Capítulo 16

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Dante

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Dante

Fabián hablaba sobre un chisme de su familia, parloteaba como era que sus tíos se habían peleado por las herencias de su abuelo. Asentí sin saber que más decir, no me encontraba de buen humor y aún así mi amigo me llevaba a una fiesta según para que me distrajera.

—Ya verás que se te olvidará todo cuando ya andes pedo.

No entendí aquello último que había dicho, sin embargo, decidí no preguntar. Asocié a que refería a beber al alcohol o al menos eso había escuchado decir algunas veces.

—No creo que el alcohol me haga sentir mejor.

—El alcohol arregla el mal amor.

Estaciono el carro frente a la casa en la que se estaba organizando la fiesta. Fabián era el tipo de hombre que se la pasaba en fiesta y no era problema para mí pero ahora me encontraba con el vacío en mi pecho.

El dolor que sentí cuando rompieron conmigo, no se comparaba con el dolor que ahora sentía. Había entendido que a Riley jamás la había amado, solo me aferraba a ella porque era lo único que tenía en mi vida, era lo único que me quedaba.

Entramos a la casa y lo primero que se escuchó fueron los gritos y la música a todo volumen. Sonaba una canción de Maluma y sabía que era de él porque Fabián se puso a cantar a todo pulmón y a decir Maluma baby.

—Ten —me entrego una vaso con cerveza — Hasta el amanecer, hermano.

Ambos bebimos de nuestros vasos y él se puso a saltar como loco y yo también lo hice porque no iba a dejar que hiciera el ridículo él solo mientras yo estuviera con el.

Ya había pasado como una hora y yo llevaba unos cinco tragos de algo que no sabía ni que era, Fabián solo me los daba y yo bebía obediente. Ahora nos encontrábamos jugando un juego, el juego de competir, beber unos tragos lo más rápido posible y ganarle al oponente.

No sabía cómo lo hacía, como era que bebía tanto a tal punto que termine ganándole al que estaba al lado mío. De repente todo me comenzó a dar vuelta, ya estaba haciendo efecto el alcohol.

—Eso cabrón —grito Fabián.

—Por ti wey —grite también.

Él me abrazo con mucha fuerza y de repente comenzó a llorar, me aleje de él para observarlo.

—¿Qué tienes?

—No quiero que te vayas —lloriqueo.

—¿Irme?

—Kiara dijo que tú te irías.

—¿Ella dijo eso?

—Si, esa mala mujer dijo eso.

Le doy una palmada en la espalda sin saber que decir, quisiera decirle que no me iré pero no quiero hacer promesas que tal vez no cumpla.

—Ahorita vengo.

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