En un campo inundado de hierva naranja, camino desganada de repente por una avenida teniendo una imagen muy vaga sobre personas a unos cuantos metros de mi. No pude notar cuántos eran, eran chicos y disfrutaban del paisaje.
Entonces, conforme más me acercaba fui capaz de reconocer a uno de ellos, era delgado, alto y con una sonrisa bella, él parecía ser el chico que más disfrutaba del momento con lo que tenía frente a los ojos.
No pude percibir igual que él lo que seguro era un paisaje divino, pues para mi lo divino era él.
Ellos pronto se percatan de mi presencia pero continúan en lo suyo, no les incomodó mi presencia ni siquiera mencionaron algo al respecto. Simplemente parece que les dió igual ó ya me esperaban tal vez.
El chico rubio de bella sonrisa trata de tomar las flores de un árbol que tiene detrás pero le cuesta trabajo por lo altas que están, de todas formas no se da por vencido y sigue intentándolo.
Sin planearlo ni recordarlo, noto que en mi mano llevo un par de flores pero son artificiales. Además, eran idénticas a las que el chico intentaba conseguir por cuenta propia.
Con ilusión me acerco al joven y le hago entrega de mi diminuto ramo de flores.
Él las acepta algo dudoso y en seguida le digo:
—Sé que no son naturales pero jamás se marchitaran, como mi amor a ti.
Él permanece estático, ni siquiera me mira, parece confundido.
Ya que sale de su trance, estira su mano hacia mi y no precisamente para tomar mi mano, el rubio me regresa las flores añadiendo sin expresión.
—Artificiales, para mi significa que son falsas.
Me las devuelve y continúa con su tarea de alcanzar las flores deseadas... naturales.
¿Llamó a mi amor falso?
-2020
