Que se apague la luz

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Habían pasado cinco minutos desde que se esfumó la luz. ¡Maldita suerte! Atrapado en el maldito ascensor sin ventilación, con nadie más que Park ChanYeol. Maldijo la insoportable falta de luz, maldijo el irritante calor que emanaba de todos los rincones de ese estrecho lugar, maldijo la hora que seguía avanzando con una lentitud impresionante, y por último, maldijo a los técnicos por ser unos ineptos y no solucionar el problema con velocidad.

―¿Puedes quedarte quieto por lo menos cinco segundos? tus movimientos me desesperan ―la voz cansada de ChanYeol lo hicieron voltear hacia él. Los destellos brillantes de su piel a causa del sudor parecieron cegarlo por unos instantes.

¡Maldición! ¿Debía ser aquel chico que estuviera ahí junto a él? No era sano para su salud mental, y menos con ese voluptuoso pantalón ceñido de manera magistral en su menuda figura.

― Quiero salir de aquí ―exclamó JongIn en apuro.

― ¿Y piensas qué yo no? ¡Llegaré tarde a mi cita! esto no me puede estar pasando a mí, maldita sea ―gruñó apretando los pies― ¡Y estos zapatos de charol no son lo mío!

¿Era necesario comentar sobre la cita? pensó JongIn.

Los nerviosos movimientos de su cuerpo se intensificaron al notar la blanquecina y huesuda mano de ChanYeol posarse en su hombro mientras la otra la mantuvo apoyada sobre la puerta del elevador haciendo esfuerzos por quitarse esos odiosos zapatos. JongIn pasó la saliva y hasta perdiendo el equilibrio porque ese chico le estaba apretando el hombro de una manera en que su cuerpo se puso en alerta ante cualquier sensación.

― ¿Te sientes bien? estás sudando.

― Perfectamente ―respiró hondo con la intención de calmarse. Miró al joven por escasos segundos antes de seguir―. Me voy a sentar, es jodido estar aquí parado.

― Yo también, estos zapatos apretujaron mis pies ― apresuró en decir ChanYeol.

El atractivo moreno realizó esfuerzos sobre humanos para no desviar los ojos del espejo en el techo. Sintió la figura del castaño sentarse frente a él, e imagino como aquellos pantalones azules se apretaban justo ahí entre las piernas. Cerró los ojos ¿Quién demonios le había dicho enamórate de ChanYeol, desea a ChanYeol, fantasea con ChanYeol? Nadie, en el corazón, ni en la mente no se manda. Años de amistad en los que ese chico ocupaba mayor parte de sus pensamientos, y no precisamente como el hermanito de su mejor amigo ¿Qué pensaba él?

― Eres como mi hermano, ChanYeol ―irrumpió en el silencio del pequeño ascensor. Eso se lo había dicho muchas veces, y él se recriminaba por ser un completo tonto ― ¿Con quién ibas a salir? ―preguntó en tono inseguro.

― Con Kris.

¡Maldito Kris! ¿No que era su amigo?

Los minutos avanzaron con increíble lentitud. De vez en cuando, desviaba sus ojos del techo para observar el reloj de mano. El calor aumentaba con el paso de cada segundo por lo que tuvo que sacarse la chaqueta.

― JongIn... ―pasó saliva al notarle la camisa ajustada que hacia lucir los pectorales.

― ¿Qué?

―Nada ―la voz de ChanYeol sonó con un ápice de inseguridad.

JongIn apreció la silueta de ese chico que mantenía su cabeza apoyada en la puerta, cerca de los botones que marcaban los pisos. Había cerrado los ojos, seguramente por la sensación de estar dopado por el calor. No desaprovechó la oportunidad de verlo a detalle conduciendo sus ojos pardos por el cuello con finas gotas de sudor resbalando por su piel, bajó por el torso, las suaves arrugas de su playera blanca y un poco más abajo el broche y lo detalles ajustados de su pantalónllegando justo a lo que el nombraba la gloria. Aquello provocó que el cuerpo le temblara y se calentara más de lo debido, y no gracias al encierro. Maldijo la postura de sus piernas que estaban dejando a libre vista lo que ocurría bajo los bóxer y para colmo, la esbeltez y hermosura del cuerpo de su amigo lo hicieron suspirar. Se encontraba ante la perfección en persona, al menos para él.

El Ascensor | KaiyeolDonde viven las historias. Descúbrelo ahora