FÉNIX || Las Crónicas de Narnia

040

ACTO TRES | CAPÍTULO 40
❝ La isla negra ❞

Caspian como todo rey dio un discurso motivando a sus tripulantes, quienes comenzaron a sentir como sus cuerpos se estremecian al estar dentro de la tormenta.

El castaño pidió que mantuvieran la mente en blanco y que fueran unos guerreros valientes.

Se podía oír voces que no eran distinguibles, el frío se apoderó de ellos. Por un momento Zylan sintió una gran opresión en su pecho, puso sus ojos en su amado quien al parecer se veía preocupado mientras mantenía su mirada en el vacío.

— Edmund. —este al sentir la mano del fénix en su hombro se sobresalto como si hubiese estado soñando despierto.

Se podía notar la tensión en todos cómo intentaban permanecer fuertes ante esas voces que diambulaban en sus mentes.
Pero en un momento, todos oyeron un grito que sonó muy cerca, la voz de un hombre obligándolos a irse llamo su atención.

— ¡Alejense! ¡Alejense!

— ¿¡Quién anda ahí!? —pregunto Edmund.

— ¡No te tememos! —grito Caspian.

— ¡Ni yo a ustedes!

Todos los hombres tomaron sus armas para protegerse de lo que se ocultara entre las rocas, Edmund tomo su linterna para saber de quién se traba y era de otro hombre quien parecía asustado, desesperado para que no se acerquen a él.

— ¡Váyanse de aquí!

— No nos iremos. —demando Caspian.

— ¡No podrán vencer me!

— ¡Caspian, Caspian, su espada!

— ¡Lord Rup!

— ¡No te adueñaras de mi!

— Bajen sus armas, suban lo abordo, ya.

— ¡Sí, señor!

Cuando ordeno que lo subieran, Eustace apareció repentinamente detrás del hombre, tomándolo con ayuda de sus patas y acercándolo al barco.

— Tranquilo, mi Lord.

— ¡Déjame, demonio!

— No, mi Lord, no vamos a hacerle daño. Soy su rey, Caspian.

— ¿Caspian? ¡Mi rey! Nunca debió venir, no hay salida de este lugar. ¡Pronto, tienen que dar la vuelta al barco antes de que sea tarde!

— La tenemos, hay que irnos. —demando Edmund.

— ¡Da la vuelta, Drinian!

— A la orden, majestad.

— ¡No piense, señor! No dejen que conozca sus miedos, o se convertirá en ellos.

— Ay no.. —murmuró Edmund.

— Edmund, dime en que cosa pensaste. —hablo Lucy al ver a su hermano.

— Ay, perdonen. —balbuceo.

Nadie supo el porque de su reacción más que Zylan, pero al ver que algo diambulaba por las aguas, todos supieron que algo malo se aproximaba, por esa razón intentaron marcharse de allí aún que ya era demasiado tarde.

— ¡Oigan! ¿¡Qué es eso!? —grito Caspian.

— Ya es tarde.. ¡Ya es tarde! —Lord Rup entro en pánico.

Una serpiente marina se hizo presente dejándole saber a todos que no sería fácil librarse de ella.

El barco se movió con brusquedad provocando que muchos cayeran, la serpiente se dejó ver en su total plenitud para comenzar atacarlos. Logro destruir gran parte del Viajero del Alba teniendo un poco de ventaja, Lucy debia resguardar a Gael para protegerla.

— ¡Lucy! —grito Zylan empujando a la menor para mandar una llamarada de fuego en dirección a la criatura.

Pero se llevó consigo un gran golpe, aún estando aturdido por ello, se levantó y fue a enfrentarse con esa serpiente como los demás lo estaban haciendo.

Sus relucientes alas salieron, elevándose en el cielo y mandando demasiadas llamas de fuego a la serpiente.

Eustace se le unio, ayudando a debilitar a aquella criatura con ayuda de su fuego, pero no duro mucho debido a que luego la serpiente le devolvió el golpe más fuerte, mandando al niño a una roca, haciendo que se golpee duramente.

Lord Rup, entro aún más en pánico y lanzo su espada a Eustace. El pobre niño, con dolor en su cuerpo y temor a morir, huyo del lugar.

— ¡Eustace! —grito Zylan.

Su distracción solo hizo que la serpiente lo atacara, pero logró esquivar aquello de un rápido movimiento.

Las aguas se alborotaban ante el descontrol de los cielos, hacia temblar mucho más el barco.

Edmund aprovecho la oportunidad que la serpiente estuviese centrada en Zylan para subir a la punta del barco y tratar de darle una mano a su amado, el fénix veía con furia a la bestia, parecía que sus ojos rojos brillaban más de lo habitual.

Todo a su alrededor parecía borroso y en cámara lenta, su atención iba directo a la criatura, quien emitió un sonido al que parecía como una risa burlona, el fénix apreto su mandíbula y soltó un fuerte grito honrando el nombre de aquel rey que consideraba su padre.

— ¡Por Aslan! —voló a toda velocidad hacia la bestia al mismo momento en que está decidió atacar.

Llevándose un buen golpe por parte de su oponente, lanzo su espada que fue directo al pecho de la serpiente, cerrando sus ojos en cuanto esta volvió a golpearlo con la punta de su cola, estrellando su cuerpo en el agua.

Se entregó a las profundidades viendo desde allí como una inmensa luz azul se veía y a los pocos segundos la bestia caía disolviendose sin vida a lo más profundo de las aguas.

Zylan, teniendo su vista nublada, nado a la superficie, dando un fuerte respiro y observando la luz inundar aquella oscura isla.

Sonrió al ver la bruma por fin disolverse por completo.