Desde chiquitos Carlos, Danilo y yo fuimos inseparables, era prácticamente imposible ver a uno sin que los otros dos estuvieran cerca. Y siempre creí que aquello iba a ser así hasta cuando fuéramos adultos, pero la vida no es siempre como uno quiere o imagina.
Lamentablemente lo aprendí por las malas.
Pero cuando uno es joven, muchas veces prefiere vivir en el presente sin preocuparse mucho por lo que le depara el futuro, y es liberador hasta cierto punto el no tener tu cabeza repleta de pensamientos sobre qué va a ocurrirte cuando seas grande, cuando llegue el momento de abandonar la chancha del barrio y te toque tener que convertirte en un adulto responsable.
Así que la mayor parte de mi vida la pasé en aquel barrio al que muchos temían acercarse, lo cual me parecía gracioso, supongo que es porque estaba tan acostumbrado a vivir en peligro que lo había normalizado a un punto en el que ya nada me sorprendía o que fuera algo que ya no hubiera visto antes. Mi problema venía a la hora de socializar con gente fuera del barrio, personas que se creían más por vivir en una zona menos peligrosa que la mía, como si eso mágicamente los tranformara en mejores personas que yo.
— Otra vez vo' escribiendo en ese cuadernito de mierda.—había dicho Danilo parándose a mi lado. Estaba tan perdido en mis pensamientos que no lo había escuchado entrar.— apurate que nos están esperando para jugar un partidito antes de que se haga de noche.
— No tengo permiso de salir, por tu culpa me cagaron a pedo.—le respondí volteando a verlo con enojo. Él se rió de mí.
— Dale gil, tu viejo no está, vo' mandate.
A veces pienso que no debería haberlo escuchado, porque la paliza que me dio mi papá por no haber estado en casa cuando él llegó fue horrible, pero la había pasado tan bien esa tarde que no la cambiaría por nada en el mundo.
Éramos Carlos, Danilo y yo contra tres pibes de los que no recuerdo su nombre, eran demasiado irrelevantes como para ocupar un mínimo espacio en mi mente con algo tan trivial como sus nombres. Pero el paseo que les dimos fue algo inolvidable, casi tan inolvidable como la patada que me dio uno de ellos en la pantorrilla dejándome adolorido por días. Pero jamás me quejé por eso, sabía que si lo hacía, Danilo se iba a bular de mí y a decirme que era una bebita que no se aguantaba nada.
Y así se pasaban los días.
Si no estábamos en la escuela con Carlos, estábamos los tres en la cancha o metiéndonos en quilombos por andar jodiendo a los vecinos, pero, fue una niñez y pre-adolescencia bastante tranquila dentro de lo que cabe.
Pero, para ser completamente honesto, no recuerdo el momento exacto en el que comencé a tener sentimientos por Danilo, mucho menos recuerdo cómo fue que se dieron las cosas para que él de cierta manera me correspondiera. Lo que sí recuerdo fue nuestra primera conversación sobre qué íbamos a hacer respecto a aquel tema, si hoy en día no es del todo aceptado el que existan parejas del mismo sexo, en aquel tiempo mucho menos, así que tampoco podíamos hacer público algo así.
— Igual, yo no soy maricón, a mí me gusta' vo' solamente, no me gustan lo' pibe'.—me dijo sin voltear a mirarme. Yo asentí.— ¿Qué te pasa? Una cara tene'.
— ¿Cómo va a reaccionar Carlos cuando le contemos?—pregunté. Danilo se quedó estático, completamente mudo.— che, te estoy hablando.
— Esto es un secreto entre nosotro' ponele.—me había dicho él mientras estábamos sentados en el techo.— encima vo' no so' un pibito cualquiera del barrio, si tu hermano se entera de que soy tu novio me corta lo' huevo' y me los hace comer.
Ambos nos reímos, aunque en el fondo éramos conscientes de que su broma era mucho más cierta de lo que parecía.
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Siempre tuyo | Danilo Sánchez
Fanfiction- Donde Franco recuerda a Danilo, su primer amor y a quien siempre amará, incluso después de haber intentado salir adelante ante la pérdida de su más grande amor. El fanfic está narrado desde el punto de vista de Franco, por lo que la...