Noé emprende su misión

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Noé se levantó de un salto y corrió de vuelta a la aldea. Sus pies levantaban polvo a su paso mientras se dirigía a la cabaña de su abuelo Matusalén. Al llegar, golpeó la puerta con insistencia, su corazón palpitando con una mezcla de miedo y emoción, Matusalén salió a atenderle. Al ver la expresión agitada de su nieto, una mezcla de sorpresa y preocupación se apoderó de él. 

_ ¡Vaya sorpresa! _ exclamó _¿Qué te trae por aquí otra vez? Te noto alterado.

_ Tengo que hablar contigo_ respondió Noé con voz entrecortada _he visto a Dios... y él me ha hablado.

Matusalén lo miró con ojos de asombro _ Vamos, entra _ dijo invitándolo a pasar.  

El interior de la casa era una única habitación rústica que servía como hogar para el anciano. En una esquina estaba la cama, con mantas raídas y un viejo colchón. En el centro, una chimenea humeante servía como ornamento y cocina. Estantes de madera toscamente tallada albergaban diversos utensilios y provisiones, mientras que en un rincón opuesto a la cama se improvisaba una sala-comedor con una mesa y un par de bancos. Noé se sentó frente a su abuelo, todavía tembloroso por la experiencia que acababa de vivir. Le contó con detalle todo lo que había visto y escuchado, desde la visión del diluvio hasta la aparición del ser resplandeciente. Un escalofrío recorrió la espalda de Matusalén.

_Así que ya ha llegado la hora. Mi padre Enoc fue un gran profeta, y antes que él ascendiera al cielo dijo tantas cosas. 

 _ si losé, crecí escuchándote hablar de él. 

 _ Mi padre advirtió que si la humanidad continuaba por este camino algún día sería destruida, Pero de lo que me estás ablando no parece una destrucción, sino más bien como una limpieza de toda esta maldad que hoy vivimos.  

Noé se sintió abrumado por la enormidad de la tarea que se le encomendaba.

 _No sé si podré llevar a cabo esta tarea, abuelo _dijo con voz apenas audible _No hablo solo de la construcción del arca, si no de todo el peso y la responsabilidad que eso implica. Repoblar el mundo a la imagen de Dios... 

Matusalén deja salir una risita, se acercó a su nieto y le puso una mano sobre el hombro.

_ Querido nieto, la humanidad es mala y perversa desde que el pecado entro a este mundo, Dios le prometió a Adán y Eva que vendría el día en que se levantaría el libertador que aplastaría la cabeza de la serpiente y nos liberaría del yugo del pecado. Pero hasta que ese momento no llegue, el pecado y la maldad reinará sobre la humanidad. No temas, Noé _ le dijo con voz suave _Dios no te ha elegido para esta tarea porque seas fuerte o poderoso, sino porque eres justo y recto. Él estará contigo en cada paso del camino, él te dará la fuerza y la sabiduría que necesitas.

Las palabras de Matusalén infundieron valor en el corazón de Noé. Sabía que el camino que le esperaba sería largo y difícil, pero también sabía que no estaba solo. Dios estaba con él, y eso era lo único que importaba. Con renovada determinación, Noé se levantó y se dirigió a la puerta de la cabaña. Se despidió de su abuelo y emprendió el regreso a su casa.  

El silencio se apoderó de la plaza central cuando Noé comenzó a hablar. Sus palabras resonaron con fuerza en los oídos de todos, desde el más pequeño hasta el más anciano.

_ Pueblo mío, escuchad lo que tengo que decir _comenzó Noé con voz firme. _Hoy en la mañana, cuando el alba apenas rayaba, tuve un encuentro con el Dios de nuestros antepasados.  

Un murmullo de sorpresa recorrió la multitud. Algunos se miraron con incredulidad, otros hacían santiguaciones, se llevaban la mano derecha hacia la frente y de allí a la base del cuello, luego trazaban un círculo en torno al pecho de izquierda a derecha y finalizaban asiendo un gesto con la mano como arrancándose algún mal dentro de sus almas con fervor.  

Guerra De Espiritus/GénesisDonde viven las historias. Descúbrelo ahora