El armario donde vivía era frío y desagradable, especialmente esa noche, cuando el aire gélido se colaba entre sus huesos y le hacía tiritar. Podía escuchar a lo lejos a su tía Petunia llamando a Dudley para que saliera a ver la nieve y tomara chocolate caliente. Se imaginaba el sabor del chocolate espeso y oscuro, aunque nunca lo había probado suponía que sería delicioso.
Ignoró el ruido de su estómago y se concentró en frotarse las manos para conservar el calor. Recordó con regocijo las veces que había sentido una chispa reconfortante, como cuando su tío Vernon lo castigaba o cuando su tía Petunia lo hacía trabajar en el jardín. Era una chispa mágica, una sensación difícil de describir sin usar la palabra magia, la chispa lo protegía y lo hacía sentir un poco mejor.
Se quedó dormido sin darse cuenta y fue despertado bruscamente por los golpes en la puerta de su armario.
—¡Despierta! ¡El desayuno no se va a hacer solo! —gritó tía Petunia mientras abría la puerta del pequeño armario.
Bostezó y se restregó los ojos, pero otro grito lo apresuró. Si se demoraba mucho, tía Petunia lo dejaría sin desayuno de nuevo.
Caminó descalzo hasta la cocina, donde todo estaba listo para cocinar. Agradeció que no tuviera que usar la escalera para alcanzar las cosas ni encender el fuego. Cocinar había sido su responsabilidad desde que podía recordar, junto con otras tareas domésticas. Ahora, a sus seis años, tenía que preparar el desayuno, limpiar el cuarto de juegos de su primo y lavar los platos, habría sido mucho más fácil si la chispa mágica pudiera ayudarle a crecer un poco, era bajito y sus manos tenían dedos cortos que hacían las cosas mucho más complicadas, pero la chispa solo aparecía en momentos difíciles y su estatura no parecía ser una emergencia, sus pensamientos fueron interrumpidos por su primo gritando.
—¡Mamá, mis huevos con tocino no están listos! —se quejó Dudley con falsas lágrimas.
—Oh, mi pobre bebé —respondió su madre, tomándolo en brazos—. ¡Apresúrate con esos huevos, niño, o no tendrás ni una sola tostada!
Tratando de ser lo mas rápido posible, sirvió el desayuno y escondió un trozo de tocino para él. Tía Petunia le arrebató el desayuno de su hijo y lo miró con desagrado.
—Toma una tostada y vuelve a tu armario, los niños como tú no se sientan en mi mesa.
Aprovechando la oportunidad de escapar, corrió hacia su armario con su tostada y el trozo de tocino escondido entre sus enormes pantalones.
Quizás pudiera jugar un poco con su soldado de juguete y darle un vistazo al nuevo libro que había conseguido, a veces mientras limpiaba y sacaba la basura de Dudley encontraba pequeños tesoros que llevaba a su armario, de todas formas su primo no los extrañaría.
Mientras comía, miraba los dibujos y las letras de su libro, no sabía leer, los fenómenos como el no podían aprender ese tipo de cosas, decía tía petunia, así que se entretuvo mirando los dibujos e imitando las voces de lo que podrían decir los personajes, definitivamente lo mejor de su día.
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Seis años habían pasado desde la derrota del señor oscuro.
Todos en el mundo mágico sabia eso. La maldición asesina había acabado con el malvado mago oscuro ... solo que no había muerto, Tom Riddle leía tranquilamente el periódico, los horrocruxes habían sido destruidos y esto había devuelto la cordura al hombre.
—Severus, ¿sabes algo del niño Potter? —preguntó Tom, mostrando un interés repentino en el niño.
—A quién le importa, estará mimado por su familia y Albus —respondió Severus.
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𝐏𝐨𝐭𝐢𝐨𝐧𝐬, 𝐛𝐫𝐞𝐞𝐝𝐢𝐧𝐠 𝐚𝐧𝐝 𝐬𝐮𝐫𝐯𝐢𝐯𝐢𝐧𝐠
FanfictionCuando Severus Snape es obligado a visitar al niño que sobrevivió no esperaba que todo fuera de esa manera. Obviamente los personajes y el mundo de Harry Potter no me pertenecen, eso es obra y gracia de la perra homofóbica de J.k Rowling, de resto t...