capitulo 2: ecos de amor

47 3 0
                                    

Al estar en el suelo, cerré mis ojos. Por un momento, mis audífonos habían caído de mis oídos, quedando en mis hombros. La música aún seguía sonando y los recuerdos empezaron a llegar.

Meses atrás, se supone que nos veríamos aquí, pero no lo veo... Seguía caminando y mi teléfono sonó.

"Creo que ya te vi", dijo la voz al otro lado.

Negué con mi cabeza, volviendo a la realidad. Me di cuenta de que había empezado a llorar. Miré al techo, cansado de los recuerdos. Realmente lo extrañaba, solo quería verlo correr y abrazarlo, abrazarlo tan fuerte como ese día. Tal vez un poco más. Sequé mis lágrimas, me puse de pie y me sacudí, recordando que no había barrido el piso.

"Tengo que dejar eso en el pasado", murmuré.

Caminé hasta la habitación de invitados, tomé un pañuelo desechable de la mesita de noche, me limpié la nariz y tiré el pañuelo al bote de basura que estaba al lado. Salí de la habitación y me dirigí a la pequeña barra de la cocina. Buscaba mi botella de agua, pero no estaba ahí. Giré mi cabeza y la vi en la mesa.

"Ta madre", maldije entre dientes, dirigiéndome a la mesa para tomar la botella. La abrí y tomé lo poco que quedaba. ¿Ya es más que obvio que soy muy despistado? No se nota, ¿verdad?

"1:48 pm, ¿por qué no ha llegado a casa?", me pregunté.

Me quedé pensando unos momentos y luego recordé que me había dicho que llegaría tarde a casa.

Xochimilco

Me había levantado temprano como de costumbre, aunque no había podido dormir bien porque dormí con un peluche encajado en mi espalda, cuidando el sueño de mi niño. Salí de la cama y me arreglé para trabajar. Besé su frente y lo dejé durmiendo en mi cama, que era más suya que mía. Los peluches en una esquina, la manta de él con diseño de Spiderman. Lo miré por última vez antes de cerrar la puerta de la habitación. Dormía abrazando su peluche de koala, bien tapado por las mantas. Sabía que no despertaría hasta dentro de un rato, cuando su niñera estuviera en casa.

Bajé las escaleras y me dirigía a la cocina. Tomé las llaves de mi auto que había dejado en la barra para después salir por la puerta de la cocina que daba a la cochera. Le quité el seguro al carro y subí (un Mercedes C300 AMG 2021). Eran las 5 de la mañana, el cielo aún seguía oscuro, los postes de luz alumbraban las calles semi vacías. A pesar de ser temprano, ya había movimiento en la ciudad. Llegué al edificio donde trabajaba; los empleados me saludaban al verme llegar. Detrás de mí llegó Die o Diego, mi secretario, como todos los días. Subimos juntos en el ascensor. Yo lo escuchaba mientras él me leía todo lo que teníamos que hacer hoy.

"Pero me tendré que retirar antes", dijo un poco más serio de lo normal.

"Mhm, ¿y eso por qué?", le pregunté, mirándolo de reojo mientras ajustaba mi reloj.

"Ya sabes, tengo un asunto que resolver", respondió.

Solo asentí y el elevador abrió sus puertas en nuestro piso para salir juntos de este.

sueño de todos realidad de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora