El mundo ha sido renovado después de una catástrofe natural hace más de mil años en el siglo XXI, han surgido solo diez naciones que mantienen el equilibrio de la naturaleza y la vida humana estable. Cada una tiene su papel en el Nuevo Mundo; por co...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La noche caía sobre el reino de Tyrus, cubriendo los muros del castillo real con una sombra ominosa. En el gran salón, iluminado solo por el parpadeo de las antorchas, el rey Tyrus se sentaba en su trono de ébano, rodeado por sus consejeros más leales y su séquito de servidores.
Con una mirada gélida, Tyrus observaba un mapa desplegado sobre la mesa ante él, marcado con los límites de su reino y las fronteras de las naciones vecinas. Sus ojos relampagueaban con una mezcla de ambición y desdén mientras trazaba estrategias para expandir su dominio y someter a sus enemigos.
Su único tío, el Primer Consejero Real, mira a su sobrino con ojos cautelosos. Siempre teme en hacer a su sobrina enojar, ya que tiene un muy temperamento.
Tyrus, ¿quieres atacar a las horas de la noche? El mar se pone muy peligroso, en especial por esas aguas mágicas. -Agrega Syder, preocupado por ellos mismos y los hombres de combate.
Tyrus levanta la vista del mapa con una mueca de desdén, sus ojos centelleando con un brillo peligroso. - No me importan los peligros, tío. Eso ya debes saberlo, esto es solo el comienzo-, responde con voz fría y autoritaria. - El miedo es para los débiles. El mundo debe temblar ante mí, tanto de día como de noche.
El Primer Consejero Real asiente con gesto sombrío, sabiendo que es inútil tratar de disuadir a su sobrino cuando está decidido a actuar. Sin embargo, una preocupación persistente pesa en su mente mientras observa a Tyrus trazar sus planes con implacable determinación.
- Entiendo, mi señor -, responde Syder con una inclinación de cabeza, ocultando su preocupación tras una máscara de lealtad. - Las aguas mágicas son impredecibles y pueden ser tan traicioneras como cualquier enemigo humano. No subestimes su poder, vamos a ir muy bien preparados.
Tyrus suelta una risa despectiva, desestimando las advertencias de su tío con un gesto desdeñoso. - Conquistaré esas aguas y todo lo que se interponga en mi camino.
Con esa declaración, Tyrus se pone de pie con una determinación feroz, sus ojos fijos en el horizonte más allá de las paredes del castillo. La guerra se cierne en el horizonte, una guerra que comenzará él mismo sin ningún remordimiento, y nada detendrá al rey Tyrus en su búsqueda de poder y dominio absoluto.
Con la determinación ardiente en su mirada, el rey Tyrus sube a bordo de su imponente barco de guerra, flanqueado por sus fieles soldados y comandantes. El aire está cargado de anticipación y tensión mientras los hombres se preparan para partir hacia las aguas mágicas, listos para enfrentar cualquier desafío que se les presente.
Los guerreros de la realeza se alinean en cubierta, cada uno imbuido con habilidades extraordinarias que los hacen temidos en el campo de batalla. Algunos destacan por su fuerza sobrehumana, capaces de derribar a sus enemigos con un solo golpe, mientras que otros dominan el fuego y el agua, controlando estos elementos con una destreza mortal.
