Una familia de película

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Llevaba años esperando aquel momento y ni siquiera era consciente. Por fin sentía alegría y esperanza. No habíamos empezado las clases, pero por lo menos, nos encontrábamos en mitad del bosque con una cerveza en la mano y hablando de la vida.

- Quien iba a decir que nos volveríamos a ver algún día-. Me dijo María.

Después de nuestros piques en la furgoneta, ya estábamos en paz.

- Cierto-. Dije con el viento azotándome en la cara. Libertad, creo que esa es la palabra adecuada para describir lo que sentía. No tenía presiones de ningún tipo y estaba con gente que, al parecer, tenía el mismo sueño.

- ¿De qué habláis? -. Preguntó Paula acercándose a nosotros.

- De las casualidades de la vida-. Respondió María con una sonrisa.

- Deberíamos brindar-. Dije, contento.

- Me parece una buena idea-. Aportó Paula.

Llamamos a todos para que se acercaran con sus respectivas botellas.

- Brindemos por esta experiencia que el señor Forrest nos ha otorgado-. Exclamé con la botella en alto.

Mis nuevos compañeros y yo, estábamos felices, celebrando el inicio de nuestra nueva vida, una vida que jamás habíamos pensado que tendríamos la oportunidad de vivir y no, no soy un exagerado, soy una persona que después de tanta mierda, ha aprendido a apreciar los momentos realmente importantes.

A las nueve de la noche nos encontrábamos ya todos metidos en nuestras habitaciones. El horario que nos había dado el profesor era ese y a las nueve de la mañana deberíamos estar despiertos para comenzar con la primera clase. Me recordaba un montón a mi etapa en el colegio, salvo que la persona que se escondía dentro de mí, parecía otra completamente diferente.

- No hay cámaras-. Escuché decir al profesor, que se encontraba en la habitación de Saúl, la cual estaba pegada a la mía.

- Abajo hay un set de grabación, así que no me mientas -. Respondió Saúl alterado.

- Si realmente no confías en mí, ¿Por qué has venido?

- Quiero cumplir mi sueño.

- Pues deja de ser tan paranoico. A nadie le interesa tu vida-. El profesor parecía enfadado, pero yo lo estaba más todavía, ya que no me dejaban dormir.

- ¡A ver si nos callamos un poco! -. Grité cabreado con la almohada tapándome la cabeza.

En ese momento dejé de escuchar voces y el silencio inundó la escuela de nuevo. El primer día, había estado guay, había sido como el recreo más largo de mi vida.

- ¡Arriba! -. Forrest nos despertaba a todos aporreando la puerta y dando voces.

- Son las 9:01, mi alarma estaba a punto de sonar-. Dijo Ernesto en medio de un bostezo.

- Si digo que a las nueve arriba, no tardáis ni un minuto en hacerme caso, ¿Entendido?

- Por dios, estamos en una escuela de cine, no en una militar-. Dijo Amapola cansada.

- ¡Todos al piso de arriba!

Era increíble, no me había dado tiempo ni a darme una ducha para despertarme y ya me estaban exigiendo comenzar las clases. Esto iba a ser más duro de lo que pensaba.

La tercera planta era, como bien había dicho el profesor, la clase. Tenía una pizarra de tiza grande al fondo, junto a una pequeña pantalla de cine. En el resto del aula se encontraban las mesas y las sillas y algún que otro armario con artilugios utilizados en el mundo del cine. En cada mesa había un cuaderno y un boli.

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