El despertar de la furia

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El sol comenzaba a desvanecerse en el horizonte cuando Osiel, rodeado por un círculo de militares, inició una conversación con el general. Las luces de los reflectores bañaban la escena con una luz fría y dura, pero la tensión que había llenado el aire horas antes había disminuido notablemente.

- General- comenzó Osiel, su voz resonando en la quietud del anochecer - quiero asegurarles que no represento ninguna amenaza- Su mirada era sincera, sin rastro de engaño.- Lamento profundamente los daños que causé en la Ciudad de México y los aviones que destruí.-

El general, un hombre de rostro curtido y mirada penetrante, lo observó con una mezcla de incredulidad y cautela. A su alrededor, los soldados observaban la interacción con una tensión palpable. A pesar de la calma que Osiel intentaba transmitir, era evidente que aún le temían.

- Perdí la memoria- continuó Osiel, - pero la acabo de recuperar. Mi intención nunca fue causar daño. Solo busco respuestas.

Hubo un silencio incómodo que se extendió por lo que parecieron eternidades. Finalmente, el general asintió, su expresión suavizándose ligeramente.
- Comprendo, Osiel- respondió. - Es difícil de creer, pero agradezco que te hayas tomado el tiempo para explicarnos tu situación.

Para sorpresa de todos, el general invitó a Osiel a unirse a ellos para cenar. - Quizás podamos hablar más y aclarar cualquier malentendido- sugirió, extendiendo la invitación. Osiel asintió, aceptando la invitación con la esperanza de que este encuentro pudiera ayudar a disipar el miedo y la desconfianza que aún persistían.

Mientras los soldados se acomodaban alrededor de una mesa improvisada, Osiel comenzó a contar su historia. Habló de su enfermedad, de cómo el cáncer había consumido su vida hasta que solo quedó él y Flor, su enfermera.

- Flor fue mi roca durante esos tiempos oscuros- dijo Osiel, su voz llena de ternura.- Cuando Howard Queen y Leonardo Stark me ofrecieron una oportunidad para curarme, no pude rechazarla.

Los ojos de los soldados se ensancharon mientras Osiel relataba cómo los dos científicos le habían presentado el A.B.O.S, un suero que prometía curar su enfermedad. Sin embargo, algo salió mal durante el proceso, y en lugar de simplemente curarlo, el suero le otorgó poderes sobrehumanos.

El general, escuchando atentamente, asintió.
- Había oído rumores de que Queen y Stark estaban trabajando en algo revolucionario- admitió.- Pero nunca imaginé que fuera algo tan... milagroso.

La historia de Osiel, contada con sinceridad y sin ocultar nada, pareció tener un efecto calmante en los militares. Aunque aún había un aire de incredulidad, también había un creciente sentido de comprensión. Osiel no era un enemigo, sino simplemente un hombre que había sido arrastrado por circunstancias extraordinarias.

Osiel miró a las personas a su alrededor, sus ojos llenos de determinación.
- Estaba a punto de explicar todo esto cuando sus soldados empezaron a atacarme- les dijo, su voz firme pero tranquila.- Pero No se preocupen, usaré mis poderes para proteger y no para destruir.

Se levantó de su asiento y notó cómo los corazones de las personas comenzaron a acelerarse, llenos de miedo por la situación. Osiel se acercó al general, quien parecía particularmente angustiado.

- General, debe relajarse- le dijo en voz baja.- Con mis rayos X, puedo ver que su corazón no va a aguantar mucho más. No quiero que sufra un infarto. Confíe en mí.

El general, sorprendido por la perspicacia de Osiel, asintió con gratitud. - Confío en ti, Osiel- respondió, su voz temblorosa pero llena de confianza.

Justo cuando Osiel se preparaba para salir del campamento y enfrentar la amenaza, un rayo de energía lo golpeó de repente, lanzándolo varios metros hacia atrás. El impacto fue tan fuerte que Osiel sintió como si estuviera volando por el aire antes de caer pesadamente al suelo.

Abos: El camino a ser un súperDonde viven las historias. Descúbrelo ahora