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K'uk'ulkan

Nos encontrábamos en el templo de TN.
Estaba perdido entre mis pensamientos que no me di cuenta que llegamos a su habitación, alumbrada con gusanos de luz, y cosas muy cristalinas.

Ella suspiró mirándome a lo lejos

-Que esté unida a ti no quiere decir que te amaré algún día, sin embargo mi deber es protegerte, proteger a los tuyos y viceversa.-dijo.- Mis dioses vieron algo que yo no veo en ti.

Asentí.

- Tengo que irme.

- De acuerdo, puedes marcharte.-dijo quitándose su penacho.- Ven a la Nueva Tenochtitlán si algo pasa, pero, mientras no.

Lo miré incrédulo y bufé.
Salí de donde estaba y me dirigí a la salida, ni bien salía y pronto algo me hizo frenar. Y comencé a sentir un cosquilleo en mi.

Me comencé a sentir muy excitado y no sé por qué, tendría que llegar a Talokan muy rápido a ver a Itzae, es la encargada de quitarme esta calentura, al llegar mandé a llamarla mientras me quitaba mi penacho y mis joyas.
Me sentía muy caliente, como si alguien hubiera echado algo en mi oxigeno.

Sentía que ardía por dentro.
Pronto llegó Itzae, y se reverenció, me acerqué a ella y comencé a besarla mientras la recargaba en el sofá.
Pronto ella se quedó sin ropa, y la iba a cargar para llevarla a mi cama cuando sentí como alguien me miraba. Desvíe mi mirada y vi a TN, quien su semblante se notaba muy frío.

- Mierda, ¿Qué haces aquí?-grite tapando a Itzae quien se sobre salto asustada no sabía que pasaba.-

Se limitó a observarme mientras arqueaba levemente una ceja.

- Itzae vete.-ordené mientras le pasaba su vestido.-

- Pero....

- Por favor, márchate ahora.-ordené fuertemente.-

Se fue reverenciando.

- ¿Cómo mierda entraste aquí?

- El como no es tan importante sino el por qué.-dijo firmemente mientras aún me miraba.- Dejaste esto en mi casa.-dejó la caracola en mi mesa.-

Asentí tosiendo.

- Eres mi esposo ahora, K'uk'ulkan, y esto es considerado un adulterio.-sentenció mirándome fría.-

- Tenemos unión de alianza, no te amo, y tú no me amas.

- La situación no lo justifica.-reafirmo.- Podrías morir asado mientras mis guerreros te rocían agua con sal.-escupió.- Esto es tomado como un adulterio, Eres el esposo de Coyolxauhquii, Reinadora de La nueva Tenochtitlán, ¿Cómo te atreves?-grito con sus ojos llenos de ira.-

- No sabía eso...

Me miró mientras se acercaba a mí y me daba una fuerte bofetada.

- Me has humillado como mujer, y como Reina, Soy tú esposa Namor.

Ok, Namor para ella cuando me odia, y cuando no, K'uk'ulkan.

Coyolxauhqui- Namor y túDonde viven las historias. Descúbrelo ahora