Will.
Estaba cansado. Estaba cansado de que no lo note, había tratado de llamar su atención de mil maneras posibles. Si lo decimos así suena tan cliché, pero Will estaba harto, ya no sabía qué hacer para que su compañero de trabajo lo note. Hannibal Lecter.
Trabajaba en esta empresa de cosméticos y ropa hace cinco años ya. “Only Beauty”, bastante reconocida. Él era quién creaba nuevas ideas y aportes para las revistas, teniendo en cuenta a su competencia. Ahora mismo estaba creando distintas portadas para la nueva revista que sale en cuatro meses.
—Buenas tardes Will, ¿Cómo te encuentras? —dijo Beverly llegando y dejando un café frío en el escritorio de Will.
Su secretaria, no se lleva tan bien con nadie como se lleva con ella. Es su mano derecha.
—Muy bien Beverly, muchas gracias. Aunque un poco agotador crear nuevas portadas, llevo así dos horas.
—Seguro están todas geniales, luego muéstramelas. Tengo que ir a recibir unos llamados y el jefe quiere hablar conmigo. Cualquier cosa llámame.
—Claro, ve —habló de manera concentrada en su tarea escuchando como la puerta se cerraba delante suyo.
El punto en todo esto, es que tres meses de su llegada apareció un nuevo empleado, el dichoso Hannibal. Hace lo mismo que él, lo que hizo que al principio se enojara y sintiera envidia, ya que Will en poco tiempo se ganó su lugar y era apreciado. Pero con el tiempo se dio cuenta que esa “envidia” era algo más, y aquí está, cuatro años y siete meses para ser exactos que está enamorado de su compañero.
¡Pero no lo nota! Si no es por trabajo, no le habla. Se llevan bien, pero no hay un trato fuera de lo profesional. Han asistido a almuerzos pero con más compañeros. Se estaba empezando a rendir.
Le dio un trago a su café y despegó su vista de la computadora, justo a tiempo para ver a Hannibal pasar por delante de su oficina.
Siempre caminaba con un gran porte, junto a su cabello un poco grisáceo y su buena vestimenta. Saludando a todos con una cordial sonrisa. Menos a Will. Aunque los vidrios fueran transparentes, a Will no.
Y grande fue la sorpresa para él cuando se dio cuenta que no lo saludó porque quería entrar a su oficina. Se dio cuenta por los leves toques en su puerta.
—¡Pasa, pasa! —jadeó nervioso y acomodó disimuladamente su cabello—. Hannibal, ¿Qué tal?
—Buenas tardes Will, yo estoy bien, espero que tú igual. Venía a avisarte que Jack quiere vernos a ambos en su oficina, a las tres.
Jack era su jefe, si los llamaba a ambos por algo debía ser. Will no podía concentrarse en el comunicado, no teniendo a Hannibal sonriéndole a medias y vistiendo un hermoso traje marrón.
—¿Will?
—Oh. Sí, claro, perdón. Estaba enfocado en estas portadas… —habló entre un suspiro—. Ahí estaré, por supuesto.
Hannibal le dio un asentimiento con la cabeza y estaba dispuesto a irse, pero lo interrumpieron.
—Oye, Hannibal…
—¿Si? ¿Qué sucede, Will?
—¿Ya empezaste a hacer ideas para la nueva portada? —preguntó con duda. He ahí la razón de por qué no hablan fuera de lo profesional.
—Sí, he tenido algunas ideas. Debo perfeccionarlas de todos modos, pero algo tengo. ¿Y tú? —Lo observó con cierta curiosidad. Curiosidad que mató a Will.
Tener la atención de Hannibal lo ponía nervioso, pero a pesar de el cariño que le tenía, deseaba que una de sus ideas fuera elegida y tenía que tantear el terreno.
—Sí, estuve trabajando mucho en ellas…
Su compañero le hizo un sonido de afirmación. Como siempre, con Will era de pocas palabras. Miró a su colega detrás del escritorio esperando alguna otra cosa o ver si ya podía irse. Con temor Will preguntó.
—¿Te gustaría que hablemos de eso en el almuerzo mañana? Tú y yo.
Pudo ver como Hannibal formaba una sonrisa algo egocéntrica a su parecer, como de “lo sabía”. Se arrepintió al instante.
—No puedo. Almorzaré con Bedelia mañana.
El rostro de Will se apagó. Totalmente inesperado y esperado a la vez. Bedelia era la secretaria de Hannibal, y también modelaba algunos productos, por lo que era alguien importante. Era hermosa. Siempre los veía reír juntos, almorzar juntos. Muy unidos.
—Oh, genial… Lo imaginaba. No te preocupes.
Lo observó un par de segundos esperando que le dijera de hablarlo en la merienda o el almuerzo del día siguiente, pero la sugerencia no llegó.
—Bueno, puedes irte Hannibal —dijo con cierto desánimo y siguió con su trabajo luego de dar otro sorbo a su café.
Escuchó la puerta cerrarse y soltó un suspiro muy pesado.
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Animalitos (Hannigram)
Short StoryDesde que llegó ese hombre de gran porte llamado Hannibal Lecter, Will Graham no ha podido sacárselo de la cabeza, cayó plenamente enamorado de él. Lleva años sintiéndose así pero su compañero no lo notaba, no se interesaba en hablar de algo que no...