K'uk'ulkan
Volví a suspirar mientras cojeaba hacia el mar.
Al llegar a Talokan, Namora se acercó rápido a mi.- ¿Qué ha pasado?
- No lo sé, solo se fue.-dije confundido mientras llegaba a mi cueva.
- No podemos dejarlo así, ¡Mato a muchos Talokanes!
- Y nosotros también matamos de su gente.-dije pensativo mientras me acostaba en la hamaca aún adolorido.- Estuvo apunto de matarme y se fue.
Namora me auxilió y después me dejó descansar.
Pero no podía.
¿Por qué no me mato?
Fue muy extraño.
Sin embargo, nunca había visto a alguien pelear con tanto coraje, y odio.Y verla parada cubierta de sangre con sus ojos flameantes mientras gritaba mi nombre, me excita.
- Mierda, K'uk'ulkan cálmate.-me murmure a mí mismo.- casi te mata esa loca.
Pero tú la atacaste primero.
Definitivamente había metido la pata, en cualquier momento, se volvería a desatar una guerra.*
Han pasado varias semanas de lo acontecido, me encontraba pintando a TN mientras mordía mi labio.
Había estado teniendo fuertes sueños, humedecidos.
Se podría decir que la encontraba, ¿como describirlo? Atractiva, y dominante.
Como si alguien hubiera metido cosas en mi cabeza respecto a ella.Suspire, ya no aguanto más.
Me levanté y me dirigí hacia la nueva Tenochtitlán.Al llegar sus guerreros me miraron extraño, sin embargo me dejaron pasar.
Ok, muy raro.Llegué y todo parecía una celebración, la gente estaba riendo, gritando, bebiendo, bailando, y comiendo.
Voltee intentando buscar a TN hasta que la divise, estaba hablando con un hombre de una forma un tanto familiar.
Me acerqué a ellos, logrando así la atención de TN, quien me miró como si fuese lo último que quisiera ver en toda su vida.Comenzó a flotar hacia el templo mayor y me señaló para que la siguiera, cosa que hice.
Al llegar, TN siguió caminando hasta llegar a donde al parecer era su casa, y de pronto se me abalanzó empujándome.
- No sabes cuánto te odioh-casi grito.-
Comenzamos a forcejear, hasta que quedó ella contra la pared, y la miré a los ojos, ella aún estaba forcejeando.
Hasta escuché algo en mi mente que me ordenaba besarla, y eso hice.
Intento apartarme pero solo logro que la contrajera más hacia mi.- ¡Namor!-gimió intentando apartarse.-
Pronto ella dejó de insistir en zafarse y comenzó a besarme con desesperación.
La aventé al sofá y me subí arriba de ella.- ¡Espera!-dijo reaccionando mientras se apartaba.-
Lo miré algo confundido
- Esto no lo hago por que te ame o me gustes.-escupió.- Mi padre me ordenó hacer una alianza contigo. Te estuve llamando desde hace semanas, para que vinieras.
- ¿Por eso los sueños?-pregunte.-
Asintió mientras me miraba.
- Hoy tenemos que unir alianzas. Es luna llena, nuestro Dios Tláloc y mi padre lo concordaron.
- Es muy pronto.-reí desconcertado.- casi me matas hace semanas.
Se encogió los hombros.
- Tienes dos opciones, o contraes unión conmigo o no quedará nada de Talokan.
Lo miré incrédulo.
- Ni si quiera te conozco.
- Ni si quiera me gustas, ya tenía con quien me iba a casar.-miró afuera, me acerqué y miré a un hombre, de aspecto grande, cabello largo, adornado con plumas, quien jugaba con los niños.- Tzilacatzin era mi pretendiente, hasta que apareciste.-me miró seria.- el es mi mejor guerrero, el más leal.
- Olvidemos esto, ya me voy, ni si quiera quiero unirme contigo, ni nada.-dije caminando a la salida.-
- Te di dos opciones, no voy a decepcionar a mis dioses, K'uk'ulkan.
- ¿Pero por lo menos la invitación no? -reproche como si fuera una mala broma.-
- Por eso la celebración.
- No lo haré, No lo haré.-repetí.-
- Puedes salir por esa puerta, pero solamente llegarás hasta la salida, tu cabeza será degollada y de Tlalokan no quedará nada.
Me gire.
- Esto tiene que ser una broma.
Más tarde.
Me encontraba con un vestido diferente pero no tan diferente de la vestimenta que regularmente usaba en Tlalokan ya que tenía tejidos
Si lo veo de otra manera, TN sería un gran arma para Tlalokan, si en dado caso quisieran atacar.Entro Tzilacatzin y me miró, matándome con la mirada.
- ¿Qué le va a regalar a nuestra madre?-cuestiono.-
No entendí.
Lo miré confundido- Tienes que regalarle algo, tuyo.
- No sabía que me iba a casar, de haber sabido venía con todas las joyas de Tlalokan.-dije sarcásticamente.-
Gruño y se acercó a mí
- Nuestros dioses se apiadaron de ti, agradéceles a nuestros dioses de que sigues respirando.-escupió.- no mereces tener a nuestra Luna.
- Quédatela.-escupí.- ayúdame a escapar, y con gusto te la regalo.
Tzilacatzin se comenzó a reír amargamente.
- Xolopitli.
Se marchó.
¿Qué significa eso?
Llegaron a escoltarme a otro templo, donde había gente reunida.Ella vestía con una ropa muy llena de joyas, con un vestido similar al mío, penacho y aretes enormes, me miraba con seriedad, tenía una pieza de jade incrustado en la nariz, como el mío.
El sacerdote comenzó a hablar en Náhuatl cosa que casi no entendía.
Este nos amarró nuestros vestidos mientras nos tomaba de las manos y las unía.TN me miró con algo de disgusto y solo desvío la mirada, me indicó que teníamos que dar vueltas a la fogata echa 7 veces y así fue.
Oficialmente estábamos unidos.
Por una alianza.
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Coyolxauhqui- Namor y tú
Ciencia FicciónEntre amor de Dioses y odio hay un solo paso.