Capítulo 3

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Louis se sentó en el restaurante abierto toda la noche cerca de su apartamento y leyó el archivo por decimocuarta vez mientras se comía el tocino y huevos. Los documentos tenían huellas de grasa y unas pocas manchas que no eran identificables, pero Louis no lo notó. Lo que estaba viendo eran los hechos del caso. Era uno de los casos más fascinantes que jamás había leído, y mucho menos participado. El asesino parecía escoger sus blancos al azar, no había ningún tipo de víctima. No tenía modus operandi del que hablar, y dejaba poca o ninguna evidencia detrás. La creencia actual es que la poca evidencia que se había recogido la había dejado intencionadamente, y las escenas donde los cuerpos fueron encontrados sin duda estaban preparadas.

Ocho asesinatos y contando. Los únicos dos que no habían sido colocados después de la muerte (o asesinados de manera creativa, como Louis pensaba) eran los de los agentes del FBI que habían estado investigando los asesinatos. Dos agentes entrenados, ambos con antecedentes militares, disparados a quemarropa en la habitación del hotel antes de que ninguno de los dos pudiera ni siquiera disparar un arma. Y la única razón por la que la Oficina atribuía sus muertes al asesino era porque estaban trabajando en su caso, y el FBI no creía en las coincidencias.

Louis sacudió la cabeza y suspiró, echó un vistazo a su reloj con un parpadeo.

—Joder —gimió, rebuscando en el bolsillo dinero para dejar sobre la mesa mientras recogía la información altamente confidencial y se la metía debajo de la chaqueta sin miramientos. Tenía cosas que hacer mañana, hoy, antes de volar temprano la mañana del lunes.

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Harry estaba sentado en su mesa de comedor, con una pila completa de copias de archivos extendidos delante de él. Detalles del caso, informes de autopsia, fotografías de las escenas, pruebas forenses... había mucho que leer, muchos detalles. Detalles que la mente analítica de Harry capturaba y filtraba. Había estado tomando notas durante horas tratando de identificar patrones, no en el caso en sí, sino en la estructura estándar de la investigación: donde se seguía con precisión, donde se diferenciaba, donde había lagunas en la investigación, donde había demasiada información inútil. Había habido tanta gente en este trabajo que era un desastre.

Todo eso, pensó, mientras se movía para tomar un bocado de la tardía cena del domingo, ensalada de pollo y uvas, era bastante fácil de seguir. Ya había decidido llamar a un par de agentes especiales para hacer unas preguntas; tal vez Taylor Swift de la Unidad de Análisis de Conducta de Nueva York podría ayudar. Revisaba asesinatos todo el tiempo y aunque este caso les estaba volviendo locos, podría explicarle algunas cosas. El asesinato no era precisamente su fuerte. Además, ella le debía un favor.

Un hombre no trabajaba en el FBI durante casi veinte años y no coleccionaba favores.

Suspirando, apartó las comparativas de los informes del forense que había hecho y llevó el plato al fregadero de la cocina, lo lavó cuidadosamente antes de limpiar el mostrador. Echó un vistazo al reloj de la pared, enderezó los hombros y movió el cuello. Tendría que salir más temprano para ir de Arlington a Dulles a las 05:30 para tomar el avión. E iba a necesitar cada pedacito de paciencia y fortaleza que pudiera reunir para soportar lo que sabía que venía.

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Era un vuelo comercial y los pases de abordar estaban esperando en el mostrador de la aerolínea. Louis movió la cabeza de lado a lado y se aflojó la corbata, murmurando infeliz mientras caminaba por el estacionamiento en el brumoso amanecer. Tenía la chaqueta sobre un brazo y dos bolsas de lona de ropa y equipo al hombro. Llevaba un maletín de cuero golpeado y marcado cruzado en el pecho mientras caminaba. Estaba corriendo porque llegaba un poco tarde, pero no estaba exactamente preocupado. Cuando llegó al interior, tenía la corbata torcida y la chaqueta del traje arrugada, se sacó el maletín por la cabeza y lo dejó caer de golpe para encogerse de hombros dentro de la camisa. Luego levantó todo de nuevo, recolocó las bolsas y se dirigió al mostrador de facturación.

Retirada (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora