DEREK.
Conduzco el auto apretando el volante con tanta fuerza que tengo los dedos blancos.
No puedo ir a casa así.
Detengo el auto en la orilla de la carretera, levanto mis manos y evidentemente están temblando. Las cierro en un puño y echo mi cabeza hacia atrás.
— Cálmate Derek — me susurro a mi mismo, aunque sabía que eso no iba a funcionar.
Sólo había una solución para esto.
Tomé mi teléfono con las manos temblorosas, y como pude marqué el número de un viejo amigo.
1...2...3...tonos y contestaron al otro lado de la línea.
— Vaya... Por fin te dignas en llamarme.
Me quedé un momento en silencio, intentando regular mi respiración.
— Está pasando de nuevo, ¿Cierto?
Cerré los ojos para poder controlarme.
— Si... — fué lo único que pude decirle.
Escuché que emitió un suspiro.
— Te enviaré la dirección, no te muevas ni hagas una locura.
Colgué y me recliné en el asiento. Cerré los ojos y respiré profundo.
¡Maldición! Odio sentirme así. Si no fuera sido por ese maldito suceso...
Pero antes de que mis mente recordara lo sucedido esa noche, mi móvil sonó en avisó a un mensaje:
— Priston, calle 8, Golden bar.
Esbocé una sonrisa de satisfacción al ver la dirección. Yo nunca me equivoco cuando de trata de mi mundo.
Me pongo en marcha hacía ese lugar. Sólo necesito estár ahí y volveré a estár bien. Sólo necesito llegar allí.
— Todo estará bien Derek — me repito a mi mismo.
No sé cuánto tiempo estuve conduciendo, sólo sé que cuando me dí cuenta estaba frente al bar. Me bajo del auto y ni siquiera me preocupo por asegurarlo.
Lo único que quiero es calmar lo que me está pasando.
Entro al bar azotando la puerta con fuerza, todos los presentes se me quedan mirando pero yo sólo me concentro en el bartender.
— Buenas noches señor, ¿Qué desea beber? — me pregunta mientras limpia un vaso.
En ese momento me percato que no pedí la palabra clave por andar de apurado, pero entonces mi teléfono vibra con la llegada de un mensaje. Lo abro y allí estaba lo que estaba necesitando.
— Abismo — repito la palabra escrita en el mensaje.
Él bartender me mira como si estuviera buscando algo en mí, por ende endurezco mis rasgos para que sepa que no estoy para estupideces.
— Espere un momento — me dice yéndose a un lado del estante en donde están las botellas de alcohol.
En un lado de ese estante ahí un espacio, justo en ese espacio hace un par de toques con mucha cautela, inmediatamente sale un chico por una puerta que está muy bien camuflajeada.
— Pasé por aquí señor — me abre pasó para que entre a la parte interna de la barra y me encuentre con el otro chico.
Él otro chico no me dice nada, sólo me tiende un brazalete escarlata que me identifica con lo que soy.
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Mirada Gris
Teen FictionOjos. Se dice que los ojos son la ventana del alma, y que un vistazo a ellos te hará saber la historia detrás de cada persona. Pero existen personas enigmáticas que no son tan fáciles de leer, que no te dejan ver su historia y que sin darte cuenta t...