Joe había estado bebiendo y trabajando con Raúl, el amigo de su padre en México, en un rancho maloliente y alejado de la civilización.
No quería admitirlo, pero extrañaba a su padre y a sus amigos con los que salía a borracheras. Puede que tuviera sus diferencias con Silva, pero era su padre, a fin de cuentas, y sabía lo duro que era para un solo hombre llevar un rancho. Lo había visto trabajar de sol a sol y no se estaba haciendo cada día más joven.
Había tenido mucho tiempo para pensar y había llegado a la conclusión de que todo era culpa del sheriff. Jake había envenenado durante años la mente de su padre y luego la de la puta de Sally. Joe no había tenido más remedio que matarla y todo por culpa de Jake.
Las noches en el desierto no eran nada frías, y más con la ayuda del alcohol, pero siempre estaba inquieto cuando se ponía el sol. Sabía que tarde o temprano lo encontrarían y, aprovechando la oscuridad de la noche le pegarían un tiro entre ceja y ceja.
Pasaron unas semanas antes de que, estando en los establos, escuchará relinchar a un caballo. Supo en ese momento que iban por él.
Cuando vivía con su padre siempre había actuado de manera despreocupada porque sabía que él le cubría las espaldas, pero había aprendido bien a cuidar de sí mismo ese mes y siempre dormía ligero con una pistola cargada a la altura de la mano.
Su padre le había enseñado a disparar bien, pero estaba borracho y cuando un tipo entró en la casa apuntándole con un arma Joe falló el tiro, que solo le rozó. Rodó sin elegancia para caer al suelo y gastó dos disparos para darle en el maldito pie. Sí no hubiera llegado a entrar Raúl en ese momento, distrayendo al matón, tenía por seguro que ya estaría muerto.
Joe consiguió levantarse y correr hacia el establo, sorprendentemente rápido a pesar de su cojera.
Mientras tomaba uno de los cabellos escuchó otro disparo, pero no podía detenerse. Solo esperaba que Raúl estuviera bien.
Debía ir con su padre, era la única opción que tenía. Solo esperaba que Jake no estuviera esperándolo.
Con un poco de suerte, el disparo que le había dado su padre lo había matado. Es lo que tenía que haber hecho hacía mucho tiempo. Sí Jake hubiera estado muerto ellos habrían podido tener una vida feliz, Silva habría encontrado una buena mujer con la que casarse de nuevo y él seguiría con Sally.
Si Jake no estaba muerto no importaba, lo mataría él mismo y sacaría a su padre de aquel asqueroso rancho y se irían a vivir juntos muy lejos.
***
Jake despertó ese día bastante temprano y con un mal presentimiento en el pecho. Aunque se disipó un poco al ver a Silva durmiendo a su lado.
Estar juntos había sido mejor de lo que creyó y se había olvidado de sus obligaciones, aunque sabía que muy pronto tendría que volver a su vida normal.
Su mano se posó en la espalda desnuda de Silva y la recorrió hasta llegar hasta su a nalgas. Las contorneó, disfrutando de su firmeza antes de apretar una entre sus dedos.
Silva gimió y giró el rostro, mirándolo de reojo con ojos soñolientos pero las pupilas dilatadas de excitación.
-Alguien se ha despertado de humor.
-Así me tienes... es toda tu culpa
Jake suspiró sonriente y se acercó a Silva para besarlo, sintiendo como sus bigotes chocaban entre sí.
-Tengo que irme... sabes que este día iba a llegar.
Silva se giró para atraparlo entre sus brazos, sus ojos mirándolo con tristeza, pero sus labios intentando simular una sonrisa.
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Almas perdidas ~Strange way of life~
Fiksi Penggemar"...alguna vez me preguntaste que harían dos hombres viviendo juntos en un rancho. Te lo responderé..."