Prólogo

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Las calles de Milán fueron inundadas por gritos y palabras hirientes que desearía no recordar.

Atrás se encontraba él. Sus pasos firmes y semblante serio podían hacerte sentir su seguridad desde lejos.

Pero no todo es tal y como lo vemos desde el exterior.

—Leora, tenemos que hablar—. Pronunció sin detenerse.

—¡Estás loco!—Esas palabras ya se habían reproducido en demasiadas ocasiones en su cabeza, aún y así, el sentimiento de dolor era irrefutable en cada una de estas, solo que permanecía oculto en su corazón. Él prefería guardarlo para él mismo y que su rostro permaneciera inexpresivo, mostrándose siempre despreocupado e insensible.

—Vamos Leora, no hay necesidad de gritar—Soltó.

—Si tan potente es tu deseo de callarme, ¿por qué no simplemente me matas, tal y como hiciste con aquellas personas?—Dice entre lágrimas.

Él corre hasta posicionarse tras ella y la sujeta fuertemente por la espalda. Posa sus manos sobre sus hombros para girarla y hacer que sus ojos se encuentren.
Los ojos de ella están repletos de lágrimas, impidiendole ver con claridad.

—"Es el fin"—Es el pensamiento que inunda su cabeza, en otra ocasión trataría de evadirlo y buscar una solución, pero lo tiene muy claro: "Estoy frente a un asesino, y este asesino me va a matar."
Cierra los ojos fuertemente, esperando el ataque, pero este nunca sucede.
Decide abrirlos, y se encuentra con

"¿Una lágrima?,
¿Él, el mismo hombre que jamás mostró una mínima emoción, está llorando frente a mí?"

Ella pestañea, intentando deshacerse del agua acumulada en sus ojos para observar con claridad.

Pero al abrirlos él ya no está.

FulgenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora