Laberinto

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La noche se extendía sobre el campamento como un manto de estrellas. Las olas susurraban su canción de cuna a la orilla del mar, mientras las sombras de la noche se alargaban bajo la luz de la luna. En la cabaña, Tails y Cream se encontraban sentados en el sofá, con la mirada fija en la pantalla del televisor. Una película de terror llenaba la habitación de sustos y sobresaltos, pero sus corazones no estaban en la trama.

Un silencio tenso reinaba entre ellos, cargado de emociones no expresadas. La decepción por la interrupción de Sonic se mezclaba con la esperanza de un futuro juntos. Cream, con las mejillas aún sonrojadas por el casi beso, jugueteaba nerviosamente con su flequillo. Tails, por su parte, luchaba por contener las palabras que pugnaban por salir de sus labios.

De repente, un rugido aterrador resonó en la película, haciendo que Cream se acurrucara más cerca de Tails. En ese instante, sus miradas se encontraron y la tensión se intensificó. Sus ojos, como dos faros en la noche, transmitían un mensaje que no necesitaba palabras.

Sin embargo, antes de que pudiera suceder algo más, un golpe seco en la puerta los hizo saltar de sus asientos.

"¡Tock, tock!", una voz familiar resonó en la habitación. "¿Hay alguien ahí?"

"¿Sonic?", Cream exclamó con sorpresa.

"¿Tu no te habias ido?"

"Siempre vuelvo",Sonic dijo con aires de orgullo

"¡Hermanita!", Sonic irrumpió en la cabaña con una sonrisa radiante. "¡Llegué tarde, lo siento! ¿Me perdí de algo?"

Cream se sonrojó y miró a Tails de reojo. "No, nada importante", murmuró ella.

"Bueno, ¡menos mal!", Sonic se sentó junto a ellos. "Traje pizza, ¿a quién le apetece?"

Tails y Cream se miraron, una mezcla de decepción y resignación en sus ojos. La magia del momento se había roto, reemplazada por la energía arrolladora de Sonic.

A pesar de la interrupción, disfrutaron de la pizza y la compañía del otro. Jugaron juegos de mesa, contaron historias y rieron hasta que sus costillas les dolían. En el fondo, ambos sabían que lo que sentían era real, un sentimiento que iba más allá de la amistad.

Sin embargo, las palabras no se atrevían a salir de sus labios. El miedo al rechazo, la incertidumbre y las circunstancias los mantenían en un limbo de emociones.

La noche llegó a su fin y el sol comenzó a asomarse por el horizonte. Era hora de despedirse.

"Te veo mañana, Cream", Tails le dijo con una sonrisa tímida.

"Sí, hasta mañana, Tails", Cream respondió, con un brillo de esperanza en sus ojos.

Un abrazo breve selló el final de una noche llena de emociones a medias. Sonic se despidió con su habitual energía, dirigiéndose hacia Knuckles para no perder la oportunidad de una buena broma. Tails y Cream, con el corazón palpitando por la experiencia vivida, se acostaron en sus respectivas camas, sin saber que al día siguiente les esperaba una experiencia que pondría a prueba su valor y su naciente amor.

El sol apenas se asomaba por el horizonte cuando una voz amplificada irrumpió en la tranquilidad del campamento. "Muy buenas campistas, vemos que estaban muy relajados, pero hemos decidido interrumpirles hoy", anunciaba el instructor con un tono serio. "Se ha organizado un evento especial: un laberinto del que tendrán que escapar en tres días. Hay comida repartida por el lugar, y no se les permite abandonar el juego. Cualquier intento de hacerlo tendrá consecuencias desagradables".

Un escalofrío recorrió la espalda de Cream. "¿A qué se referirá con 'consecuencias'?", preguntó con voz temblorosa. Tails la miró con ternura y le respondió: "No te preocupes, Cream. Juntos encontraremos la salida".

