Capitulo 1

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Yoongi se encontraba en su oficina, mirando por la ventana, mirando hacia abajo a la ciudad que había gobernado durante tanto tiempo

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Yoongi se encontraba en su oficina, mirando por la ventana, mirando hacia abajo a la ciudad que había gobernado durante tanto tiempo. Pero últimamente sintió que las cosas cambiaban, su control sobre el poder se deslizaba. Todo por un hombre: Jung Hoseok. En tan solo unos pocos meses, el ambicioso joven había tallado su propio imperio a lo largo de los muelles del sur. Se dio cuenta en la calle que Hoseok era encantador y que la gente acudía en masa a él.

Yoongi había construido su imperio a través del miedo y las tácticas despiadadas. La gente solo lo siguió porque sabían lo que pasaría si no lo hacían. Min no se tentaba cuando se trataba de ganar más territorio, haciéndose así el dueño de casi todo Seúl. Pero ahora parecía que Hoseok lo estaba desafiando de una manera que nadie lo había hecho antes, a través de la popularidad. Y estaba funcionando. Cada vez más informantes y aliados de Yoongi estaban desertando al recién llegado. Y eso lograba enfurecer a Yoongi pero sobre todo lograba encender su curiosidad.

¿Como un chico de 24 años estaba logrando lo que él tardo años en conseguir? Definitivamente era bueno o quizá lo aprendió de alguien...

Se dio la vuelta cuando escuchó a su teniente Namjoon entrar a la oficina. —¿Ya recogiste la mercancía?—se acercó a su escritorio y apagó su cigarro en el cenicero.

Aquel hombre negó—El envío de Busan nunca llegó. Creemos que los hombres de Hoseok lo secuestraron.

El pelinegro apretó los puños, su ira se elevó.—Ese tonto arrogante va demasiado lejos.—golpeó sus puños contra la mesa—¿De verdad cree que puede contra mi? ¡Es un maldito escuincle que no sabe nada!—escupió con rabia.

Se encaminó hasta su mini bar, tomando una botella de whisky y vertiendo un poco en un vaso de cristal. Bebió de el de un trago, sintiendo el alcohol arder un poco en su garganta.

—Envía a nuestros mejores hombres a que le den un sustito esta noche. No puedo permitir que se siga saliendo con la suya. Quizá...así se dé cuenta que aquí sigo mandando yo.

—Pero Yoongi...—la mirada que el mayor le lanzó lo hizo callar de inmediato.

—Manda a los hombres, ¡¿que no entendiste?! Ese maldito tiene que entender que conmigo nadie se mete.

Namjoon solo soltó un suspiro y asintió, haciendo una reverencia para después retirarse de la oficina.

Yoongi resopló, llevando sus manos hasta su cabello, peinándolo hacia atrás. La ira se apoderaba de su cuerpo. ¿Como era posible que un aprendiz fuera tan astuto?

—Estas jugando con fuego, Jung—sus palabras perdiéndose en el aire.

—Estas jugando con fuego, Jung—sus palabras perdiéndose en el aire

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