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—siéntate -me ordena, señalando hacia la mesa.

Cruzo la sala y me siento frente a él, como me ha indicado. La mesa está llena de comida.

—No sabía lo que te gusta, así que he pedido un poco de todo. -me dedica una sonrisa a modo de disculpa.

—Eres un despilfarrador -murmuro apabullado por la cantidad de platos, aunque tengo hambre.

—Lo soy -dice en tono culpable.

Opto por hot cakes, miel de maple, huevos revueltos y tocino. Spreen intenta ocultar una sonrisa mientras vuelve la mirada a su omelet. La comida está deliciosa.

—¿Té? -me pregunta.

—Sí, por favor.

Me tiende una pequeña tetera llena de agua caliente, y en el platillo hay una bolsita de Twinings english breakfast. Vaya, se acuerda del té que me gusta.

—Tienes el pelo muy mojado -me regaña.

—No he encontrado el secador -susurro incómodo. No lo he buscado.

Spreen aprieta los labios, pero no dice nada.

—Gracias por la ropa.

—Es un placer, Roier. Este color te sienta muy bien.

Me ruborizo y me miro fijamente los dedos.

—¿Sabes? Deberías aprender a aceptar los piropos -me dice en tono fustigador.

—Deberías darte algo de dinero por la ropa.

Me mira como si estuviera ofendiéndolo. Sigo hablando.

—Ya me has regalado los libros, que no puedo aceptar, por supuesto. Pero la ropa... por favor, déjame que te la pague -le digo intentando convencerlo con una sonrisa.

—Roier, puedo permitírmelo, créeme.

—No se trata de eso. ¿Por qué tendrías que comprarme esta ropa?

—Porque puedo.

Sus ojos despiden un destello malicioso.

—El hecho de que puedas no implica de debas -le respondo tranquilamente.

Me mira alzando una ceja, con ojos brillantes, y de repente me da la sensación de que estamos hablando de otra cosa, pero no sé de qué. Y eso me recuerda...

—¿Por qué me mandaste los libros, Spreen? -le pregunto en tono suave.

Deja los cubiertos y me mira fijamente, con una insondable emoción ardiendo en sus ojos. Maldita sea... Se me seca la boca.

—Bueno cuando casi te atropelló el ciclista... y yo te sujetaba entre mis brazos y me mirabas diciéndome: 《bésame, bésame, Spreen》... -se calla un instante y se encoge de hombros —Bueno, creí que te debía una disculpa y una advertencia. -se pasa una mano por el pelo y sus orejas se mueven. —Roier, no soy un alfa de flores y corazones. No me interesan las historias de amor. Mis gustos son muy peculiares. Deberías mantenerte alejado de mí m. -cierra los ojos, como si se negara aceptarlo. —Pero hay algo en ti que me impide apartarme. Supongo que ya lo habías imaginado.

Los Juegos Oscuros De Un MillonarioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora