Capitulo 32: Sonando Extraño

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Miguel suspira, desde esa vez que Gabriel atacó a Astaroth, pudo observar como a este último, cada vez que dormían en la entrada del cielo, le han venido pesadillas, y claramente por eso se lo llevó a su casa para permitirle quedarse todo el tiempo que quiera, y de ese modo, proteger sus sueños.

Ese noche es uno de esos días, en los cuales pudo escuchar como el beta se despierta exaltado, y claramente sabe que se trata por las pesadillas; se acerca enseguida a su pequeño para poder recostarse con cuidado a su lado, abrazándolo de forma protectora mientras tararea una canción de cuna, sintiendo como el menor se acurruca entre sus brazos.

Eleva también su aura para calmarlo, sin dejar de lado su tarareo, y de ese modo, empieza a acariciar el cabello negro del menor, el cual es tan negro como la noche.

—Papá... Papá... —escuchó como la voz salió temblorosa, sintiendo también aquello en ese cuerpo— Miedo...

—Ya, ya —habla con calma, acariciando con su mentón la cabeza contraria, claramente de forma amorosa—. Estoy aquí. Ya pasó.

No le gusta ver a su pequeño hijo así...

Vaya, aún le sigue sonando extraño decir que el beta es su hijo, pero no le desagrada, además de que por eso, su alfa interno se ha sentido más feliz y ya no se mueve tanto por la tristeza.

Siente como Astaroth se acurruca entre sus brazos, haciéndose como un ovillo entre estos. Le dio ternura aquel gesto, pero entiende que el menor lo hizo para sentirse más seguro, protegido y querido.

Lo entiende perfectamente, ya que él también ha tenido pesadillas, las cuales fueron causadas después de la Guerra Celestial y de la última conversación que tuvo con Lucifer. Desde aquellos sucesos, cuando despertaba exaltado, siempre quiso recibir un abrazó para ser calmado, pero como nadie estaba a su lado, se tuvo que guardar siempre lo que sentía, bueno, hasta que llego Astaroth a su vida, pero aún así no le dice el como se siente, o si lo hace, es muy por encima, además de que agradecía que las veces que dormía junto a ese beta en la entrada del cielo, este no se halla dado cuenta de que tiene pesadillas.

—Todo estará bien —susurró para seguir tarareando con calma.

Después de unos minutos, escucha pequeños ronquidos, haciendo que suspiré de alivio por haber podido calmar y hacer dormir a ese "pequeño" beta, por lo cual no puede evitar una sonrisa casi imperceptible. Quisiera hacer que Astaroth se olvidará de aquel momento, pero sabe que no servirá de nada por el propio Gabriel o por la gente del cielo, ya que estos últimos de repente empiezan a hablar sobre lo que le paso a su hijo aquel día y como ese alfa parecía querer puro desquitarse.

"Malditos chismosos."

Aunque no quisiera, había empezado a sentir odio hacia todos los del cielo, claramente exceptuando a Astaroth. Siempre siendo tan metidos en lo que no les corresponde, denigrar a los demás o no ayudar cuando uno lo necesita.

Los odia demasiado, más a ese desgraciado.

Los detesta, quiere que el cielo arda.

Se aguanta la risa por ese pensamiento, ya que recuerda que cuando pasó lo de la guerra, escuchó por parte de algunos como uno de los ángeles desterrados quiso incendiar el cielo pero que al final no lo pudo conseguir, obviamente. Ahora por ese pequeño recuerdo, se pregunta quién será y en que parte del infierno estará, ya que podría ir a hablarle para preguntarle sobre la idea en si, así él podría conseguir aquello.

Solamente sera un pequeño incendio por todos los males que ha hecho Dios y los demás, para sus adentros, ellos se lo tienen bien merecido.

Aunque, si lo hace... Los tratos de Dios hacia él podrían volverse peores, o peor aún, se podría ir en contra de Astaroth; gruñe al pensar en esto último, ya que si su Creador hace algo en contra de su hijo, este ya verá de lo que él es capaz, todo porque no se mantendrá callado ni mucho menos sin moverse.

A Su Debido tiempo (Omegaverse)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora