Capítulo 33/ Promesa de confiar.

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Summer.

Ser oscuro: 18 horas, Summer. Sé que es válido no hablarme, pero ya son muchas horas.

Ser oscuro: Solo atiende a mis llamadas. O ábreme la puerta o háblame a través de la puerta, no importa.

Suspiro y arrojo el celular a mi cama. Aun no se va desde que lo vi por la ventana esta mañana, ya han pasado tres horas, y si no está en la puerta, está en su auto. Pero no se va, por más que le pedí a Luz que le dijera que aún no quiero verlo.

—¿Summer?

—Pasa, tío.

Abre la puerta y se sienta a mi lado sobre la cama. No dice nada, solo ve sus manos entrelazadas y cuando me mira, algo me intuye de qué irá la conversación.

—Creo que debes escucharlo. — maldito Teo, incluso le cayó bien a mi tío.

—Será en vano. Al menos hoy, por más que quiera comprenderlo no puedo abrir mi cabeza y ponerme en su lugar.

—Sabes lo difícil que son para esas personas confiar, Summer; en especial cuando ya los traicionaron varias veces. No es culpa de él, es culpa de las personas que lo hicieron desconfiar.

Lo he pensado toda la noche. Le he pensado incluso cuando el chofer privado de él me traía de vuelta a casa. Pero fue mucho tiempo, era ajena a toda su vida, no sabía nada y no importó que yo le mostrara toda mi vida, que le dijera mi verdad, que me viera hasta vulnerable ante él. Nada de eso importó, solo se encerró en su miedo de confiar. Y mi miedo es que, por más que deje pasar este asunto, él siga ocultándome cosas. Me da miedo construir algo con él y que de repente todo se desmorone.

—Es difícil. Lo entiendo, pero ¿y si yo desconfío ahora?

—¿De qué desconfías? — me pregunta.

—De que no es todo lo que me mostró, que fingió ser alguien más.

—Permíteme dudar. — me dice a los ojos —. No soy quién para decirlo, porque no lo conozco, pero algo me dice que contigo fue más él que con ninguna otra persona.

Salgo de mi habitación y cuando abro la puerta lo veo sentado en las escaleras que hay en la entrada. Ante el sonido el voltea y se endereza de inmediato cuando me ve a mí.

Quisiera que todo fuera más sencillo, quiero que mi mente sea capaz de controlar todo, pero es como si mi corazón tuviera vida propia cada vez que lo veo, ya que, con tan solo verle los ojos, comenzó a palpitar desenfrenadamente.

—Hola. — trata de acercarse, sin embargo, en cuanto ve que me alejo, se detiene. Frunce sus labios y veo en su mirada que le duele que hiciera eso.

—Teo, es absurdo que estés aquí.

—No lo es. Si con venir aquí logra que me hables, entonces no es absurdo.

Ay, Dios. Este hombre me va a complicar las cosas.

Pero debo ser fuerte, sí. Solo son palabras bonitas, no debo dejar que me endulce el oído.

—¿Entiendes que con todo lo que descubrí, necesito un poco más de tiempo para procesarlo? — pregunto y trato de mantenerle la mirada.

—No contestabas mis llamadas y eso me puso ansioso. — suspiro.

—Hablamos mañana. Yo... Ahora solo quiero despejar mi mente.

Al parecer no era lo que quería escuchar, su cara me lo dice. Pero por suerte no insiste, y en silencio solo asiente.

—Adiós, Teo. — digo cerrando la puerta.

Hasta Que Lo Efímero Se Acabe.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora