Entre las luces

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— En días como los de hoy me pregunto qué hubiese pasado si la cobardía no me hubiese saboteado, ¿algo habría cambiado? Me torturo creyendo que la respuesta es un sí. Tenía flores en el maletero, un bonito ramo que compré de camino a comisaría, me recordó a tus ojos, Gustabo, de allí el impulso. También tenía bombones y un discurso no tan improvisado, eran mis pensamientos al verte, al patrullar a tu lado y mi deseo por tomar tu mano. Nunca me atreví, no temblé al disparar a mi primer delincuente, pero tu presencia era capaz de hacerme titubear, ¿nunca te diste cuenta, corazón?

Gordon había salido de servicio sin siquiera pedir permiso, le daba igual. Se dirigió al muelle en el que imaginó declarar su amor hacía el inspector jefe. Condujo con un nudo en la garganta, bajo sus ojos marrones se encontraban dos pozos que reflejaban su falta de sueño, el insomnio lo consumía casi tanto como el dolor en el pecho cuando Conway les dio la noticia, sin tacto pero con impotencia en cada palabra.

"El cuerpo de Gustabo ha sido encontrado en la orilla de una playa en Marbella."

—De haber sabido, guapo, que te sentías solo... que ese era nuestro último día patrullando, no hubiera dudado en besarte. Habría dejado de ser un niñato. —Se sentó en la madera que crujía bajo sus pies, el sol comenzaba a esconderse, dando paso al manto de la noche. El silencio era interrumpido por el suave oleaje. —Lamento que las flores estén en tan mal estado, Gus, pero no me atreví a botarlas y me aferré a ellas como si fuesen capaces de regresarte el aliento. —Entonces tomó el ramo marchito, un par de lágrimas cayeron sobre los pétalos de las rosas, las nubes azules mantenían su color, algo opaco, pero resisten. —¿No podré ver más tus ojos? —Su voz se quebró, odiándose un poco más por no demostrarle lo suficiente que le quería, que le importaba a él. —No entiendo, Gustabo... —Las yemas de sus dedos acariciaban las flores con color, arrancando una rama. La guardó en el bolsillo de su chaqueta y lanzó el resto del ramo al mar.

Terminó por romperse, el aire no era suficiente, se ahogó en llanto mientras cubría su rostro con ambas manos. Necesitaba hacerlo, necesitaba superar la muerte de a quien quiso tanto sin siquiera haber tocado. 

Flores azules | GortaboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora