Detestaba ese sentimiento.
Lástima.
Pero su lástima, oh... L5a suya era una bendición pura, sincera pero destrozante.
Solo él podía hacerla sentir de esa manera. Solo él podía hacer que su corazón latiese hasta el punto de sentir que este se escaparía de su pecho. Solo él podía hacerla regocijarse de dolor y tanto amor y adoración al mismo tiempo.
Deseaba romper las barreras de la amistad que tenía con él... Pero eso era suicida para ella. No quería declararle su profundo amor por más que quisiese. No se lo permitía. Tenía el monumental temor de perder su amistad por ello, y eso la obligaba a mantener en un pozo todos aquellos sentimientos que eran callados por su ser, por él.
Solo con tres palabras la había hecho sentirse muerta y viva al mismo tiempo.
¿No la odiaba?
"Debería", pensó.
El tiempo en el que habría estado sola la había ayudado a relajarse y sanarse por su cuenta, matando sus demonios internos en una lucha consigo misma, entre su moral y su razonamiento instintivo.
Pero ahora la atacaba el miedo de que él la despreciara por su acción que ella veía egoísta, y a pesar de eso y más, estaba ahí, diciendole tres simples palabras que le chocaban en el agujero de su corazón.
Solo lo miró con sus ojos aún quebradizos, sintiendo que su voz se desmoronaba dentro de sus cuerdas vocales.
Se sentía incapaz de pronunciar siquiera una sola sílaba.
—No estoy enojado contigo... —habló, mientras la acercaba a ella para abrazarla una vez que había sentido aquellos ojos cristalinos mirandolo. Había notado que su amiga... Dolorosamente su amiga, estaba demasiado sensible y sentía que en parte era su culpa— Nunca voy a odiarte, Carol.
¿Cómo había leído sus pensamientos? ¿Acaso era adivino? ¿Tenía telepatía?
Unas preguntas se formaron en la cabeza de la pelicana. Pero nada importante.
—Sé que estabas pasando un mal momento... Lamento no haber podido ayudarte, me hubiera gustado poder hacerlo, pero ahora estoy aquí y necesito que me digas que te pasó o que te pasa. Confía en mí. —continuó hablando mientras la mujer solo lo escuchaba atentamente con menos lágrimas que antes.
—Yo... Tengo mis demonios internos...
—Entonces cuentame esos demonios tuyos. Dejame ayudarte, entrar en ti... —la interrumpió, al mismo tiempo que aquello último que había dicho, se le había escapado, inconscientemente, como en otras ocasiones le había sucedido.
A veces algunas cosas que pensaba para sí mismo, las decía, por mera casualidad o porque a veces no podía medir sus palabras y controlar sus pensamientos.
Esa sensación de extrañeza que alguna vez sintió al expresarse libremente, volvió a invadirlo, pero lo hecho estaba hecho y él no podía hacer nada para revertir lo que había dicho.
Mas Carol, lo observó detenidamente, dudando de si contarle sus problemas y batallas contra ella misma, o solo decir alguna otra cosa sin importancia alguna, para desviar el tema. Aún tenía el temor de que pudiera ser juzgada por Daryl, aunque ella sabía a la perfección que él era incapaz de eso, pero siempre existía la posibilidad, ¿no? Probablemente el no haría eso. No, claro que no, pero... ¿Y si la tomaba como una exagerada? Dixon ya era un adulto y era ya bastante maduro como para hacer eso, o tan solo pensarlo, pues se trataba de ella, de Carol, la mujer que le hacía estremecerse de tan solo pensar en ella, su todo y nada a la vez.
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The Smoke [Carol & Daryl] TWD
FanfictionEl cigarrillo, su mortificación; él, su adoración. Cuanto más asesine, más ética perderá. Tonto, ¿verdad? Para ella no. Era su cruda realidad.