Primera parte.

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"Ayúdame a ganar la guerra y te daré todo lo que tu corazón desea", había dicho el príncipe cuyo nombre Yoongi ya no podía recordar.

La guerra había sido ganada y el príncipe se había reído en la cara de Yoongi cuando escuchó su deseo. Por lo tanto, Yoongi había enloquecido a toda la familia real antes de quemar el reino del príncipe, ladrillo por ladrillo. Hasta este día, esa había sido una de sus mejores y más elegantes obras. Se había ganado una reputación que había disfrutado durante mucho tiempo hasta que se convirtió en cenizas como lo había hecho el cuerpo del príncipe. Después de todo, el recuerdo de la humanidad no era el mejor. Apenas podían entender algo tan absoluto y primitivo como Yoongi. Los mortales olvidaron fácilmente, condenados a cometer los mismos errores, como Yoongi estaba condenado a viajar solo por la tierra.

Mientras caminaba por lo que solía ser el Palacio Real hace miles de años, con la tierra y las raíces crujiendo bajo sus botas, pensó que el color negro de las paredes se adaptaba al estado de su alma.

La madera quemada del trono dejó escapar un fuerte gemido cuando Yoongi se sentó sobre ella. El reino ni siquiera había sido poderoso, en aquel entonces. A Yoongi le había llevado un día y una noche quemarlo todo, cada pueblo y cada campo de cultivo hasta que nadie pudiera cultivar nada en esta tierra. Había dejado ir a los granjeros y a la gente común, no porque fuera misericordioso sino porque no le importaba lo que les sucediera. Los nobles... la familia real... Oh, esa era otra historia.

Le había llevado un día y una noche quemar el lugar a cenizas, pero le había llevado un año volverlos locos a todos. Había comenzado con las sombras. Era fácil asustar a los nobles que habían luchado en la guerra cuando ya tenían miedo de sus propias mentes. El miedo era fácil de controlar, fácil de crear. Yoongi había tejido una red de pesadillas alrededor de sus corazones, de hilos tan delgados y transparentes que los mortales no se habían dado cuenta de su existencia hasta que ya era demasiado tarde. Yoongi no recordaba muchas cosas, pero los gritos de terror que habían desgarrado las gargantas de esos nobles aún lo adormecían por la noche.

El reino fue destruido mucho tiempo antes de que Yoongi comenzara los incendios.

Había dejado al príncipe para el final. Yoongi lo había mantenido cuerdo mientras el resto de la gente agonizaba. Le había mostrado al príncipe sus miedos más profundos, pero los miedos del príncipe no eran sombras y pesadillas, eran reales y ardían frente a sus ojos.

Uno no debe hacer tratos con los demonios si no los va a cumplir.

Yoongi acarició las plumas del cuervo que se sentaba en su hombro mientras inspeccionaba su entorno. Las enredaderas comenzaban a crecer entre el mármol y la madera podrida, enroscándose alrededor de las columnas mientras alcanzaban la luz del sol que se colaba a través de las grietas del techo. Yoongi extendió una mano, recogiendo gotas de luz solar en la punta de sus dedos.

-¿Qué noticias me traes del mundo exterior, mi señora?

El cuervo le dió un graznido gorgojeante. Las cejas de Yoongi se alzaron sorprendidas. Pasó un dedo por la espalda del cuervo y le dió el regalo que había estado escondiendo en los bolsillos de su túnica.

-¿Un nuevo brujo en estos bosques? Eso es ciertamente poco común.

El cuervo volvió a croar y Yoongi se echó a reír. Su risa resonó en los espacios vacíos del Palacio Real, sus paredes temblaban de miedo al sonido incluso después de todo este tiempo.

-No seas así, mi señora. Lo que sucedió con el último brujo fue realmente desafortunado, pero estos bosques necesitan uno. Ha pasado mucho tiempo. Estoy cansado de que los aldeanos me supliquen que solucione sus problemas. Vigílalo, ¿quieres?

❧ 𝓓𝓻𝓮𝓪𝓶 𝓪 𝓵𝓲𝓽𝓽𝓵𝓮, 𝓭𝓻𝓮𝓪𝓶 𝓸𝓯 𝓶𝓮  ⋆.ೃ࿔*:・ | ʸᵒᵒⁿᵗᵃᵉ | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora