Capítulo 12

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Los días pasaron y durante ese lapso, ambos padres intentaron ser empáticos con el menor, estando a su lado el mayor tiempo posible, llenandolo de cariño y tratar de distraerlo para que no siguiera deprimido por la muerte de su mascota, pero aquello había resultado un desastre, Gustabo al tener toda esa atención, la había usado a su favor y sus padres eran demasiado lentos para aún darse cuenta que Gustabo tenía en su poder un arma muy poderosa que ni ellos mismos podían detener.

La primera semana era cierto que había estado deprimido, por lo que su padre lo incentivo a salir de su habitación diciendo que podría dejarlo a la escuela todos los días en patrulla, Gustabo no se negó y cuando Freddy lo recogía en otro auto que no fuera el patrulla, fingía sentirse deprimido para volver a pasearse en el auto policial, pero eso no era suficiente para el rubio, por lo que la segunda semana, tenía una nueva petición.

—No, ese no es lugar para un niño.

—Por favor, me siento triste en casa, quiero conocer comisaría.

Freddy lo pensó, ver ese rostro tierno e inocente lo doblegaba por mucho. Soltó un suspiro y se resigno. —Tu ganas mi niño, pero no le digas a tu padre, ¿Me entiendes?

—¡Chim!

Freddy sonrió y soltó una carcajada, adoraba cuando lo imitaba. Le tomo de la mano y ambos subieron al coche personal del pelinegro, condujo hasta dicho lugar y Gustabo estaba encantado de al fin conocer el trabajo de sus padres. Al ver la edificación por fuera, miro con asombro y una vez estuvieron dentro, fue el primero en bajar del coche para admirar a los oficiales que iban llegando con detenidos o a cambiar su patrulla, era una imagen digna de apreciar.

—Ven Gustabiño, te mostraré la oficina de tu padre.

Al entrar a la oficina, observo todo con aburrimiento, no había algo interesante allí que llamara su atención, solo era una sala grande con un escritorio y una silla. Observo todo y tomo asiento en la silla de piel, dibujo algunas cosas en unos informes de denuncias que habían allí y dejo algunas palabras bonitas para su padre, Freddy continuo dándole el recorrido por las instalaciones hasta que llegaron a la parte favorita del rubio. La sala de armas.

—¿Puedo tener una?

—No neno, tu padre me mataría si se entera que te di un arma, aunque hay algo que si puedes usar. Mira. —Saco su taser y se lo entrego. —Esto es más divertido, apuntas a cualquier parte del cuerpo y disparas, llama-- ¡A mí no!

Gustabo disparo la ráfaga electrica hacia Freddy quien cayó al suelo con el cuerpo convulsionando por las descargas eléctricas en su cuerpo, el rubio reía y se sostuvo su estómago por el dolor que había causado ese ataque de risa, volvió a apuntarle a su padre, pero este rápidamente le quitó el taser.

—Me cago en tu madre, a mi no me apuntes, si quieres jugar con el deja que llame a alguien. —Llevo su mano a su radio. —He minguito, ven a armería.

Después de unos minutos, un hombre había llegado, su manera de hablar era torpe al igual que su caminar, Freddy disparo primero y luego Gustabo, ambos comenzaron a reír mientras veían al pobre oficial tirado en el suelo luchando contra las descargas eléctricas que iban recorriendo todo su cuerpo. Ambos podían seguir hasta que dejarán de reír, pero una voz los alertó y se miraron entre ellos.

—¡Tu padre!

—¡Papá!

Ambos soltaron el taser y salieron de armería para esconderse detrás de un muro, la voz del Superintendente enfadado les dió mala espina. Freddy cargo a Gustabo en brazos y corrió lo más que pudo hacia parking, estando ahí bajo al pequeño quien reía y le tomo de la mano.

—¡Me cago en dios! ¡Corre Gustabiño!

—¡Ahhh!

Ambos creyeron haberse salido con la suya, pero en realidad fue todo lo contrario, ambos fueron interceptados por Conway y el castigo vino para ambos en casa, Gustabo tenía prohibido acercarse a comisaría, no podían llevarlo en patrulla y nada de televisión hasta nuevo aviso y Freddy, le dieron el peor castigo de su vida, no podía tocar a Conway y tampoco dormir con él, por una semana, dormiría en el sofá hasta nuevo aviso.

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El castigo había pasado, pero los chantajes de Gustabo no, solo que ahora era turno de papá Jack. Al iniciar la semana, había pedido salir con el a andar en bicicleta, al principio Conway no se negó y después de enseñarle a andar en ella, ambos regresaron a casa para prepararse e irse de compras al mall, pero haber llevado al rubio había sido el primer error de su padre, pues una vez pisaron en lugar, las palabras que mas escucho fueron:

—¿Me lo compras?

—Gustabo, te repito lo que dije hace 20 minutos. No.

—. . . Está bien, mira ese gato se parece a Don gato.

Conway al escuchar eso, entro en pánico y no quería ver llorar a su pequeño otra vez. —Hey Gustabín, ve por la mermelada y coge lo que querías.

—Esta bien papá. —El pequeño manipulador le sonrió y fue hacia la estantería para tomar un paquete de galletas y la mermelada.

Continuaron caminando por los pasillos, Gustabo comenzaba a abrumarse al igual que Conway, había demasiada gente, había algo que ambos compartían y es que, entre más transitado de personas, solo les causaba incomodidad y molestia. Se apuraron a comprar y mientras caminaban por los pasillos, Gustabo no desaprovechaba la oportunidad para meter en el carrito todo lo que veía y era de su agrado, galletas, paquetes de dulces, frituras, etc.

Salieron finalmente de ese abrumador lugar, con bolsas extras y la cajuela del coche llena, Gustabo estaba satisfecho y no quería ser egoísta, por lo que le invito un trozo de chocolate a Conway, quien lo recibió con una sonrisa, no podía negarle nada a su hijo. Al llegar a casa, Freddy los recibió con una sonrisa divertida.

—¿De que te ries?

—Gustabiño volvió a salirse con la suya, ¿Me entiendes?

—El niño sigue triste.

Freddy le ayudo con las bolsas y soltó una carcajada. —Han pasado tres semanas neno, ¿De verdad lo crees? Nos ha chantajeado toda la semana.

Jack soltó un gruñido y cerro la cajuela del auto, le dejo todas las bolsas a su esposo y se adelantó. —Voy a hablar con él.

—¡Pero ayúdame con esto!

—Estoy reventado, llévalas tu.

—Esta bien cariño.

Conway sonrió complacido y Freddy se dió cuenta de algo, de ellos tres, él era el más manipulable, pero no podía evitarlo, tenía ante el sus dos debilidades más grandes, su esposo y su hijo, ¿Cómo podría evitarlos? No era posible, pero si que tendría que ir con cuidado, ya que ahora tenía a dos posibles peligros.


























Remin

Misión de padres | FREDDWAY | Finalizada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora