Capítulo 35

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Cuando le indicaron que habían visto a Gustabo por la zona en dónde iba a iniciar el operativo, inmediatamente sintió que todo su cuerpo se volvía pesado, el miedo lo invadió y se volvió completamente loco, comenzó a gritar a todos para que peinaran la zona y disparo al aire cuando sintió que todo estaba yendo en picada, no podía perderlo, había luchado tanto por su bienestar y por ocultarlo de ese tipo, pero ahora mismo sentía que podía encontrarlo en un charco de sangre, estaba seguro que comenzaría a hiperventilar si no lograba quitar todos esos desastrosos pensamientos de su cabeza.

Los cielos parecieron responder a su desespero y la radio comenzó a contactarlo, cuando escucho: "Lo tenemos", no lo pensó dos veces y subió al auto para conducir rápidamente hacia esa zona, sus oídos se volvieron sordos por un instante e incluso los latidos de su corazón solamente podía presenciarlos por el potente latido en su pecho. Cuando llegó a la iglesia, bajo rápidamente del auto y saco su arma para comenzar a atacar en cuanto entrara, ya no tendría piedad con quién una vez fue su amigo.

Al entrar a la iglesia, olfateo el aroma de la sangre y con el corazón en la mano, entro en pasos sigilosos, escucho pequeños sollozos, pero no provenían de Gustabo; al acercarse, presenció y entendió todo.

-¡Jack!

-Michelle, ¿Qué cojones paso? ¿En dónde está Gustabo?

Conway rodeo el cuerpo de Roy, el cual se desangraba de un tiro en la cabeza. Rápidamente desató a su amiga y le ayudo a levantarse.

-No lo sé, el me salvó Jack, pero no se veía nada bien, estaba herido y sangrando.

-Mierda, ¿El no dijo nada?

-No, después de matar a Roy, simplemente se fue. Después te contaré mejor, pero ahora tienes que buscarlo.

No dijo nada más y salió corriendo de allí, subió a su auto y antes de arrancar, pensó detenidamente en los posibles lugares donde podría estar y comenzaría primero por el mecánico; arranco y dejo atrás a sus compañeros quienes recién llegaban a la iglesia, lo de su amigo ya estaba arreglado, no tenía otra preocupación en mente, solo Gustabo. Al llegar al mecánico todos lo miraron en silencio, sus pasos se escucharon en el suelo con estruendo y empujó a todo aquel que estorbara en su camino, llegó hasta el jefe de ese taller y lo tomo de las solapas del mono rojo que portaba.

-¡¿En dónde está?!

-Otra vez tu, ¿De que me hablas?

-¿En dónde está Gustabo?

Armando se soltó de su agarré y empuñó la llave inglesa que traía consigo. -¿Por qué debería saberlo?

-No me toques los cojones Gruas, si no me dices en dónde está, voy a quemar tu puto taller y a todos tus colegas los voy a meter a la trena, se quiénes son ustedes, yo lo sé todo. Así que empieza a cacarear o empezaré un puto operativo en el taller.

-El tema es que. . . No me asustas, puedes hacer lo que quieras, pero yo no sé en dónde está Gustabo, se fue hace días y no regreso.

-Ayudame a encontrarlo.

Armando soltó una carcajada. -¿Y tus agentes? ¿Son tan ineficientes?

-Es la única manera como te puedo perdonar que hayas matado a mis compañeros, que hayas tocado a Gustabo y sobre todo, que hayas tenido el puto descaro de casarte con el. Y te tengo algo mejor. . . Mataré a Kalahari delante de tus putos ojos.

La sonrisa de Armando desapareció y tomo su móvil, espero a que respondieran. -Toma un helicóptero y busca a Gustabo por el norte, dile a los demás que lo busquen en zona de playa.

-Yo seguiré buscando en el sur, llámame a este número si sabes algo de él.

Intercambiaron teléfonos y volvió a salir para seguir buscando por toda la ciudad, busco en barrios, zona rica e incluso busco en la vieja casa donde solían vivir, también en la casa donde pudieron haberse mudado, pero no había señales de Gustabo, estaba entrando en desesperación, ya no sabía que hacer, no tenía una sola señal de dónde podría estar y cuando su cuerpo lo pidió, detuvo el auto y se recargo en el volante, tomo su radio e hizo lo que estuvo evitando todo este tiempo, por ello había acudido a Armando y no a sus agentes.

-. . . Quiero que cierren carreteras y aeropuertos, pongan a Gustabo García en búsqueda y captura.

Si tenía suerte, sería el primero en encontrarlo y evitar su posible arresto, no podía quedarse a pensar lo peor, tenía que ser rápido y eficaz, por primera vez en su vida, se sentía perdido y sin esperanzas, tenía ganas de romper en llanto, nunca había sido creyente de ninguna deidad o santo, pero está ocasión, le rogo a los cielos para que le dieran una señal de que Gustabo estaba vivo, porque si no era así, entonces realmente no tendría sentido continuar con su vida, no había motivos, Gustabo era su motivo y su motor de vida, sin su presencia entonces estaba acabado y desecho.

Su móvil comenzó a sonar y detuvo el auto de frenon, respondió rápidamente con el corazón en la mano.

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-Grúas, ¿Encontraste algo?

-Somos brillantes. Está en el norte, zona de montaña cerca de un lago.

-Bien, estamos a mano.

-Aún no establezco mis términos, pero ya hablaremos de ello.

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La llamada termino y Conway condujo rápidamente en cuanto la ubicación fue enviada, debía ser discreto, no quería que Gustabo se sintiera nervioso ante su llegada, sobre todo porque si había visto que lo seguían, seguramente querría huir a otro lugar. Habían demasiadas preguntas que tenía, ¿Por qué había huido así? No lo entendía, pero cuando lo encontrará, sentiría finalmente esa calma y tranquilidad que necesitaba, haberse separado había sido un error, ahora lo entendía, nunca debió dejarlo solo, lo sabía porque el también se estaba volviendo loco por no saber nada de él y sabía que Gustabo prontamente estaba sintiendo lo mismo.

Al llegar al lugar destinado, bajo de su coche e indico por radio que las carreteras y el aeropuerto fueran nuevamente puestos en circulación, también ordenó que retiraran la alerta de búsqueda y captura, no dio más detalles, la intención principal era encontrar a Gustabo. Camino por la terracería y trato de identificar el lugar exacto, el lago aún se encontraba retirado de su posición, aún le lastimaban los golpes que le habían dejado, nunca pudo recuperarse del todo, pero eso no le impidió correr todo lo que sus piernas le permitieran.

Cuando escucho el ruido de agua corriendo, sintió que veía finalmente un poco de esperanza y sus labios formaron una sonrisa victoriosa cuando observó a su amado a la distancia, nunca pasaba desaparecida esa chaqueta roja, nunca creyó sentirse tan contento de verlo portarla, intento no gritar y no actuar desesperadamente, no quería asustarlo.

-Gustabo. . .
























Remin
Próximo capítulo final.

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