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Castillo Bernocchi.
Julio 20, 1996.
Antonio Bernocchi.

- ¡Antonio! - Ambos volteamos ante el llamado de mi abuela y ella se queda en la entrada de la sala este. - Contigo no. - Sonrío y me levanto tranquilo.

- Cuanto amor Rosa, me ahogas en el.- vuelve a su libro.

- Ven aquí Anto. - se acerca y rápido me braza.

Tengo un amor y odio porque me mimen, tal vez sea de la persona, de mis abuelos me gusta pero de los demás... de Avonf por ejemplo lo detesto, siempre me ensucia y me dice niña por eso.

¿Que culpa tengo de querer todo limpio?

- Feliz cumpleaños.

- Gracias abuela.

- ¿Que quieres que te regalemos? - me quedo pensando y niego.

- Nada, estoy bien así.

- Por eso es que me caes tan bien. - La abuela le da en el brazo y medio sonrío. - Vamos Antonio, di que quieres.

- Es que no lo sé. - Me suelta y lo pienso.

- ¿Que tal una puta?

- ¡Antonio por Dios, está cumpliendo 10 no 15!

- ¿Me das permiso a los 15? - se pone las manos en la cadera.

- Por supuesto que no pero algo me dices que lo vas hacer igual. - Muevo mis pies y respiro hondo.

- No lo sé, ¿Un libro tal vez?

- ¿De que? - Lo miro y está divertido. - Toño, ¿Que sabes tu?

- Que no me gusta que me digas así.

- Triste por ti.

- ¿Entonces? - me siento en el mueble y para saber que quiero en mi vida no se lo que quiero ahora.

- ¿Lo puedo pensar? - ambos asienten y yo me quedo viendo mi dibujo en el suelo.

- Bueno cariño, voy hacerte algunos dulces. - Asiento y se va tranquila.

Mi abuela Rosette es una señora muy elegante, siempre anda con sus collares y argollas de perlas, anillos y pulseras de oro, vestidos sencillos de colores neutros, algunos son fuertes otros claros pero sin duda le quedan bien. Siempre anda en tacones pero no son altos, bufandas de seda o plumas, no entiendo porque le gusta tanto pero le gusta. Es algo gorda y no tiene muchas arrugas. Es castaña y de ojos igual, no muy blanca pero no llega a ser morena, tiene algunas canas pero aún así se ve muy hermosa.

Es muy hermosa para ser vieja.

- Insisto que una puta te vendría bien. - No digo nada.

¿Una mujer? ¿Ahora?, que vergüenza.

- ¿Te da pena?

- Tal vez. - Sigo sin verlo.

- Esperemos que tú amigo despierte y vemos que tal te va. ¿Que es eso que dibujas?

Fingiendo Estabilidad. [Libro 2 > Saga Bernocchi]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora