Capítulo 1: Tiempo

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La noche se hacía con el manto celeste en aquel momento, el reloj de la estación marcaban las 8 de la noche hora del centro, una leve neblina se alzaba entre los pasillos y alrededores de la estación mientras el joven esperaba, se mantenía de pie mientras veía como la gente iba y venía, subía y bajaba, sus secos pasos haciendo eco por todo el andén, era como si las propias pisadas de los transeúntes se volviesen una monótona melodía, sin algún tipo de complemento, solo ritmo, un ritmo constante que se hacía tedioso con el paso del tiempo
La gabardina oscura se movía levemente por la brisa, gélida como siempre en estas latitudes, era, sin lugar a dudas, una forma de expresar el pasar del tiempo que tan lento se hacía en ese lugar.

Los ojos cafés entonces se dirigieron hacia el próximo tren que ya estaba frenando, la estación se llenó del lamento del acero mientras las luces se hacían pasar, poco a poco, la bestia de metal se detuvo por completo y la gente hizo el mismo proceso una vez más.

Pero algo hizo que el joven cambiase su actitud de espera y paciencia, a una de cierta apatía y disgusto; vió pues como del vagón bajaba otro joven de abrigo pardo, sus maletas eran grandes, podía verse que tenía planteado el pasar un buen tiempo por aquí.

-¡Oye! ¡No creí que te vería aquí tan tarde!- exclamó el joven del abrigo con su voz risueña
-Llegas 2 horas tarde y espero que tengas una buena explicación, Isaac- respondió el joven de gabardina -Si hubiera sido la hora de ir a clases seguro que el profesor "Schwarzenberg" te hubiera dejado fuera del instituto por el resto del semestre-

-Oye, no seas tan amargado, aún faltan 2 días para que empieze la "tortura"; relájate Hernán- respondería Isaac con una sonrisa -Siempre vives malhumorado, te va a dar una hipertensión si sigues así-

Hernán, aligerando su tono, se acercó a su amigo, mucho tiempo era el que no se habían visto y menos concordado para verse alguna vez, era algo relajante, la oscuridad dejó su espíritu tras escuchar las palabras de Isaac, que siempre habían complementado la personalidad férrea que tenía el joven de gabardina oscura.

Tomando su maleta para ayudarle, este le dió un abrazo de bienvenida, era bueno volver a tener un camarada tan cercano y querido devuelta tras un largo tiempo de vacaciones, las cartas no bastaban para poder entenderse con su hermano del alma, su amigo y fiel escudero
-Es bueno verte de nuevo hermano- Dijo Hernán con un tono bajo y alegre.

-En estos tiempos, siempre es bueno tener a gente que te cuide la espalda; y quién mejor que tú para hacerlo- respondió Isaac dándole unas palmadas en la espalda a su amigo.

Los dos se separaron del abrazo y tomaron rumbo fuera de la estación, los pasillos parecían cada vez más vacíos en lo que el tiempo avanzaba, más desconcertante era el ver cómo las calles también empezaban a vaciarse tan temprano, todos parecían caminar más rápido, como cangrejos que huyen a sus agujeros en la playa al ver que un niño se acerca a ellos para intentar tomarlos, los dos jóvenes observaban cautelosamente, los faroles apenas parecían velas tratando iluminar una mansión completamente a oscuras, las vacías calles de la ciudad.

-Jamas he visto a la ciudad así; ¿Es por los avistamientos, no es así?- preguntó Isaac mientras observaba el negro oscurecer de las calles, su voz se volvía más seria con el tiempo que pasaba.

-Seguramente, según el periódico, hubieron 2 criaturas sueltas los anteriores días, a saber que ocurrió después o quien las invocó, valla que el concilio movió cielo y tierra para evitar que se hiciera más grande de lo que ya es- aclaró Hernán .

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