Capítulo 4

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Canción: Late night talking, Harry Styles

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Canción: Late night talking, Harry Styles

Ya en la noche, todos nos arreglamos para salir a cenar y a pasear.
Opté por ponerme un top blanco strapless, que me llegaba hasta la cintura. Lo combiné con unos pantalones blancos de tela suelta, accesorios dorados, sandalias beige y un bolso del mismo color.

Salimos de la casa alrededor de las ocho de la noche. Nos subimos todos al auto de John, y nos dirigimos al centro de la ciudad.
Fuimos a nuestro restaurante favorito: Giovanni 's. Ahí preparaban la mejor comida italiana y el dueño era amigo de mis padres.
—¡buona notte ragazzi! —saludó Giovanni alegremente.
—¡Buenas noches! —saludamos a coro mis amigos y yo.
—¿Cómo van esas vacaciones? —preguntó, supuse que mis padres le habían contado que vendríamos—. Pasen, su mesa está reservada.
—Todo bien, por ahora —respondió Olivia.
—¡Me alegro mucho! Enseguida los atenderán.
Giovanni se fue y nosotros nos sentamos en la mesa; yo me senté del lado derecho junto a la ventana.
—Oigan, los amigos de Sky DeWitt me cayeron muy bien —soltó Sam para iniciar una conversación, Alana me dirigió una mirada pícara y yo revoleé los ojos—. Aunque llegué después y me perdí algunas cosas, lo que no entiendo es porque te habías ido con Sky —me hablo a mí.
—Solo quería hablar conmigo —respondí sin sacar los ojos del menú— dimos una vuelta y charlamos...
—Y...¿de qué hablaron? —indagó Juliette.
No tenía ganas de contarles toda la conversación
—Voy a ser su estilista para una sesión de fotos —solté levantando la cabeza para mirar las caras de mis amigos—. La suya tuvo un accidente y no puede venir a Miami.
—¿¡En serio!? ¡Me alegra que puedas llevar tu sueño más lejos! —expresó Alana con una sonrisa enorme que demostraba lo feliz que se sentía por mi.
—¡Bien Bella! —gritó John y me dio una palmada en el hombro—. ¿Cuándo será la sesión?
—Mañana.
Todos los demás comenzaron a aplaudirme porque sabían lo mucho que deseaba ser una diseñadora de moda famosa. Siempre lo había querido. De algún modo, ser estilista me acercaría a cumplir mi sueño.
Giovanni llegó para tomar nuestras órdenes pero en realidad no habíamos prestado atención a los menús ya que nos entretuvimos charlando. Rápidamente elegimos qué comer: Alana y yo pedimos pasta, los demás pizza para compartir entre ellos.
Los pedidos llegaron rápido y nos dieron bebidas gratis a todos.
De postre pedimos helado y luego Giovanni nos invitó un café.

—¿Y ahora qué? —preguntó Sam cruzándose de brazos una vez que estábamos fuera del restaurante.
—Buena pregunta —respondió Juliette mientras se acomodaba el cabello.
—¿Y si vamos a la Lincoln Road? —propuso Olivia—. Ahí está lleno de tiendas y es muy lindo para pasear.
—¡Si! Me encanta —expresó Katelyn. John se encogió de hombros y me miró a mi
—A mi me da igual, ¿Bella, tu que opinas?
—Me parece que sería una buena idea ir.
Alana me dio la razón, pero John no se veía muy de acuerdo. No le gustaba ir a pasear a lugares comerciales, donde hay tiendas por doquier.
—¡Ay vamos, John! —protestó Olivia— Nunca quieres hacer nada.
—A esta hora pasean muchas chicas lindas por calles como esas —dije para convencerlo—. No creo que te quieras perder de eso, ¿no?
Alana se echó a reír, porque si había algo que le gustaba a John eran las chicas. Era la forma perfecta de convencerlo para ir a cualquier lado.
—¿Entonces? ¿Vamos a ir o no? —preguntó Katelyn apurada.
—Bien, vayamos —concluyó John. El resto festejó y nos subimos al auto.
Llegamos a Lincoln Road a las diez de la noche, había muchas personas a pesar del horario.
—¿Adónde vamos? —preguntó Olivia. Enganchó su brazo con el de Sam y caminaron juntos así por un rato.
—¡Vayamos de compras! —sugirió Alana entusiasmada.
—Oh no, por dios —respondió John al instante mientras se frotaba la cara.
—Tu y Sam vayan a tomar algo por ahí mientras las chicas compramos —interrumpió Juliette demostrando sus ganas por hacer lo que Alana había propuesto.
—Claro, concuerdo con Juliette —dije— así estaremos todos felices.
Sam y John se alejaron en busca de algún lugar donde pasar el rato y las chicas y yo nos fuimos a recorrer tiendas.
Entramos a una tienda de trajes de baño y revisé rápidamente los modelos que había: estampados coloridos, flores, colores vibrantes, distintos tipos de tops, entre muchas de las cosas que pude ver. Estuve a punto de comprar uno rojo, pero Katelyn me recordo que tenia uno muy parecido, asi que termine comprando uno de color azul marino.
Olivia y Alana entraron en una librería, Katelyn y Juliette se metieron en otra tienda de ropa y yo me quedé parada afuera pensando adonde quería ir. Caminé observando los carteles de ofertas de varios locales y me detuve en un puesto de helados donde me compré una paleta de fresa. El chico que me atendió me pareció muy lindo, tenia el pelo castaño y algo revuelto, pero me llamaron la atención sus ojos color miel. Cuando me iba, me guiño un ojo y le sonreí; giré sobre mis talones y me encontré un enorme cartel de promoción con Sky en primer plano. El cartel era -estaba casi segura- de trajes de baño, porque era lo que más resaltaba en la imagen.
Me quedé parada observando con detenimiento a Sky... se veía tan... Bien. Incliné la cabeza hacia un lado y me mordí el labio inferior. Sus ojos azules. El pelo rubio peinado de forma desprolija. Su sonrisa. Sus brazos. Todo en esa imagen se veía bien. Llegué a notar una especie de tatuaje debajo de la clavícula del chico, pero no pude ver que decía. Era una frase. O tal vez una palabra, pero no era legible en la imagen. Me pregunté qué podría ser
¿Un nombre o una fecha?
¿Por qué me había puesto a pensar en eso?
—Estoy en todos lados, ¿verdad? —preguntó una voz masculina que, al principio no reconocí, pero que luego identifique perfectamente. Ese chico realmente estaba en todos lados...
—Me asustaste —dije algo sobresaltada. ¿Hace cuánto tiempo estaba detrás de mí? O peor, ¿Cuánto llevaba parada delante de la foto como una idiota?
—Lo siento, no era mi intención —Sky rió y señaló el cartel—. Salí genial, ¿no?
—No estás tan mal —dije y puse los ojos en blanco de forma sarcástica.
—¿Ah, si? —por alguna razón, su forma de decirlo me hizo estremecer— ¿Eso crees?
—Si, eso creo —sonreí.

