Capítulo XXI

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Hola a todos! Acá un capítulo donde habrá una muerte inesperada jeje

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besos y abrazos

En el palacio, la noticia de que el rey consorte estaba enfermo en los calabozos, comenzaba a expandirse entre los sirvientes, un secreto que aún no se atrevían a decirle a un maestre, mucho menos a la reina.

Había alguien, que se había enterado, y arriesgando su propia vida, supo que necesitaba ver a Daemon una vez más.

Con paso lento pero decidido, una anciana sirvienta avanzaba por los pasillos sombríos que conducían a las profundidades de los calabozos del palacio. 

Llevaba muchos años trabajando en el palacio y había presenciado el nacimiento del rey consorte, ella había sido una de las parteras que ayudaron a Alyssa a traerlo al mundo, además había sido testigo de su infancia y ahora, era testigo de su cruel encierro. 

Cuando llegó a los calabozos, nadie se atrevió a detenerla, no a ella, porque ella había visto crecer a muchos de esos guardias, si, era cierto, tenía miedo de morir, pero si moría, al menos sería cuidando del niño que vio nacer hace tantos años atrás. 

La anciana fue escoltada hacia las celdas, por supuesto que ella no obedecería la orden de no hablarle al príncipe. Y si los guardias querían encerrarla por eso que lo hicieran.

Cuando llegó al lugar, sus ojos tardaron en acostumbrarse a la oscuridad que solo una antorcha iluminaba, el olor a humedad llenó sus fosas nasales y se preguntaba ¿Cómo esperaban que el rey no enfermara si lo tenían allí?

En la penumbra de la última celda del palacio, encontró al rey Daemon, su figura inerte, solitaria y con ropas desgastadas por el tiempo. 

Sus ojos se encontraron, pero él estaba tendido en el suelo, sin ser capaz de pararse, solo tenía sueño y no entendía por qué.

En ese breve instante que él pudo darle una sonrisa al reconocerla, antes de caer sobre una húmeda manta nuevamente, ella vio reflejada en sus ojos la angustia y agonía que él estaba soportando. 

Sin pronunciar una palabra, la anciana se acercó al rey consorte, se agachó con dificultad, y acarició su rostro con cariño. 

Él se apegó a ella, su mente no estaba lúcida, Daemon no sabía que estaba siendo drogado por Otto como parte de un plan, solo tenía sueño, frío y deseos de ver a su hijo.

- Aegon- susurró Daemon en su estado y la anciana acarició los cabellos del rey.

- Él está bien mi pequeño niño- dijo ella llamándolo como solía llamarlo cuando él era más joven

- Basta, no se puede dar información al rey- dijo un guardia pero la mirada de la anciana lo hizo retroceder.

- Mi pequeño niño, déjame acomodar tus mantas- dijo ella levantando la cabeza de Daemon y acomodando su cabeza sobre algunas telas para que estuviera más cómodo.

Ella se sentó con dificultad al lado de él, y para ella él no era el rey, no era el guerrero astuto y valiente que montaba a Caraxes, en ese minuto para ella, él era el niño pequeño que corría tras su padre o su hermano, lleno de energía todos los días en el palacio. 

Cuando Daemon, sintió un poco de energías para hablar, sus palabras resonaron en la celda, cargadas de tristeza y desesperación. 

Su voz, apenas un susurro, revelaba el peso de su dolor y la angustia que lo consumía en su confinamiento. La anciana sirvienta escuchaba con atención, deseando más que nada que todo ese malentendido acabara pronto. 

El oscuro corazón de la reina (Daemyra) (Dark Rhaenyra)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora