diez.

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advertencia: contenido levemente sexual
al final del capítulo. si quieren, pueden NO leerlo.


cuando regresan al hotel durante el atardecer, cada uno toma su propio camino. él junto a otros de sus amigos se dirigen directamente hacia la cafetería, pidiendo todos una bebida caliente para sus cuerpos fríos.

le tiemblan las manos cuando agarra el café, suspirando de alivio una vez que el calor de la bebida comienza a colarse a través de sus guantes de lana.

se atreve a decir que este fue el día más frío desde que se encuentran en el país, obligándolos a llevar varias capas de ropa de invierno.

—¿se te pasó un poco el frío?—pregunta felipe mientras camina hacia él, sentándose justo a su lado en el cómodo sillón.

—si, un poco...

bebe un trago largo de su bebida, disfrutando la sensación del líquido caliente bajando por su garganta. poco a poco siente el frío crudo desaparecer de su cuerpo.

un silencio los envuelve luego de eso, pero está lejos de ser un silencio incómodo.

si hay algo que le gusta de pasar tiempo junto a su amigo, es que siempre pueden disfrutar de un momento de silencio sin que este se torne incómodo para alguno. es por eso que siempre que quiere aliviar un poco su cabeza de pensamientos invasivos, va con él... sabe cuando escuchar y cuando aconsejar.

y nuevamente, sin darse cuenta, termina pensando en la pregunta que blas hizo unas noches atrás.

realmente se niega a creer que felipe pueda verlo como algo más allá de un buen amigo, un mejor amigo.

con disimulo, mira al más alto a su costado. está mirando hacia donde el resto de sus amigos se encuentran, riendo y haciendo bullicio en medio de la cafetería.

pero cuando sus ojos se cruzan, puede ver aquella misma mirada cálida que su amigo siempre le da. felipe sigue siendo el mismo, nada cambió en él o en su amistad.

—¿qué me miras tanto?—pregunta el más alto mientras se ríe tímidamente.

—te quiero, pipe.

y antes de que el otro diga algo más, se acerca a él para abrazarlo con cariño. siente una calidez interior cuando el otro corresponde su abrazo, acariciando su espalda en busca de aliviar cualquier malestar en él.

[...]

de alguna forma, termina la noche con el pelinegro sobre él. los dos se besan con intensidad, disfrutando la boca del otro sin pudor alguno.

las manos ajenas aprietan su cintura, tomándolo firmemente para que no pueda moverse sobre las sábanas. sus propias piernas rodean las caderas del otro, acercándolo tanto a él como sea posible.

suelta un jadeo en medio del beso fogoso que comparten cuando el más alto muerde su labio inferior, tirando de él mientras sonríe inocentemente. sus manos sobre los rulos oscuros jalan con fuerza en un intento de hacerlo sentir lo mismo.

—d-duele.—se queja, logrando así que blas se apiade de él y deje libre su labio adolorido.

vuelven a besarse, con la necesidad de sentirse mutuamente. sus bocas no pueden permanecer mucho tiempo alejadas a este punto.

me encantas.—la voz grave del pelinegro llena su mente, enviando un escalofrío por su cuerpo tembloroso.

siente una de las manos grandes y fuertes del más alto tomarlo por la mandíbula, obligándolo a no moverse mientras ambos se miran fijamente.

—decime que vos también queres lo mismo que yo.—pide blas en un susurro. su voz entorpece sus sentidos.

y aunque cree estar seguro sobre a lo que se refiere el otro, decide jugar un poco con él. después de todo, nunca es mal momento para molestarlo.

—¿qué es lo que vos querés?—pregunta, fingiendo estar confundido.

vos sabes bien que quiero.

y sonrié cuando el pelinegro se acerca más a él para besar cortamente sus labios.

luego una nueva ola de excitación lo golpea fuerte cuando el más alto acerca su boca directamente a uno de sus oídos.

—te quiero coger.

atrae al otro hacia un beso hambriento cuando aquellas palabras lo chocan, sintiendo todo su cuerpo caliente de repente.

con un movimiento rápido y ágil que toma desprevenido a blas, logra cambiar sus posiciones. se sienta a horcajadas sobre las caderas del pelinegro, con sus rodillas a cada costado sobre el colchón.

—¿entonces qué estás esperando?

tensión ; juan x blas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora