Entreabro los ojos. Y miro hacia arriba.
-Vaya, la Bella Durmiento al fin se ha despertado. -sonríe Dani.
-¿Ahora soy una princesa?
-Tu eres una reina.
-Una reina sin un reino que reinar. Me gusta.
Se ríe.
-Me puedes reinar a mi si quieres. -se ofrece Dani.
-Prefiero reinar a la comida. Tengo hambre.
[...]
Llevamos caminando media hora. Y todavía no hemos encontrado señales de vida.
-Eh, ¡mira! -dice señalandome unos árboles.
Le miro confusa. Me tira hacia donde está él. Y me vuelve a señalar, pero esta vez no unos árboles, si no unas casas.
-¡Ah! -pego un grito de la emoción.
Y me lanzo a abrazarle. Aun que no se porque.
-Te hecho una carrera. -digo antes de salir corriendo hasta donde están las casas.
-Eso no vale. -le oigo desde lejos.
Me paro en seco. Exhausta. Y Daniel se para a mi lado.
Estamos en la entrada de un pueblo. Comenzamos a caminar por las calles.
-Perdone. -le digo a un anciano que parece buena gente- ¿Donde estamos?
-Esto es Mairena de Aljarafe. -responde este.
-¿¡Que!? -respondemos atónitos Daniel y yo.
-Vale, muchas gracias. -me despido del hombre.
Y nada mas irme me dirigo a Daniel.
-¡Hemos estado dando vueltas al pueblo todo el rato! -le agarro de los hombros y le zarandeo de lado a lado.
Seguimos caminando por la calle, hasta que encontramos un McDonalds.
Entro derecha hasta recepción para pedir las hamburguesas.
No hay mucha gente. Miro un reloj que hay colgado de la pared y veo que es la una y media.
Apenas hemos estado perdidos y dando vuelta. Pero parecían semanas.
Al fin me atiende la chica y pido la hamburguesa más grande, las patatas mas grandes y la bebida más grande que había, al igual que Dani.
-Oye, ¿tienes dinero? -me susurra Daniel, al mirar que sus bolsillos están vacíos.
-Si. -le miro mal.
Nos sacan las hamburguesas rápido, le pago y nos sentamos en una mesa.
Saco la hamburguesa de su envoltorio y le pego un bocado enorme. No había comido nada desde anoche.
-Mmm. -la saboreo.
-No bendices la mesa ni nada eh. -bromea Dani.
-Primero como. Luego si quieres la bendigo. -le sigo la broma.
[...]
-Creo que me he llenado. -digo dándole el último mordisco a la patata que quedaba.
Daniel se ríe.
-Ahora me voy a dormir. -anuncio mientras me levanto de la mesa.
Daniel se vuelve a reír.
-Pues yo me voy a dormir contigo. -anuncia Dani en mi mismo tono de voz.
-Me temo que solo hay espacio para uno en mi cama. -le sonrío.
-Yo me achucho a ti. No te preocupes.
Pongo cara de pilla y salgo por la puerta, haciendo que Daniel salga detrás de mi.
Me tiende la mano al salir del edificio.
-Sigo sabiendo caminar sola. -le guiño un ojo.
Se ríe.
Llegamos a casa. Y no hay nadie, son las dos, así que Javier, Jesús y Nini estarán todavía en el instituto.
Abro la puerta de casa y Daniel cierra la puerta al entrar. Me descalzo y subo a a la habitación. Dani hace lo mismo y me sigue por detrás.
Me tiro en la cama nada más llegar y la ocupo toda para que Dani no se pueda tumbar.
-Sabes que voy a dormir contigo, ¿no?
-Te dije que no había sitio. -me río por lo bajo.
Se acerca a la cama y se tumba encima mio. Me tira el pelo hacia un lado. Y me da un beso en la mejilla. Seguidamente se hecha hacia un lado, haciéndose hueco.
-Al final si que había sitio, ¿no?
Sonrió acomodandome en su pecho y rodeándole la cintura.
Y me término quedando dormida.
Empiezo a oír como se abre la puerta de abajo. Y la voz de mi hermano y de Jesús.
-¡Dani! -le movía de lado a lado.
Meteté debajo de la cama corre.
Y casi medio dormido se mete debajo de la cama. Sin entender nada. Yo me tumbo en mi cama, haciéndome la dormida cuando oigo pasos subiendo las escaleras.
La puerta de mi habitación se abre y entra mi hermano. Que se acerca a la cama y me zarandea de lado a lado para que me despertase. Hago como que me despierto.
-¿Javi? ¿Que hora es?
-La hora de comer. ¿Se puede saber donde has estado toda la mañana?
-Me encontraba mal y fui al médico. -miento- Nini me acompañó. Puedes preguntarle. -vuelvo a mentir.
-Vale, vale, me lo creo. Por cierto, ¿has visto a Dani?
-No...
Javier levanta una ceja.
-No lo he visto. -le repito, pero esta vez en tono más serio.
-Baja a comer.
-¿Ahora?
-Si.
-Eh... Yo... Ya comí antes. -estaba llena y no podía decirle que había comido con Daniel porque nos habíamos perdido- Nini me invitó a una hamburguesa antes de llegar a casa.
Y al fin se acabó el dichoso interrogatorio. Que mal lo he pasado.