El laberinto era un gigante de setos altos y frondosos, que creaban un ambiente misterioso y lleno de incertidumbre. A cada paso, la pareja se enfrentaba a nuevos desafíos: callejones sin salida, trampas ocultas y criaturas extrañas que habitaban el lugar. A pesar del miedo, Tails y Cream se apoyaban mutuamente, animándose y consolándose en cada momento difícil.

En una de las tantas curvas del laberinto, Tails y Cream se encontraron con Infinite. "No he encontrado ni una sola pista", dijo Infinite con frustración. Tails, con su característico optimismo, le propuso unir fuerzas para encontrar la salida juntos.

A pesar de las diferencias del pasado, Tails, Cream e Infinite formaron un equipo peculiar. La inteligencia de Tails, la astucia de Cream y la fuerza de Infinite se complementaron a la perfección. Juntos, comenzaron a avanzar con mayor rapidez y eficiencia, resolviendo acertijos y sorteando obstáculos.

Tails: Tienes razón, Infinite. La noche ya está cayendo y no podemos seguir así. Además, esas "criaturas" son cada vez más frecuentes. Hagamos una pequeña choza para descansar y mañana continuamos con la búsqueda de la salida.

Infinite: Buena idea, Tails. Yo me encargaré de recolectar algunas ramas y hojas. Cream, ¿tú puedes ayudarme a buscar piedras para la base?

Cream: ¡Claro que sí, Infinite! Vamos, manos a la obra.

Las horas siguientes se dedicaron a la construcción de la choza. Tails, con su ingenio, diseñó una estructura simple pero resistente. Infinite, con su fuerza, se encargó de las ramas más gruesas. Y Cream, con su astucia, encontró las piedras perfectas para la base.

A medida que la choza tomaba forma, la camaradería entre ellos se fortalecía. Compartían risas, anécdotas y palabras de aliento. Incluso Infinite, quien solía ser solitario, se encontraba disfrutando del trabajo en equipo.

Al caer la noche, la choza estaba terminada. Un pequeño refugio en medio del laberinto, un símbolo de la esperanza que aún los mantenía unidos. Cream e Infinite se sentaron junto a la entrada, mientras Tails encendía una pequeña fogata.

Las estrellas brillaban con intensidad en el cielo oscuro, creando un ambiente mágico y lleno de paz. A la luz de la fogata, sus rostros se iluminaban con una mezcla de cansancio y satisfacción.

Cream, con la mirada perdida en el cielo, susurró: "Es tan hermoso... Me recuerda a las noches que solía pasar con mi madre, mirando las estrellas".

Infinite, con un tono melancólico en su voz, respondió: "Yo nunca tuve la oportunidad de conocer a mis padres. Me crié en una base militar, donde la única luz era la de las armas".

Tails, conmovido por las palabras de sus amigos, les dijo: "Ustedes son mi familia ahora. Y juntos vamos a salir de este laberinto".

En ese instante, un silencio se apoderó del grupo. Un silencio cargado de emociones, de sueños compartidos y de un futuro incierto.

Con el cansancio acumulado, Tails e Infinite se acomodaron dentro de la choza. Cream, con un gesto maternal, les arropó con las mantas que habían conseguido.

A pesar de las incomodidades del improvisado refugio, un sueño reparador los invadió. Un sueño en el que la esperanza vencía al miedo, y la amistad se convertía en la luz que los guiaba hacia la salida del laberinto.

Los primeros rayos del sol se filtraban por las rendijas de la choza. Tails se despertó y, al salir, vio a Cream e Infinite conversando animadamente.

Cream: ¡Buenos días, Tails! ¿Dormiste bien?

Tails: Sí, gracias. ¿Y ustedes?

Infinite: ¡Excelente! Me siento con más energía para continuar la búsqueda.

Tails, con una sonrisa radiante, respondió: "Yo también. Hoy es el día en que saldremos de este laberinto".

Con el desayuno en el estómago y la determinación en el corazón, el equipo se puso en marcha. Guiados por la brújula que Tails había construido, se adentraron en el laberinto, listos para enfrentar los desafíos que les aguardaban.

Inmaduro amor(Taiream?)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora