"En raíz no hay nombres, no hay sentimientos, no hay pasado ni futuro; sólo existe la misión..." Esas fueron las palabras de su líder, atronando casi rítmicamente en sus cabezas durante aquellos días... Después de todo, ¿cómo puede haber orden sin sacrificios?, y cohesivamente, ¿qué es de una aldea sin orden?
¿Qué hay de la paz? La paz es un ideal subjetivo, y lo que para algunos es "paz" para otros es opresión, y son justamente aquellos oprimidos los que causan disturbios. Los verdaderos líderes establecen el orden como base para la progresión y el desarrollo, y para ello, hay que hacer sacrificios... Solo el más apto se atreve a mover las piezas correctas, incluso un ágil Alfil no es equiparable al Rey.
-Nuestro deber es, mantener al gran árbol de Konoha desde la profundidad de la tierra. -una voz silbante asomaba desde la penumbra de aquél gran salón... oscilante, vehemente.- ¿Saben ustedes lo que eso significa, verdad?
-Señor...-una vacilante voz masculina e infantil hizo aparición, que a decir verdad, era el más puro contraste en comparación a la anterior.
-Silencio...-esta vez, fue una pequeña voz femenina, suave como seda.
Aquél era un salón aparatoso y oscuro que amparaba a una docena de jóvenes infantes. Frente a ellos, un hombre mayor; corpulento, mas de aspecto frágil, se apoyaba en su bastón, viéndolos a través de su ojo izquierdo.
-Todos podemos ver el frondoso árbol que resalta entre los demás; la firmeza de su tronco, el verdor de sus hojas. Pero dicho árbol ha de ser nada sin las raíces que lo nutren y lo unen a la tierra...
Un paso... toc... otro paso... toc...
-¿Tú qué crees que significa, jovencito? -se dirigió pausadamente hacia el infante de voz vacilante y torpe, haciendo sonar su bastón al caminar.
-Perdóneme, señor Danzo. No era mi intención interrumpir...-un anecoico y entrecortado suspiro salió del niño peliazabache. Era pequeño, muy pálido, de unos 10 años tal vez, contemporáneo a los otros once a su alrededor.
El anciano, al ver su reacción, sólo se limitó a mirarle.-Las raices del gran árbol que mantiene a Konoha en pie, fuertes y frondosas; no muestran vacilación ante los obstáculos que amenazan la integridad del mismo... ¿Entiendes el punto?-miraba casi lasciviamente.
-No mostrar piedad ante el enemigo, señor. Ese es el principio básico de un AMBU...-fue interrumpido.
-¿Piedad?, virtud de amor, misericordia... lástima... No seas tonto, muchacho.-esta vez, dejó de mirarle para darse la vuelta.
El pequeño de tez lechosa no pudo evitar poner una cara de extrañeza, dirigiendo, quizás inconscientemente, sus ojos al peligrís que se encontraba a su izquierda.
-¿Cuál es mi punto entonces? -permaneció en su lugar, dándoles la espalda.
-Las raíces no tienen emociones.-esta vez, fue aquella pequeña voz de niña la que se hizo presente; apenas audible, mas no débil.-Cualquiera que interfiera con el crecimiento de la raíz, será oprimido y erradicado. No porque sienta odio, rencor, o venganza, sino porque ese es su propósito; expandirse, nutrir al árbol, mantenerlo con vida. No por amor, sino porque, de nuevo, ese es su propósito...-esa pequeña voz no era débil, más bien, gélida, como el metal que se deja a la deriva en una noche de invierno.
Esa fantasmal fonética era proveniente de unos pequeños y fríos labios, pertenecientes a una infantil y esbelta figura. Tenía un blondo y largo cabello, y profundos ojos azul cobalto que enmarcaban un rostro inexpresivo. A su derecha, casi como un reflejo de sí misma; de cabello corto pero del mismo rubio ceniza y unos ojos violáceos, otra niña ligeramente más alta con la misma expresión facial. A su izquierda, aquél niño azabache de voz temblorosa cual papel, que hacia juego con el claro matiz de su dermis.

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「 Jun Senju 」Crónicas de la Bruja Carmesí
FanfictionOrochimaru, en su búsqueda de poder, cruzó aún más los límites de su moralidad; usando el ADN de Tsunade Senju y el suyo propio para crear a dos niñas cuyas habilidades serían el pináculo de su ambición. Sin embargo... las cosas no saldrían como él...