Un fenix con estilo

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Harry fue llevado por todo el castillo por Crabbe, mientras Malfoy hacía lo mismo con Cho. Umbridge se había adelantado a su despacho para enviar un mensaje al Ministerio y confirmar, por fin, las sospechas de Fudge sobre Dumbledore.

Todo lo que temía el Ministro se hacía realidad: aquel anciano Director de Hogwarts, que había rechazado quién sabe cuántas veces las propuestas de ser Ministro, incluso en su momento de mayor poder y vitalidad. Un hombre elegido por un animal sagrado y mágico, capaz de ver las intenciones y el corazón de cada persona, y que lo había reverenciado a él por encima de todos los demás, que no eran precisamente pocos. Ahora, para los ojos enfermos de poder de Fudge, Dumbledore era un conspirador que ansiaba su cargo, y lo que parecía un club clandestino de estudiantes, creado en respuesta a la negación de un derecho fundamental –el conocimiento–, se convertía en la excusa perfecta para encerrar a ese supuesto enemigo en una celda de Azkaban y quizás, perder la llave.

Al llegar al Patio del Viaducto, todos los estudiantes allí presentes vieron a Harry y a Cho siendo arrastrados por la Brigada Inquisitorial y comenzaron a murmurar. Malfoy tiraba bruscamente de Cho, pero ella no se quejaba; su expresión era de resignación. Harry no podía creer que los hubiese traicionado, y de hecho, no tenía sentido. ¿Por qué traicionar a su propio novio? Michael Corner había asistido a la reunión de esa tarde y era, de hecho, muy entusiasta con el Ejército de Dumbledore, a menos que algo hubiese ocurrido entre ellos que él desconocía.

Subieron la gran escalera hasta lo más alto, pasando por el Salón de Trofeos y recorriendo después la escalera de caracol que conducía al Grifo que guardaba la entrada de la oficina del director. Harry notó que la puerta del despacho de Umbridge estaba abierta, y dentro, la chimenea ardía con un fuego verde intenso y vibrante.

Al llegar, se percataron de que el Grifo no estaba en su sitio, señal de que habían dejado la puerta abierta. Entraron a través del umbral, y cuando los ojos de Harry se acostumbraron a la luz que se filtraba suavemente por los ventanales y a la atmósfera imponente de la oficina, experimentó una sensación familiar, aunque esta vez cargada de un matiz extraño e inquietante. No era la primera vez que se encontraba en el despacho de Dumbledore, un lugar que siempre había asociado con seguridad y confianza, pero en esta ocasión todo parecía distorsionado, como si algo amenazante se hubiera colado en el ambiente.

La razón se hacía evidente en las figuras que lo esperaban: Cornelius Fudge, con su habitual gabardina negra y su bombín, de pie junto a la chimenea con la expresión dura y tensa de quien se niega a ver la realidad; Dolores Umbridge, envuelta en un rosa chillón que contrastaba grotescamente con la sobriedad de la oficina, con la sonrisa más venenosa que Harry le había visto jamás. Ese año, ambos representaban un peligro constante y palpable: la negación obstinada de Fudge frente a la verdad y la implacable crueldad de Umbridge se sentían casi como una amenaza física en el ambiente.

A la derecha de Fudge, Percy Weasley se mantenía erguido y distante, sosteniendo un pergamino con gesto altivo. Harry apenas tuvo que mirar para percibir su aire de arrogancia y desprecio. Junto a él, el auror Kingsley Shacklebolt, sereno y con su característico pendiente de oro, lo observaba brevemente con una mirada de calma que parecía ofrecer un tenue alivio en medio de aquella escena tan fuera de lugar.

Un mago de rostro duro y cabello canoso, que Harry no conocía, se mantenía de pie, como si también formara parte de la vigilancia, con una capa de auror que colgaba rígida de sus hombros.

Todos parecían rodear a Dumbledore, que estaba sentado en su silla, flanqueado por la figura majestuosa de Fawkes. Aun en esa tensión, el director mantenía su postura tranquila, observando a los presentes con una serenidad inquebrantable, como si tuviera el control absoluto de la situación.

Harry Potter y la Orden del Fénix. 2.0Donde viven las historias. Descúbrelo ahora