-¡te prometo por Dios que nunca hice algo malo con él!-. Casi grite y mi padre suspiro con fuerza.
-¡Francis! Baja ese tono de voz muchacho-. Me senté en la silla y sentí la mirada decepción de mi padre.
-tu hermano me dijo que ese señor tiene treinta y seis años-. Levante la mirada y ví como mi padre esperaba que yo dijiera algo.
-perdón.
-¿crees que un perdón arregla lo que hiciste? Dile a ese chico que pase para que vea que castigo le pondre-. Casi muero al escuchar la palabra castigo. Casi.
-¿que? No crees que es mejor simplemente dejarlo asi-. Sonreí como si de algo sirviera.
-¿dejarlo? No voy a dejar pasar a nadie que intente abusar a mi hijo-. Sentí como se me congeló la sangre y volví de la vida mil veces en un minuto.
-él no intentó nada conmigo-. Deje salir una queja y golpee al suelo varias veces con el pie.
-tal vez no lo logró-. Bufo. ¿Como cree tal estupidez?-Y no quiero quejas señorito-. Acomode mi traje y salí de habitación.
-¿todo bien?-. Sonrió Darius a mi lado. Solo porque ya está muerto no lo ahorco.
-no, estas jodido-. Le di una mirada y le sonreí sin gracia.
-¿tengo que entrar?-. Preguntó y puso su mano en hombro.
-si, y no me toques-. Quité su mano y camine con pasos largos a mi habitación.
***
Ya paso media hora desde que Darius fue a hablar con mi padre y no hay rastros de su estúpida cara.
-Lawrence-. Escuche la voz de mi hermana menor del otro lado de la puerta.
-¿que pasa Miranda?-. Abrí la puerta y ella dirigió su visita hacia mí.
-el chico alto y emo que trajiste esta en los calabozos-. El corazón se me paró.
-¿de verdad? Gracias Miranda, prometo que te daré algo por decírmelo-. Sonreí y salí corriendo a los calabozos.
***
DariusPlaneé muchas cosas y pensé muchos castigos pero no terminar encerrado con todos estos prisioneros de más cincuenta años.
-¿cuantos años tienes muchachito?-. Escuche la voz de uno y la piel se me erizo. Amor mío, ven a salvarme.
-tengo treinta y seis-. Sonreí aún sabiendo que esa edad no era taaan real.
-ja, no mientas-. Dos de los hombres se pusieron atrás de mí. Si muero díganle a Lawrence que yo me comí el chocolate que nunca encontró.
Escuche las llaves y sentí como los hombres se separaban de mí.
Solté un suspiro y escuche unos pasos muy conocidos.
Eran fuertes y parecían de esos soldados seguros de si mismo que le sacan la lengua a los niños en la calle.
Y así como lo pensé, Lawrence apareció enfrente de la selda.
-alteza-. Dijieron todos los hombres coordinados como si fueran el coro de la iglesia.
Lawrence los saludo y dirigió su mirada hacia mí junto con la de los demás.
-Darius eres un maldito pendejo, ¿que acaso no te sabes defender? Maldito estúpido-. Ahogó sus penas conmigo y abrió la celda.
Me jaló y cerro la celda de nuevo.
-si alguno de ustedes le dice a mi padre que saque a este emo de aquí tendrán que pagar una consecuencia no muy linda, ¿entienden?-. Preguntó Lawrence casi gritando ignorando que era como un chihuahua entre labradores.
Lawrence me tomó del brazo y me saco a rastras de ahí.
-gracias-. Sonreí aunque él no me veía.
-ten cuidado con ellos si es que llega a ver una próxima vez-. No dirigió su visita hacia mi.
-espero que no-. No hubo respuesta de su parte y eso es suficiente para saber que quiere que me calle.
Llegamos a su habitación y me tiro a la cama.
-atrevido, mejor un café primero-. Recibí un almohadazo.
-escuchame bien maldito cuernudo, si te vuelves a meter en problemas un otra vez te juro que te voy a tirar de la ventana hasta que aprendas-. Estaba de espaldas pero sabía que si su mirada pudiera volver a matarme ya estaría seis metros bajo tierra.
-bueno pero no me insultes porque lloró-. Solté una broma pero me di cuenta de que la cague cuando se volteo y ví sus ojos rojos.
-¡carajo no sabe lo preocupado que me tenías!-. Camino hacia mí pero solo bajo si vista.
-mierda, no sabía que de verdad te preocupaste tanto-. Tome su mano y gracias a Dios esta vez no la tiró.
-perdón por gritarte es solo que pensé que te habían hecho algo y que te iba a encontrar mal matado ahí-. Solté una risita sin gracia y se sento a mi lado.
-estoy bien, no te preocupes-. Aprete su mano y él suspiro.
-prometeme algo-. Dijo de repente y volví mi vista a él.
-lo que sea.
-no te metas en problemas otra vez, no voy a perdonarme si me dicen que esos hombres malditos te hicieron algo-. Levanto su vista a mi y genuinamente estaba asustado.
-lo prometo-. Le sonreí aunque él no lo hizo de vuelta.
-¿de verdad?-. Y soltó mi mano.
Intente tomarla otra vez pero evidentemente él solo quería una respuesta.
-si, prometido-. Sonreí otra vez pero esta vez él si me devolvió la sonrisa.
Y así nos quedamos viendo como idiotas mientras uno abría la boca y después se callaba.
-eres un tonto-. Sonrió y saco una hoja de mi cabello que no sabía que tenía.
-wow, no sabía que tenía eso ahí-. Sonreí de vuelta y el rodo los ojos.
-¿sabes lo que es un peine?-. Preguntó son sarcasmo y rode los ojos.
-¡no! Nunca supe lo que era eso-. Le devolvi el sarcasmo y ahora fue su turno de rodar los ojos.
-ven, te voy a peinar ese pelo que de seguro te salen hasta las chanclas de Moisés ahí-. Me jalo del brazo y me sento en una silla.
-si te duele no te quejes-. Sonrió y tomó un peine.
-estoy seguro que aunque lo diga no te va a importar-. Sonreí.
-bien dicho-. Sonrió de vuelta.
Me pregunto cuantas veces hemos sonreído.
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El jardín de las luciérnagas
خيال (فانتازيا)Lawrence, un príncipe que pronto tendra que ocupar la labor de su padre como rey decide ir al bosque para despejar su mente de sus futuras responsabilidades y escapar de los problemas, o eso es lo que él creía. Mientras caminaba por el bosque, el p...