Capitulo 2 •Dia de compras

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Al abrir los ojos lo primero que se me vino a la cabeza fue el sabor dulzón de la comida que comí la noche anterior. No lograba recordar cómo llegué a la cama, lo último que recordaba era haber empezado a comer.

Una ronchita en mi brazo derecho distrajo mis pensamientos, me rasqué un poco intentando no hacerme daño. En el convento solía ser picada por insectos así que si me rascaba se pondría feo y eso era lo que temía que pasara.

Miré el reloj de mi celular, tenía la pantalla quebrada y estaba un poco maltrecho, pero tenía dos años conmigo, había podido comprarlo gracias a haber trabajado para las hermanas y para los señores del vecindario ayudándolos con los que haceres, le tenía mucho cariño.

No sabía a qué hora se servía el desayuno en esta casa, no sabía si debía bajar a alguna hora en específica y no quería llegar tarde, así que me aliste como todas las mañanas, tendí mi cama y abrí la puerta de mi habitación, no dí ni un paso fuera, pues frente a mi en el suelo había una bandeja con comida y una notita.

El desayuno lo puedes tomar en la cama ya que estamos de vacaciones, no te preocupes por comer en familia, solo lo hacemos en la cena.

Liliam.

Tomé la bandeja y miré a ambos lados, no había nadie, todo el lugar se sentía solo y vacío, quizás habían salido. Era un lugar bastante grande además, podrían estar en el otro lado de la casa y sin embargo no sentirse por ningún lado. Lo triste era que había sido adoptada, pero aún me sentía sola.

Después de un rato de intentar pintar algo que no me salía y ver el último capítulo del k-drama que estaba viendo, me aburrí y decidí explorar la casa, así que me levanté y me coloqué las pantuflas de gatito que había encontrado en el ropero, al menos eran tiernas.

Cuando salí de mi habitación el pasillo estaba desierto, el silencio era abrumador y las ventanas estaban cubiertas por unas grandes cortinas que no dejaban entrar la luz de sol, raro. Caminé por los pasillos del Ala este dónde me había comentado Francis estaba la biblioteca, habian varias puertas totalmente desconocidas pero logré encontrarla al final a la derecha.

El tamaño y la cantidad de libros eran impresionante, había cualquier literatura imaginable, hasta la juvenil que siempre critican. Tomé un libro y me senté en un sofá, allí comencé a leer a la luz de una lámpara, en esa habitación tampoco había luz natural.

Era pasado el medio día cuando ya iba por la mitad del libro, tenía hambre, pero no me apetecía bajar las escaleras para comer algo, así que me quedé en el mismo sitio, era genial no tener que hacer tareas como en el orfanato, al menos no tendría que trapear y lavar los trastes.

Para cuando terminé el libro era de tarde casi noche, estaba muerta de hambre y suponía que se acercaba la hora de la cena o eso esperaba, el reloj de la habitación apuntaba a las cinco de la tarde. Tomé otro libro que se veía interesante y me preparé para salir de la biblioteca, pero al girarme tropecé con alguien.

Sobé el area donde me había golpeado al caer y miré hacia arriba.

—Se te está haciendo costumbre golpearme —dijo Cieran. El pelinegro malhumorado.

—Lo siento, pero tú siempre te atraviesas.

Peino sus cabellos un poco rebeldes.

—Y tu no miras por donde caminas. —Me tendió la mano para ayudar a levantarme—. En fin, Liliam te está buscando desde hace rato, cree que no te gustó la familia y te fuiste.

Me mordí una uña, no era la mayor fan de la familia aún, pero no quería huir ni que pensaran eso.

—¿Dónde está? Es que pensé que habían salido —susurré nerviosa—. No debí distraerme con el libro, ¿Y si piensan que soy una malagradecida y me quieren devolver al orfanato?

Luna de sangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora