Un Sergio muy exitoso llega a Mónaco con la idea de trabajar allí por un corto tiempo, pero todo cambia cuando conoce a Max, quien en el primer encuentro cambia todos sus planes.
Todo estaba en silencio a su alrededor, a pesar de saber que la multitud estaba sentada frente a ellos. En lo único que se concentró fue en el hombre que estaba justo frente a él con su traje azul marino, tomándole las manos y mirándolo a los ojos. Ojos marrones, pecas en el rostro, arrugas alrededor de los ojos, más bajo que él y con un cuerpazo igual que el primer día que se conocieron. Excepto que ahora se veían algunas canas a un lado de su cabeza, y eso le encantaba.
Se encontraban en la playa, de pie sobre un elegante altar con un velo en un tono azul oscuro como decoración, complementado con flores, frente a sus familiares y amigos cercanos. Incluso los bebés, que se le unieron en el camino hacia el altar, se pararon junto a Sergio. Max vistiendo un traje beige con sus tenis blancos.
- Max, desde que nos conocimos, has iluminado mi vida como los amaneceres de aquí, recuerdo que la primera vez que nos vimos pensé que tus ojos eran impresionantes e hipnotizantes, digamos que estaba encantado de conocerte, y ahora esos ojos se sienten como mi hogar. Llegué a Mónaco con un contrato de un año y sin expectativas, pero desde el primer día supe que todo había cambiado. De repente, vivir al otro lado del mundo durante muchos años, cuidar gatos y entregar mi corazón a alguien tenía sentido, y se sentía maravilloso, todas las noches me quedaba asombrado durante todo el camino a casa. Fue tan genial desde el principio que no quería hablar de ello por miedo a maldecirlo, me tenías y todavía me tienes sonriendo como si hubiera ganado un concurso. Después de muchas noches de insomnio, aventuras y lecciones, aquí estamos, juntos y más enamorados que nunca. Te he amado desde hace tres veranos, pero los quiero todos. Quiero tus lunes aburridos, tus complicaciones también, envejecer contigo, y todo lo demás. Te tomo como mi esposo para amarte y valorarte como lo hice desde el principio y aún más.
Se quedó sin palabras, no esperaba que los votos del hombre estuvieran tan bien pensados y llenos de referencias de Taylor Swift, teniendo en cuenta que Sergio estuvo bastante relajado con todo el tema de la boda.
Sus ojos se llenaron de lágrimas al ver al hombre colocar el anillo de plata con un detalle grabado en los bordes, en su dedo anular, encima del de compromiso. Su amado anillo de promesa, por el que luchó, estaba en su otra mano.
