∞ 09: Mentiras ∞

43 5 3
                                    

Me dolía la cabeza como si me hubiera golpeado repetidas veces contra la pared, el mundo entero me daba vueltas y sentía que solo con el olor a comida que venía por todas partes iba a vomitar.

Me sentía del asco.

Aunque eso era casi mejor que la mirada que esos ojos verdes estaban dedicándome, era una combinación extraña entre la preocupación y el reproche. Lo que me hacía sentir incluso peor a como me había sentido esta mañana al despertar y recordar todo lo que había pasado anoche.

Pero eso era un tema para después.

Lo que importaba ahora era que Collin había tomado su auto, había conducido por casi dos horas y media hasta aquí y sin ninguna clase de tacto me había llamado para decirme que íbamos a desayunar juntos fuera del departamento porque no quería verme auto compadeciéndome y siendo miserable por la noticia.

Lo peor es que hubiera adivinado que estaba haciendo aunque no hubiera acertado con el motivo.

—Lo lamento.

Fue todo lo que se me ocurrió decir.

—Sabía que no estabas bien, Keyla—me dijo con preocupación—, lo que no sé es porque te empeñaste en mentirme ayer al respecto.

No tenía sentido negar lo obvio.

—No quería tu lastima—solté, más brusco de lo que pretendía.

Y era verdad. Fue por ese mismo motivo que le había mentido a mamá cuando me preguntó, no quería escuchar de nuevo lo mismo que yo ya sabía y de lo que estaba convencida pero que seguía haciéndome daño una y otra vez de manera ininterrumpida.

Porque había una gran diferencia entre entender el pasado y superarlo. Yo los había entendido, al menos después de los primeros seis meses, había podido comprender hasta cierto punto los motivos por lo que hicieron aquello e incluso había pasado ese procesos tóxico de culparlos tanto como de justificar las acciones que los habían llevado a hacerme tanto daño, pero no podía superarlo. No sabía como hacerlo.

Era demasiado frustrante tener ese pensamiento constante de que si permites a alguien entrar en tu vida va a terminar haciéndote tanto daño como la última persona que dejaste entrar al mismo tiempo en que piensas que a lo mejor te estas perdiendo de alguien maravilloso por no poder ignorar el temor que te corre por todo el cuerpo. Y ya sé, parece demasiado radical decidir de lleno no dejar a nadie acercarse lo suficiente para que pueda ser un peligro solo por una traición pero no lo sentía así.

Era una completa mierda.

—Keyla—me llamó con dulzura—, yo no te tengo lastima.

Lo honesto y dolido que se veía me hacía sentir incluso peor, casi como una malagradecida.

—Me doy lastima hasta a mí misma—suspiré y aparté la mirada—. Es patético no poder seguir tan normal como ellos.

—No es patético—aseguró con suavidad—, cada quien afronta el dolor como puede. Lo que te hicieron fue horrible, Keyla, nadie va a juzgarte porque te tome tiempo superar su traición.

—Ni siquiera es su traición lo que me duele, es...

Apreté los labios con fuerza ante la forma en que se me cortó la voz.

Odiaba que ellos solo hubieran magnificado la inseguridad que durante años mi padre me había creado: que nunca sería suficiente.

Después de todo, no había sido suficientemente buena hija como para que mi padre me quisiera o confiara en que valía para algo, ni tan buena pareja como para que mi prometido no me hubiera engañado durante meses y no se detuviera ni siquiera la noche anterior a nuestra boda, o la amiga suficiente para que ella no eligiera mentirme en la cara y se hubiera ido cada noche a la cama de mi novio mientras gritaba a los cuatro vientos lo feliz que estaba por mí.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: May 30, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Cuantos problemasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora