Kim Minji odia las cosas del amor, y sobre todo, las novias. Su madre desea que tenga una pareja para que así sea feliz y deje de ser tan amargada, así que decide "alquilar" a una chica con una preciosa sonrisa, Kang Haerin, para que sea la novia de...
La convivencia sana no fue para nada difícil. Haerin era, en pocas palabras, alguien colaborativa si se hablaba correctamente con ella.
Algo que Minji aprendió a las malas luego de haberle ordenado que no se colgara de su cuello y Haerin le concedió su deseo, pero no sin antes humillarla por todos los pasillos de la universidad cuando imprimió una foto de su cara con un SE BUSCA y le preguntaba a la gente si había visto a su lindo osito.
Recordar ese episodio hacía que su rostro ardiera en vergüenza.
Además, su mamá parecía encantada con Haerin, que la pasaba a buscar todas las mañanas con su envase lleno de pastelitos. Su mamá solía comprarle varios todos los días, y Minji solía comérselos a escondidas para no admitir lo buenos que eran.
Incluso había comenzado a llevarse bien con sus amigas, en especial con Hanni, en tanto Haerin generó también cierto acercamiento con Danielle, juntándose de vez en cuando.
La única que parecía mirarla feo era la cara de alce, pero Minji la pasaba por alto siempre.
Incluso ahora que Haerin estaba recostada en sus piernas, jugueteando con su cámara fotográfica. Frente a ella, Hyein estaba sentada hablando con Danielle, acariciándole el cabello a Hanni de forma distraída.
—Sonríe, gatito —dijo Haerin mirándola por el lente de la cámara.
Haerin le había contado, semanas atrás, que estaba estudiando Fotografía y que luego pensaba seguir estudiando Artes.
Su falsa novia no le había hablado en dos días luego de decirle que encontraba que era una carrera sin futuro.
—No me saques fotos —regañó Kim cubriendo su rostro.
—Pero si tu cara es muy linda —Haerin le acarició la mejilla, sin dejar de sonreír—. Eres como una modelo, como la típica chica mala de la escuela que tiene a todo el mundo loco.
Minji desvió la vista, pero sintió sus mejillas un poco ruborizadas. Chocó con la mirada burlona de Danielle y chasqueó su lengua.
—Me estás avergonzado —regañó pellizcándole la oreja a Haerin, causando que se riera.
—Somos novias —le sacó la lengua—, puedo avergonzarte todo lo que quiera.
—Es divertido, saben —dijo de pronto una maliciosa voz, y levantaron la vista para encontrarse con una sonriente Hanni—, llevan saliendo un mes, pero nunca las he visto besarse. ¿Y tú, chick?
Haerin se enderezó, repentinamente pálida, en tanto Minji tragaba saliva.
—Nope —Hyein las miró con una ceja enarcada.
—¿Tú, chica robanovias?
Oh.
¿Qué?
Hanni fulminaba con la mirada a Danielle, que esbozó esa típica sonrisa de medialuna que sólo ella poseía, mirando a Hanni con diversión.
Hyein tragó saliva, metida entre ellas dos.
Haerin quiso reír ante la situación si no hubiera estado en problemas.
—No, aunque a veces veo a Minji mirándole el culo a Hae.
Bueno, bueno...
¡¿Qué?!
Minji desvió la vista, humillada, mientras Haerin ocultaba su rostro entre sus manos.
Hanni soltó un resoplido, disgustada.
—Si son novias, ¿por qué no se besan? —las miró con desafío.
Haerin tenía la mentira perfecta, por supuesto.
—Minji es demasiado reservada, ustedes saben...
Pero no pudo terminar su frase cuando de pronto Minji la tiró al suelo, chocando su boca con la suya, y todo pensamiento coherente se esfumó de su cabeza.
Sí, también podían besarse para librarse de ese pequeño problema.
Porque, ¿qué podía salir mal si se daban un beso?
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