Los picos de las montañas comenzaban a adquirir un hermoso color anaranjado, abrió los ojos viendo todo dar vueltas. Intento moverse sin poder estirar los brazos ni las piernas. Algo lastimaba sus muñecas, sintió algo entre sus labios que le impedían gritar. Su mejilla con la cicatriz estaba apoyada en el frío suelo, su cabello caía en su rostro no permitiéndole ver que era todo esto.Siseo al sentir ardor en la parte de atrás de su cabeza y ganas de vomitar. En su boca el sabor de la sangre fue la excusa perfecta para por fin sacar de su existencia a la maldita escoria de Liana, con su lengua sintió la herida de sus labios. Una risa alarmó y activo sus sentidos, como pudo movió la cabeza solo para ver la punta de su varita lista para atacarla. Trato de enfocar al individuo que sostenía la varita, que no se fijó como otros brazos la tomaban fuertemente de los hombros estrelandola en una fría y sucia pared, el golpe en su cabeza pálpito más por el golpe.
Trago como pudo su dolor, aquel objeto en su boca sirvió para amortiguar su gritos.
-Mirala, tan fuera de nuestro mundo- sintió la punta de unos dedos recorrer su barbilla hasta su cuello. -Frágil, digna de la alta sociedad-
-Su olor es inconfundible- decía aquel que jugaba con su varita, al pasar los minutos su vista se aclaró, el captor frente a ella era un hombre de cabellos negros y cicatrices en todo su torso. La falta de camisa la ayudó a ver su piel enfermiza y con moretones. -Aunque trataste de ocultarte bien-
Eris cerro los ojos aterrorizada, no tuvo que pensar mucho paras reconocer a esos dos, ya los había visto en aquella condicion, sin embargo, se alarmó al tenerlos frente a frente con cordura y ideas que no quizo ni imaginar.
-Sabes mi varita fue rota enfrente mio por órdenes del gobierno- paso sus ojos grises en su segundo captor, noto el reflejo de tristeza en aquellos ojos cansados. -Las leyes se han vuelto despiadadas-
En ese momento recordó a Remus, verlo dormir en clases, las ausencias y sus marcas. Había aprendido de los hombres lobos en sus clases de defensa. La mayoría habían sido obligados a vivir con lo que llamaban enfermedad.
-¡Zion y Killian apartense!- los hombres acataron la orden, bajaron sus cabezas en profundo respeto al mayor que entraba a la casa. Con un gesto ambos se retiraron dejando al nuevo y a Rellish solos. Ambos inmediatamente se vieron las cicatrices en su rostros, el hombre había perdido el ojo en un rasguño que atravesaba desde su ceja hasta casi la mejilla.
Identificó que su ropa era muy vieja pero en su tiempo había sido de una marca digna para los llamados sangre puras. Sintió el fuerte olor del hombre pero no se atrevió a ser algún gesto, callada e inmóvil espero.
-No son bienvenidos los de tu clase aquí- para atormentar a la fémina la tomó del cuello con fuerza, la piel pálida de ella comenzó a tornarse rojiza por el agarre. -¡Vienen a llevarse a más de nosotros!- tomó aquella cuerda que cubría la boca de la peliblanca y la retiro.
-¡No se de que hablas!- Eris se arrepintió tras decir aquello, un golpe en su costilla la dejo sin respirar.
-¡Nos mienten, prometieron darnos una cura!- le escupió al decir esas palabras con odio -¡Ahora nos despojan de nuestros títulos, hogares y nos tratan peor que los elfos domésticos!-
Eris intento safarse, desesperada hundió sus uñas en la piel del hombre que no se inmutó. Del terror no se percato de la herida en su palma que se había abierto, sangrando.
-¡Moriras y tu cadáver será un recordatorio para los de tu clase que no se acerquen a nuestro territorio- Eris sintió su corazón parar de ver cómo aquel sujeto se acercaba abriendo la boca hasta su cuello, con su mano lastimada logró golpear su rostro.
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¡Algo mas sencillo que la vida!
RandomLo que mas la lastimo no fue el rechazo, las traiciones, ni siquiera el dolor. Fueron sus propias acciones, juro nunca ser un monstruo pero hasta el ser vivo mas vulnerable sabe cuando debe mostrar su garras para sobrevivir.