Recordé el tatuaje que había visto en la imagen y traté de ver si podía leer cuál era la frase, palabra o lo que fuera que decía. Fui lo más disimulada posible, aunque no pude entender que estaba escrito. Tenerlo enfrente me hizo darme cuenta que ese no era el único tatuaje que tenía, pero no quise mirar de más.
Sky abrió la boca como para decir algo pero una llamada de Olivia nos interrumpió. Me informó que se habían reunido con Sam y John y me estaban esperando.
—Debo irme, me están esperando...
—Bien, nos vemos mañana. —Antes de que comenzara a caminar lo detuve.
—¿A qué hora debo verte? —pregunté.
—La sesión empieza a las diez de la mañana, pero necesitaría que vinieras a las nueve y media para preparar algunas cosas.
—Allí estaré, ¿Podrías enviarme la dirección?
—Claro.
En seguida me llegó su mensaje con la dirección del lugar donde debía verlo. Se me acercó y susurró un suave "nos vemos" que apenas pude responder porque se echó a caminar por la calle

Me encontré en el bar con mis amigos y llegaron las preguntas de "¿Dónde te habías metido?", "¿Por qué no viniste antes?", "¿Pasó algo?". A las cuales respondí con la verdad: que me había encontrado con Sky y hablamos cosas sobre la sesión de mañana. Me salté la parte de la imagen, el tatuaje, el susto, el helado y el susurro. No había por qué contarlo.
Las chicas y yo no pedimos nada. Solo esperamos a que los chicos terminaran sus bebidas. Cuando pagaron, nos fuimos.

Al llegar a casa llamé a mis padres para que supieran que estaba bien y les conté de nuestra salida a cenar.
Les había prometido que los llamaría todos los días que pudiera para avisarles de que todo iba bien. Me parecía razonable que estuvieran preocupados, porque estaban dejando a su hija de diecisiete años en su casa de vacaciones sola con todos sus amigos. Pero yo era lo bastante responsable como para evitar algún problema grande. Tal vez por eso habían accedido a dejarme pasar este verano aquí.

Todos nos fuimos a nuestras habitaciones para dormir. Me dirigí al baño para ponerme mi pijama y lavarme los dientes. Al salir, me encontré a Alana sentada en mi cama abrazando una almohada y mirándome emocionada como una niña pequeña.
Cuando ella estaba en Londres, solíamos llamarnos todas las noches y nos quedabamos hablando de nuestras vidas hasta que nos dábamos cuenta que era demasiado tarde como para seguir despiertas en días de clase. Hacía mucho tiempo que no nos desvelabamos en persona. Así que me acomodé en la cama junto a ella y nos quedamos hasta las tantas de la noche hablando y riendo sobre las cosas de las cuales no nos habíamos actualizado en el último tiempo.
Eran como las tres de la mañana cuando decidimos irnos a dormir y mi amiga se recostó en su cama, nos dimos las buenas noches y ambas nos quedamos dormidas al instante.

 Eran como las tres de la mañana cuando decidimos irnos a dormir y mi amiga se recostó en su cama, nos dimos las buenas noches y ambas nos quedamos dormidas al instante

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