Capítulo 6. Conocerse

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Luz salió de la casa de Ainhoa sintiéndose completamente inestable. No esperaba que conocer a sus hijos fuera a ser una experiencia maravillosa. Era consciente de lo que ella significaba ese momento en sus vidas: un maldito terremoto que había llegado para sacudir los cimientos de una familia ya unida y a punto de disolverse por completo. La morena se sentía una auténtica villana. Los gritos de Óscar, sus palabras, todavía resonaban en su cabeza. En lo que recordaba de vida, nunca nadie le había mirado con tanto rencor ni le había dicho esas palabras.

Por un momento pensó que se lo tenía merecido, pero, ¿por qué? Por qué. Dos palabras que llevaban cinco años acompañándola continuamente. ¿Por qué a mí? ¿Por qué amnesia? ¿Por qué el olvido era tan caprichoso? ¿Por qué no podía recordar solo con desearlo? La chica estaba segura de que relacionándose con Ainhoa y con los niños comenzaría a despejar ciertas incógnitas, a recuperar la memoria. Había leído casos, muchos, y todos hablaban de lo mismo: era aleatorio, pero en cierto porcentaje ayudaba la relación con personas, lugares y objetos de ese pasado olvidado. Sabía que su médico estaba a punto de tirar la toalla, que pensaba que su amnesia era permanente. Pero no. Ella se negaba a creerlo. No cuando estaba más cerca que nunca de su pasado.

No podía dejar que la culpa la ahogara una vez más. Sí, Óscar la odiaba, pero era un sentimiento lógico. Tenía que intentar enmendar ese lazo, conocer a ese niño que una vez se había referido a ella como "mami", porque no podía permitir que ella fuera el motivo por el que la familia se separara. No podía permitir que los niños repitieran su historia.

Al llegar al coche, recordó las palabras de Miguel, la versión de los hechos que tenía que sostener en la entrevista con los Servicios Sociales. Debía omitir el accidente, obviar una amnesia existente. Tenía que fingir un amor y un cariño que no sentía, interpretar el papel de su vida. Pero, ¿qué datos eran reales y cuáles eran falsos? Sabía que la convención de cine era verdad. Allí había conocido a Natalia. Es decir, se habían sentado a hablar.

Su chica se lo había contado numerosas veces. Una noche en la que la rubia no podía dormir, salió del hotel y fue a tomarse algo a un bar de la zona. Decía que, poco tiempo después, Luz había entrado por la puerta con cara larga. La conocía de vista, por ser compañeras de profesión, pero nunca habían entablado una conversación. Natalia hablaba apasionadamente acerca de cómo admiraba su trabajo, y de cómo esa admiración la llevó a sentarse con ella en la barra, pero la morena rechazó cualquier intento de sonsacarle qué le pasaba. No quería hablar, y menos con una desconocida, algo que la chica respetó.

Luego habían entrado en una dinámica cómoda en la que ninguna pisó terreno personal. Los minutos pasaban, pero era como si el tiempo se hubiera detenido. "Entonces dijiste que tenías que volver al hotel, que al día siguiente cubrías la primera mesa del día", recordaba cada vez que relataba la historia. "Habíamos congeniado tan bien que quise darte mi número de teléfono, pero me dijiste que te habías dejado el móvil en el coche, así que lo apunté en una servilleta y te lo dí. Así fue cómo contactaron conmigo desde el hospital".

Siguiendo ese relato, ¿sería real la crisis matrimonial?, se preguntaba Luz. Encajaba con la famosa "cara larga" que siempre mencionaba su chica.

Su chica, su ahora prometida... No sabía nada de ella desde el día anterior. Comprobó enseguida el móvil, y el corazón le dio un vuelco al ver varias llamadas perdidas de ella. Tenía mensajes nuevos también.

Natalia 💓

Muchas gracias, cariño

Perdona lo de anoche

Perdona por tardar tanto en responder

Necesitaba tiempo

Te he llamado, pero no respondes

Déjà VuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora