sos mi dios 》montiel/palacios.

único

esto es mitad (bastante) cache estando celoso y la otra mitad smut. ojalá les guste, gracias por leer! @/ssilentcry en ao3 <8

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Gonzalo era muy chiquito cuando le pidió al club una pieza en sus instalaciones debido a todo el viaje que tenía que hacer desde Virrey. Más bien, Gallardo había sido quien le echó el ojo en reserva y buscó que se sintiera lo más cómodo posible; a partir de allí, habló con él casi todos los días y se aseguró, incluso siendo el director técnico de la primera, de que nunca le faltara nada y siempre tuviese alguien con quien hablar, como un auténtico padre. El tema es que si Gonzalo era chiquito, Exequiel lo era aún más. Una especie de niño prodigio que la venía rompiendo desde novena y que era dos años menor que él, ergo, mudarse dentro de River y pasar tanto tiempo alejado de su familia era una completa locura.

Pero lo había hecho por él. Era cierto que Gonzalo a los 17 no era muy social y parecía sacado de una revista sobre tribus urbanas, pero era eso: solo una apariencia. Y Exequiel había sido uno de los primeros que comenzó a cruzárselo seguido por los pasillos y a quien la curiosidad le ganó tanto como para hacerse su amigo. De un momento a otro, Gonzalo ya no dormía solo y Gallardo dejó de estarle encima todos los días, porque supuso que aquel golden retriever encerrado en el cuerpo de un chico de 15 era uno de los motivos por los que no solo Gonzalo había levantado el nivel, ganándose un lugar fijo en el equipo de reserva, sino que también estaba sonriendo más, haciendo chistes más tontos.

Fue simple: Exequiel decidió que iban a ser mejores amigos e iban a debutar a la par y Gonzalo no tuvo otra. Jamás fue reacio a la idea. Es más: para sorpresa de nadie, Exequiel terminó debutando antes, aunque Gonzalo lograra asentarse más rápido y convertirse en un indiscutido hacia fines del 2017. Ahí es donde empezó todo el viaje. Él era continuo y estable, pero Exequiel era tan explosivo que de un día al otro se metió al equipo titular en la Copa e hizo un gol. Y nadie lo discutía y pasaba desapercibido como otro gran acierto de Gallardo por más de que todos supieran, Gonzalo incluido, que incluso sin un entrenador como él, Exequiel se hubiera hecho figura de una forma u otra. De prepo. Como casi todo en su vida. Como haberse mudado con Gonzalo a los 15 y como haber ganado dicha Copa, la primera que jugaba, meses y partidos suspendidos después.

Gonzalo nunca había sido envidioso. No estaba en sus genes. Era la persona más buena que Exequiel conocía: se lo repetía todo el tiempo, así como el hecho de que amaba estar con él porque le transmitía tranquilidad y apostaba a que podía dormirse en su falda mientras Gonzalo le acariciaba el pelo hasta que tuvieron que comprobarlo. Así que cuando empezó un nuevo año, y Exequiel ya desde hacía varios meses pintaba para algo gigante y cada vez más gente de traje y acentos raros venían a verlo jugar se puso contento por él. Claro, Gonzalo se acordaba de absolutamente todo lo que hablaron esos días de juveniles y sabía que Exequiel no hacía promesas en vano, pero a esta altura, era casi imposible que los vendieran a los dos al mismo tiempo. Sobre todo porque Gonzalo quería quedarse y sabía, escuchaba que el club negociaba por Exequiel todos los días, todo el tiempo.

Como mejor amigo, estaba ahí para apoyarlo y acariciarle el pelo cuando estaba demasiado estresado. Pero había una parte de todo el boom que no le gustaba y que poco tenía que ver con un sentimiento fraternal que se había convencido de que tenía para no irse por las ramas. Todo el tiempo tenía que cuidarse de no irse por las ramas. Este año en específico, Exequiel había... crecido físicamente. Se había puesto más grandote. Le molestaba más que nada porque si él lo notaba entonces todos lo notaban, y ya nadie lo veía como el tierno juvenil que además era un crack jugando a la pelota.

Gonzalo quizá sí estaba un poquito celoso. El problema era que por muy bueno que estuviera Exequiel seguía siendo un hombre de dos años menos que era brillante para algunas cosas pero tan tan boludo para otras. Por supuesto que jamás iba a darse cuenta de lo que pasaba a la primera, o a la segunda, o incluso a la tercera.