Primero que nada, quiero aclarar que respeto el punto de vista de los demás, pero estoy compartiendo mis experiencias personales. Es importante recordar que cada persona tiene su propia perspectiva y vivencias únicas.
Cuando era niña, no me importaba lo que los demás pensaran de mi, de mi apariencia y forma de vestir. Sin embargo, al entrar en la adolescencia, me fui dando cuenta de que las opiniones de los demás pueden afectar mi autoestima y cómo me siento conmigo misma. Esto para mí, fue un choque y causó un dolor en ese momento.
Es triste que algunas personas sientan la necesidad de hablar sobre los demás sin considerar cómo se sienten. Durante mi tiempo en la escuela, sentía que me juzgaban y me miraban constantemente, lo cual me hizo sentir insegura. Esto me llevó a tomar decisiones como depilarme los brazos para tratar de encajar en ciertos estándares de belleza.
A lo largo de los años, aprendi que lo más importante es quererme a mi misma y no preocuparme por lo que los demás piensen. También tuve inseguridades relacionadas con mi rostro debido al acné. Esto me llevó a usar maquillaje para cubrir las imperfecciones.
En este capítulo, intentó transmitir el mensaje de que es importante amarse a uno mismo durante la adolescencia, a pesar de los desafíos emocionales, físicos e intelectuales que se presentan. También destacar que los cambios en las amistades, relaciones y dinámicas familiares pueden ser difíciles de manejar. Sin embargo, es fundamental recordar que la adolescencia es una etapa temporal y que no debes cambiar quién eres por complacer a los demás.
Es esencial tener en cuenta que los desafíos que enfrentas durante la adolescencia son temporales y que eventualmente pasarán. A veces, puede ser tentador tomar decisiones impulsivas o hacer cosas de las que puedas arrepentirte más adelante. Sin embargo, es importante recordar que nuestras acciones tienen consecuencias y que es mejor tomar decisiones informadas y cuidadosas.
Mis padres me apoyaron y me animaron a buscar ayuda profesional al enfrentar desafíos durante la adolescencia. Siento que el ir al psicólogo fue valiente y muestra mi compromiso con mi bienestar emocional.
Al principio, tenía ciertas preocupaciones y expectativas sobre la terapia, pensando que podría ser una experiencia tortuosa. Sin embargo, me sorprendió gratamente descubrir que fue todo lo contrario. La terapia resultó ser una experiencia liberadora y me brindó un espacio seguro para hablar sobre mis problemas y inseguridades.
Al compartir mis problemas y inseguridades con el psicólogo, pude obtener una perspectiva externa y recibir apoyo emocional. El psicólogo me ayudó a comprender mejor mis pensamientos y emociones, y me brindó herramientas y estrategias para enfrentar mis desafíos de manera saludable.
Y esa fue mi perspectiva de la adolescencia. ¿O quieren que le cuente más? Me dicen en los comentarios.