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Narrador.
Camila se levantó con la mejor cara de orto. Cada vez que se acordaba de aquella situación, tenía ganas de ir y decirle de todo a Danilo.
Camino hasta la heladera, para agarrar la leche. Cuando ya estaba cerca, vio que había una notita pegada, acerco su cara, quedando más cerca de la notita, y la leyó.
"Cami, Mamá, papá y los 3 moustritos, no vuelven hasta mañana. Yo estoy con Danilo en la canchita. Si queres venite, vamos a estar hasta las 14:00"
Fruncío el ceño.
No quería estar con Danilo.
Pero, si quería ir a la canchita y estar con su hermano.
Lo medito por unos segundos, pero finalmente accedió ir.
Camino hasta su cuarto y se cambió.
Se puso una remera de boca que le quedaba un poco ajustada, con un short negro.
Salió de su casa, esperando llegar a la cancha.
Fue cuando, escucho esa voz asquerosa, que los pelos se le pusieron de punta.
Danilo.
Estábamos esperando a Camila, pero no llegaba. Carlos, no estaba preocupado, pensó que, tal vez, no quería venir.
—Vamo' a buscarla. — sugerí.
— Dale, vamos. — nos paramos y nos subimos a mi bici, que pague con mi plata .
Nos subimos, yo al volante y Carlitos al costado de las ruedas, tenía dos palos para que vaya atrás parado.
Pedalee más lento al estar más cerca de la casa de mi amigo, estaba cansado.
Cada vez que los acercábamos más, unos gritos se escuchaban. No nos pareció tan raro, en este barrio pasa de todo.
— Pobre la piba que está ahí. — Carlos solto una carcajada.
Cada vez más cerca, los gritos eran más fuertes.
— Para un toque,¿eso' no son los grito' de camila? — empecé a pedalear más rápido.
— ¡Si! ¡Boludo apúrate! — gritó.
Mis piernas empezaron a doler de lo rápido que pedaleaba.
Nos bajamos rápido de la bicicleta, y ahí, estaba Hernan y Camila.
Hernan la estaba tocando.
Camila.
— ¡Basta hernan! — grite, pero nadie me escuchaba.
