Negra Sangre I: Elegida (Completa)

CAPÍTULO 16 - PARTE 2 - LAIA: Dudas

** ADVERTENCIA **

EN ESTA PARTE SE DESCRIBE VIOLENCIA FÍSICA EXTREMA, Y SE HACE REFERENCIA A USO DE ARMAS Y TRÁFICO DE DROGAS. LEER CON PRECAUCIÓN. RECUERDA QUE TODO ES FICCIÓN.

Insomnia empezó a teclear con las dos manos, en dos teclados diferentes, y un montón de imágenes de varias cámaras empezaron a aparecer. Laia pudo por fin localizar nítidamente al grupo de Coven, Semyon y Ciro, entrando en una calle que aparentemente no tenía salida. Se encontraron frente a frente con un grupo numeroso de hombres, todos ellos bastante mal encarados por lo que pudo apreciar, y fuertemente armados.

—¿Tanto miedo tienen a Coven para ir armados hasta los dientes?

—Aunque no lo creas, la fama de Coven entre las bandas de narcotraficantes traspasa fronteras, más allá del continente europeo incluso —le explicaba Insomnia—, y una de las razones es porque más de uno sabe de su naturaleza, no en este caso, y también por su fama de despiadado. Ahí donde lo ves siempre con su sonrisa puesta y sus aires de galán desinteresado y jovial, siembra el pánico entre los que intentan burlarle. —Laia se acordó entonces del incidente en el puerto de Amberes, pero en ese caso no había matado a nadie, solo había amenazado al tal Ulrich—. No se anda con tonterías, mata sin pensárselo dos veces.

—Es de locos —fue lo único que pudo responder. Ni siquiera sabía si podría mirar.

Por el momento parecían hablar. Coven como siempre de brazos cruzados, tranquilo y serio. Ciro lo imitaba y Semyon tenía las manos en los bolsillos mientras escupía a lo que estaba diciendo un capo, visiblemente enfadado.

—Estos cabrones van a cenar de lo lindo —comentó Insomnia celosa—. Es injusto que Jules y yo por no saber luchar, cenemos la mitad. Semyon y Ciro se atiborran en estas salidas. Incluso Coven se da un caprichito.

—¿Cuánto bebes normalmente? —preguntaba Laia mientras observaba las discusiones entre los irlandeses y Coven.

—Coven recomienda uno por semana —contestaba su amiga mientras empezaba a hacer montones de cosas indescifrables en otro ordenador. Laia pudo adivinar que estaba haciendo algo para evitar que la policía de Colonia llegara, estuviera cerca, o si lo estaba, saber dónde y avisar a Coven—. Normalmente tenemos un día asignado cada semana, pero mira éstos, buffet libre por saber descuartizar matones.

—¿Eres feliz como óbito? —le preguntó, pensando en lo que más reparo le provocaba de la vida de un óbito: matar. ¿Cómo vivían con ese lastre?

—Bueno, me hace feliz lo que hago, y Coven paga bien —reconoció ella.

—¿Cuánto? si no es indiscreción...

—Barra libre en su cuenta corriente —contestó con una carcajada—. ¡Soy hacker! ¡La mejor! Tengo acceso a sus cuentas bancarias; la de todos los vampiros, pero solo me deja coger de la suya.

—¿Lo que quieras?

—Realmente todos tenemos acceso a ella sin límite, los cuatro que trabajamos para él y todos los vampiros. Así funcionan ellos. ¡Están podridos de dinero! Les da igual diez que diez mil. Además, mírame; en qué me podría gastar mi sueldo, si vivo y trabajo aquí el día entero por propia iniciativa. Pero reconozco que me desvío bastante mensualmente a mi propia cuenta, por si algún día me da un impulso y me quiero pagar una señora jubilación —confesó guiñándole un ojo—. Esto se pone serio... vamos a divertirnos, y hemos encontrado una buena cámara. Seguro que esto el jefe ya lo ha pensado.

—¿Quiere que yo lo vea? —preguntó incrédula. Eso era bastante sádico.

—Tienes que adaptarte y acostumbrarte al mundo de los inmortales sedientos de sangre. Esto no es el cine.