inscripciones en latín?
ㅤY quien no respondiera un “a mí” era porque definitivamente no conocía a TaeYong.
ESTÁS LEYENDO
La Mansión en Latín ❝ YongMark
Fanfiction¿A quién no le fascinaría entrometerse a descubrir la gran mansión con inscripciones en latín? ⎯⎯⎯⎯⎯ Historia de mi completa autoría. Advertencias: mención de drogas. Pareja: TaeYong & Mark.